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Por qué la salida de Francia del Sahel es una victoria para Rusia

Análisis

Soraya Aybar Laafou
Soraya Aybar Laafou
Editora y analista en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

Los días 27 y 28 de julio Rusia celebró su segunda cumbre anual con el continente africano en San Petersburgo. El acercamiento del Kremlin habla del interés por ocupar el espacio de influencia que Francia ha dejado atrás. En este análisis, hablamos sobre por qué la llegada de Rusia no es casualidad, cómo se materializa la influencia y cómo Mali es el mejor ejemplo del cambio de paradigma.

En julio de 2022, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Lavrov, emprendió una gira oficial por varios países africanos. Egipto, Etiopía, Uganda y República Democrática del Congo fueron el escenario de la nueva influencia del Kremlin. Unos meses después, Burkina Faso ondeó banderas rusas en las calles. En la frontera norte, en Níger, los miembros del Movimiento de la Sagrada Unión para la Salvaguarda de la Soberanía y la Dignidad del Pueblo, popularmente conocido como M26, corearon consignas contra el ejército francés mientras cubrían con insignias rusas un monumento situado frente al edificio de la Asamblea Nacional. 

La llegada de Rusia al continente no es casualidad. El pasado 11 de noviembre, la Operación Barkhane, la estrategia militar antiyihadista de Francia en el Sahel, tocó fondo. Después de nueve años de operaciones militares, Francia anunció el fin del Elíseo en las contiendas de Mali, o al menos sí de forma unilateral, ya que continuará operando en la región atendiendo a una estrategia conjunta con los gobiernos africanos. Una decisión que tampoco es fortuita. El fin de las relaciones exteriores entre Bamako y París habla de una tendencia generalizada en gran parte de África que exalta la oportunidad de Rusia en un ambiente de desilusión con Occidente, fracaso de la contención terrorista y fervor de los sahelianos por el Kremlin como alternativa. 

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Sahel en manos rusas: contención del fracaso de Occidente

A principios de 2023, un video de dibujos animados que circuló por las redes sociales arrojó luz sobre una campaña de propaganda rusa destinada a minar la influencia de Francia entre sus aliados africanos. “Somos los demonios de Macron”, dicen los esqueletos, supuestamente enviados por el presidente Macron. Al fondo, una serpiente gigante de color rojo, blanco y azul representa a una Francia invasora. Mientras tanto, un grupo de hombres blancos armados vestidos con el uniforme de combate de los mercenarios rusos, el Grupo Wagner, acuden al rescate de soldados con las banderas de Mali, Burkina Faso y Costa de Marfil. 

Al mismo tiempo que Occidente mira hacia Ucrania, pierde influencia en África subsahariana. La excolonia francesa, República Centroafricana, colabora con los Wagner desde 2018. Malí es otra pieza que Francia acaba de perder. Y la última ficha del dominó es Burkina Faso. Allí, en octubre de 2022, una facción de los militares que ocho años atrás habían aupado en el poder a Paul-Henri Sandaogo Damibia se volvieron en su contra, dieron otro golpe de Estado y auparon a Ibrahim Traoré. Sandaogo Damibia era reacio a confiar la seguridad del país a la compañía rusa de mercenarios Wagner, mientras que Traoré es crítico con Francia y se inclina más hacia Rusia. Ahora, Burkina ya es el nuevo epicentro del yihadismo en el Sahel, con 732 muertes por ataques terroristas solo en 2021.

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El apoyo militar no es el único tentáculo de influencia del Kremlin en África. En 2019, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, reunió a 43 líderes del continente en la primera cumbre ruso-africana en Sochi. En los últimos cinco años, el comercio entre ambos actores se ha duplicado hasta alcanzar más de 20.000 millones de dólares, y durante la primera cumbre prometió 12.5000 millones más. Rusia también donó más de 300 millones de dosis de su vacuna contra la covid-19, la Sputnik V, y tiene proyectos de energía nuclear en Etiopía y Ruanda para 2024. 

4 años después, alrededor de 50 representantes africanos se han dado cita en la II cumbre Rusia-África en San Petersburgo, aunque solo han acudido 17 jefes de Estados, en comparación con los 45 que participaron en la primera cumbre. Por ejemplo, el presidente de Kenia, William Ruto, no solo no ha viajado para estrechar la mano con Putin, sino que además, ha recibido en su casa a representantes de exteriores de Estados Unidos.

A pesar de las ausencia y en el contexto de la reciente rebelión del Grupo Wagner y su líder Prigozhin, Rusia ha inaugurado la sesión con una estrategia maestra de soft power. Tras la suspensión del acuerdo del grano días antes de la celebración de la cumbre el líder ruso, Vladímir Putin, ha prometido, gratis, hasta 50.000 toneladas de grano a seis países africanos. Al mismo tiempo, ha atacado sistemáticamente tres puertos ucranianos en el Mar Negro, cerca de Odesa, y ha declarado que Moscú considerará potenciales objetivos bélicos a todos los barcos que se dirijan a puertos ucranianos a través del mar Negro.

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El declive de Francia: la histórica Françeafrique sale por la puerta de atrás

La llegada de Rusia en el Sahel habla de un fracaso occidental, sobre todo, del francés. Tras las independencias africanas, Francia refrendó alrededor de veinte acuerdos de defensa con sus antiguas colonias en el Sahel, entre ellas Chad, Mali o Mauritania. A través de 5.1000 militares, 75 cooperantes, 750 actividades de formación y más de 7000 soldados del G5 Sahel formados bajo la tutela francesa, la histórica Françeafrique luchó por contener la presión terrorista para así evitar réplicas en el flanco sur europeo.

Aun así, en el caso de Mali, la ineficacia militar y el segundo golpe de Estado en menos de un año puso del revés las relaciones con Francia. El país galo decidió suspender la cooperación militar mientras que el presidente en transición maliense, Assimi Goita y su junta militar, celebraban la retirada. Por primera vez desde el fin de la guerra de Argelia en 1962, Francia ponía punto final a un grueso de su cooperación con el continente africano. Desde Mali, la nueva constitución aprobada en referéndum el 18 de junio de 2023 señala que el francés ya no es una lengua oficial. A partir de ahora, el francés solo se utilizará como forma de trabajo, mientras que los 13 idiomas nacionales (como el bambara, el soninké o el dogón) que se hablan en el país, sí recibirán el status de lengua oficial.

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A pesar del deterioro, Francia no tuerce el brazo en África y lucha por mantener a flote su influencia. A principios de marzo de 2023, Macron emprendió su decimoctava gira africana desde 2017, con ojos en otras partes del continente. El presidente francés visitó Gabón, República del Congo, Angola y República Democrática del Congo, a pesar de los manifestantes en contra de su presencia. Por otro lado, y después de romper lazos con Mali, se preveía que el vecino Níger respaldara el traslado de tropas a su país. Con ello, Francia buscaba que Niamey se convirtiera así en la nueva cuna de su influencia franca y a Níger como el principal socio de los occidentales en la región.

Aun así, y tras las últimas noticias desde Níger con el recién golpe de Estado del jefe del Ejército contra el presidente electo, Mohamed Bazoum, todo puede cambiar. El líder de Wagner, Prigozhin, ha reaparecido un mes después del motín contra el Kremlin para posar durante la segunda cumbre ruso-africana junto a algunos de los representantes de Níger, a pesar de no haber sido invitado oficialmente a la misma. Mientras, algunos rumores apuntan y relacionan este acercamiento con la entrada de Wagner en el país a mediados de abril de 2023, aunque todavía no hay informes oficiales que lo ratifiquen.

Cabe destacar que Níger es uno de los mayores proveedores de uranio para Francia, aportando un 30% de las importaciones anuales de uranio que alumbran a un total de 14 millones de franceses. En los últimos tiempos, Níger apunta que Francia no les paga lo suficiente por dicho uranio, y en consecuencia, diferentes grupos de presión prorrusos han provocado manifestaciones contra París en Niamey.

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El caso de Mali: de socio de Francia a estandarte de la influencia de Rusia

Fue el 20 de mayo de 2022 quedaron de manifiesto los férreos lazos entre Mali y Rusia. Durante la visita del ministro de Exteriores, Abdoulaye Diop, a su homólogo ruso, Lavrov, el jefe de la diplomacia rusa habló de “los vestigios de mentalidad colonial” de París, en concreto, y de Europa, en general, frente a Bamako. Al mismo tiempo, Rusia prometió el suministro de armamento, petróleo y trigo, en un momento de “ilegítimas sanciones occidentales” y coincidiendo con una de las peores crisis alimentarias en los últimos diez años en la región, con 27 millones de personas en situación de hambruna.

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La hoja de ruta rusa se refuerza cuando Mali anuncia su salida de la organización regional del G5 Sahel. En respuesta a la negativa de la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (ECOWAS, por sus siglas en inglés) a qué Mali presidiera el grupo regional, el coronel Goïta decidió desertar y dejar de velar por la seguridad de la región. Una apuesta que no solo pone en peligro la estabilidad de Mali, sino la de todo el Sahel.  

La escasez de recursos sumada al avance de los grupos terroristas y la simpatía de la junta militar de Assimi Goita por el Kremlin, también han derivado en los acuerdos militares entre Rusia y Mali con el despliegue del Grupo Wagner a la cabeza. A pesar de la negación desde Bamako y Moscú, alrededor de 1.000 mercenarios rusos operan en el país saheliano desde 2021, cuando la organización inició por primera vez sus operaciones en el país y en el Sahel. 

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Aunque la participación del Grupo Wagner cuenta con el beneplácito del gobierno golpista y de la población que rechaza la presencia francesa, su intromisión se ha traducido en ataques contra la sociedad civil que podrían desestabilizar, aún más, la región. Según un informe de la Armed Conflict Location and Event Data Project, la población civil maliense es la principal víctima de Wagner. Solamente entre enero y abril de 2021, un total de 456 civiles han muerto en nueve incidentes diferentes. 

De momento, queda por ver si los Wagner podrán no solo reemplazar la defensa francesa de la Operación Barkhane en Mali y otros puntos del Sahel, sino superarla y garantizar una protección antiterrorista tan auxiliada. Aun así, a pesar de que su entrada es percibida como una nueva esperanza, también podría traer mayor desestabilización con un escenario más complejo. El terrorismo yihadista, junto al crimen organizado alentado por los mercenarios, no solo continuará, sino que incluso podría expandirse a países limítrofes como Togo o Costa de Marfil.

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