El Trabajo Final de Máster (TFM) del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute consiste en la elaboración de un Informe de Inteligencia profesional, en forma y contenido, aplicando las técnicas y métodos de obtención y análisis aprendidas, simulando un entorno profesional real, con un destinatario concreto en una empresa o una institución pública de elección del alumno. Esta metodología docente inmersiva, simulando entornos profesionales reales, permite al alumno desarrollar habilidades clave y obtener un aprendizaje único que le servirá a nivel profesional.
En LISA News difundimos de forma limitada los TFM’s de los alumnos, destacando los resultados y conclusiones a los que han llegado los alumnos en sus Informes de Inteligencia. Por tanto, no se muestran todas las fases realizadas del Ciclo de Inteligencia: Fase de Dirección y Planificación, Fase de Obtención, Fase de Tratamiento de la Información, Fase de Análisis, Fase de Difusión y Fase de Retroalimentación.
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Título: Análisis de riesgos y amenazas para la producción petrolera en Libia en 2023: escenarios e implicaciones para Repsol
Alumno: Adrián Rodríguez Molina. Es profesor de perfilación geográfica y traductor de contenidos académicos en Evidentia University. Además, es criminólogo colegiado en el Colegio Profesional de la Criminología de la Comunidad de Madrid, donde participa en varios grupos de trabajo. Anteriormente, fue investigador en materia de relaciones internacionales. Es graduado en Criminología por la Universidad Rey Juan Carlos, Máster en Análisis y Prevención del Crimen por la Universidad Miguel Hernández. Alumno certificado del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute.
Tutor: Sonia Gogova. Experta en Inteligencia Competitiva. Competitive Intelligence Senior Consultant en Axis Corporate. Fundadora y directora de la Unidad de Inteligencia Competitiva de Telefónica, primera unidad de este tipo en España. Profesora del Máster Profesional de Analista de Inteligencia y del Curso de Inteligencia Competitiva e Innovación de LISA Institute.
Fecha de entrega: Diciembre 2022
Itinerario: Inteligencia Económica y Competitiva
Fase previa y destinatario del Informe de Inteligencia
El problema analítico identificado para este informe es la necesidad de conocer riesgos y
amenazas geopolíticos y sociales que pudiesen afectar a la actividad de Repsol en Libia en 2023. Este requerimiento viene justificado no solo por la planificación de las operaciones de la empresa en Libia, sino por la escalada del conflicto en el país en el año 2022. Siendo Repsol la empresa objetivo, se determinaron dos destinatarios concretos: la Dirección Ejecutiva Norte de África y Akakus Oil Operations actual operadora del
campo de El Sharara en Libia y, por lo tanto, basado en el principio “need to know”,
parte interesada.
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PUNTOS CLAVE
- En 2022 se reavivaron los temores a una nueva guerra civil en Libia tras los enfrentamientos más graves de los últimos años. A pesar de ello, se produjeron avances leves en la ruta electoral, aunque sin alcanzar un acuerdo definitivo. Otros aspectos clave del conflicto no vieron progresos.
- El escenario más probable para 2023 es un estancamiento del conflicto, aunque no se pueden descartar nuevos logros que comiencen a revertir la tendencia negativa. Las interrupciones en la actividad petrolera en Libia seguirán siendo probables, pero su impacto y duración dependerán del escenario que se desarrolle y la ubicación de cada explotación.
- La actividad petrolera en Libia es especialmente vulnerable por cuatro factores:
1. El peso de la industria petrolera en su economía
2. La debilidad y fractura institucional
3. La distribución geográfica de las explotaciones e instalaciones asociadas
4. Las condiciones de la población
- La población civil de las provincias sudoccidentales y las fuerzas asociadas al General Haftar continuarán presentando la mayor capacidad disruptiva para Repsol en 2023.
ANÁLISIS
Contexto
La situación en Libia ha empeorado en 2022, consolidándose una crisis de legitimidad política que ha desembocado en violencia y miedo a una nueva guerra civil. En clave positiva, los actores internacionales activos en Libia han optado por la vía diplomática.
El año 2022 comenzó enfrentando al gobierno transitorio —establecido en Trípoli— y la Cámara de Representantes —en Tobruk— por el rechazo del primer ministro de transición Dbeiba a abandonar su cargo tras la suspensión de las elecciones de 2021. En consecuencia, la Cámara de Representantes eligió a su propio primer ministro interino, Fathi Bashagha. A partir de ese momento se produjeron enfrentamientos armados por el control de Trípoli e interrupciones de la actividad petrolera. En junio se alcanzaron algunos acuerdos respecto a futuras elecciones, pero quedan sin resolver aspectos clave, por ello continúa paralizada la ruta electoral.
El General Haftar, líder del autodenominado Ejército Nacional Libio, es una pieza fundamental para el Gobierno de Tobruk. Sin embargo, se han revelado fisuras en esta asociación, incluyendo peticiones de Haftar al pueblo libio de «levantarse pacíficamente».
En el plano internacional destacan los acercamientos diplomáticos entre Turquía y Emiratos Árabes Unidos, alineados con el Gobierno de Trípoli y el de Tobruk, respectivamente. Por otro lado, la presencia del Grupo Wagner —empresa paramilitar rusa— en Libia es una amenaza para los intereses de la UE y, en el contexto de la guerra en Ucrania, para la producción petrolera. La retirada completa de las fuerzas extranjeras en Libia es improbable, pero la consolidación de un giro cooperativo podría facilitar progresos en el plano interno del país. Históricamente, la injerencia extranjera ha sido un motor importante de las crisis en Libia, dificultando la gobernanza interna. Sin embargo, en el conflicto actual, destacan 4 motores internos:
➔ La crisis de legitimidad política: motor referido a las reclamaciones políticas de cada facción.
➔ La división de instituciones estatales: referido a la fractura o politización de instituciones como las fuerzas armadas o el Banco Central.
➔ La fragilidad judicial: referido a la incapacidad de los tribunales locales de garantizar elecciones limpias y dirimir responsabilidades políticas.
➔ Las diferencias electorales: referido a las dificultades para alcanzar acuerdos sobre la ruta electoral y la transferencia de poder.
Escenarios principales para el conflicto libio en 2023
- Escenario tendencial: Estancamiento. La crisis de legitimidad continuaría, no veríamos grandes cambios respecto a la reunificación de instituciones ni fortalecimiento del poder judicial. No se esperarían avances en la ruta electoral, a pesar de los progresos en 2022. El escenario repetiría los patrones de 2022, posiblemente con menor intensidad de la violencia, motivado en parte por el agotamiento de la población y el deseo de evitar la guerra civil. El punto positivo sería la insistencia de los actores internacionales en la vía diplomática. Las interrupciones de la actividad petrolera son probables en este escenario.
- Escenario positivo: Convocatoria de elecciones. Este escenario requiere una evolución positiva de todos los motores del conflicto. Ello incluye la disposición de las facciones a ceder en sus pretensiones políticas, un fortalecimiento significativo de las instituciones estatales y acuerdos firmes sobre la ruta electoral. Sería necesario contar con el apoyo de los actores internacionales, o al menos su neutralidad, para no repetir los fracasos de los últimos años. El escenario culminaría en la convocatoria de elecciones para 2024, reanudando el proceso suspendido en 2021. La consolidación institucional generada en este modelo implicaría una reducción del riesgo de interrupciones en la actividad petrolera, especialmente aquellas causadas por las fuerzas alineadas con Haftar. Dadas las exigencias, este escenario es el menos probable para 2023.
- Escenario negativo: Guerra civil. No requiere un empeoramiento de las condiciones de todos los motores. Sería suficiente con un agravamiento de la crisis de legitimidad y el retroceso en los acercamientos diplomáticos entre actores internacionales. El deterioro de estas condiciones desembocaría en enfrentamientos armados más frecuentes y graves. Es un escenario poco probable por el deseo generalizado de evitar una nueva guerra civil, aunque es muy sensible a decisiones unilaterales, como puede ser un alzamiento del General Haftar. Este escenario contemplaría la suspensión indefinida de la actividad petrolera en el país.
- Escenario alternativo: Buenos cimientos. Este escenario sería una variación del escenario tendencial. Se podrían ver ligeros avances, bien en la reunificación de algunas instituciones o en nuevos acuerdos relativos a la ruta electoral. No se esperarían avances suficientes para la convocatoria de elecciones, pero se podrían sentar bases positivas para los próximos años.
Implicaciones para Repsol: vulnerabilidad de la industria y amenazas específicas
El peso de la industria petrolera en la economía libia, las condiciones de vida de la población y la debilidad y división institucional contribuyen a la vulnerabilidad del sector. Uno de los elementos clave es el control del Banco Central, actualmente en manos del Gobierno de Trípoli. Este organismo gestiona los ingresos del petróleo, por lo que el Gobierno de Tobruk recurre a las interrupciones como herramienta de presión política.
Otro elemento que influye en el riesgo del sector es la distribución geográfica de las explotaciones. El campo operado por Repsol, Al Sharara, se encuentra en el suroeste del país. Las movilizaciones sociales en las provincias circundantes —Wadi al Haya, Sabha y Murzuq— generalmente se traducen en la ocupación de instalaciones petroleras y la interrupción de sus actividades. Las crisis de liquidez, los apagones frecuentes, el aumento del precio de los alimentos, la escasez del agua y diferencias políticas entre las tribus locales son causas frecuentes. Históricamente, las protestas en la zona tienden a aumentar entre junio y septiembre.
Por otro lado, el oleoducto que lleva la producción hasta la costa para su exportación atraviesa zonas de influencia de milicias leales al General Haftar. Entre ellas destacan las brigadas de Zintan por su participación en interrupciones petroleras pasadas. También Zawiya, puerto de almacenamiento y exportación, a escasos 50 kilómetros de Trípoli, es vulnerable a la protesta. En este caso, los actores principales son los trabajadores, que generalmente se movilizan por sus condiciones laborales.
La cronificación de las condiciones sociales mencionadas es un factor de riesgo de radicalización, más aún cuando la tasa de desempleo juvenil se encuentra por encima del 50% y sus perspectivas de futuro son negativas. En 2022 ya se dieron eventos violentos en protestas en varias ciudades, incluidos ataques incendiarios, y esta tendencia podría continuar en los escenarios más negativos.
