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¿Ha aumentado la división en el grupo de Visegrado la guerra de Ucrania?

Análisis

David García Pesquera
David García Pesquera
Graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Sus principales intereses son la geopolítica, el análisis de conflictos y la seguridad internacional, especialmente en Europa del Este, Oriente Próximo y el Norte de África.

El grupo de Visagrado, que nace de la desintegración de la Unión Soviética, se ha convertido en un activo discrepante desde las entrañas de la UE, donde tiene su propio papel y sus rasgos políticos propios. Sin embargo, la guerra de Ucrania ha intensificado las diferencias entre sus integrantes.

Denominamos grupo de Visegrado o V4 a la alianza política y cultural formada por Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia. Estos cuatro países centroeuropeos comparten aspectos históricos, culturales, manifestaciones políticas e intereses basados en dichos rasgos comunes. Se encuentran constantemente buscando alianzas económicas, políticas, militares y culturales y todos ellos son miembros tanto de la Unión Europea como de la OTAN.

Sus orígenes se remontan al año 1335 en el denominado Pacto de Visegrado, un acuerdo entre los reyes de la época para establecer mejoras en las relaciones políticas y económicas con nuevas rutas comerciales. Sin embargo, el precedente histórico que muestra la mayor referencia a este grupo lo encontramos en 1991 con la cumbre de los jefes de Estado y gobierno de Checoslovaquia, Hungría y Polonia. Dicha reunión se celebró en Visegrado (Hungría) y sentó las bases para avanzar en la integración europea de los entonces tres países, cuatro más adelante tras la separación de Checoslovaquia en Chequia y Eslovaquia.

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Dicha integración llega unos años después, como parte de la quinta ampliación de la Unión Europea, que se produce en el año 2004, todos a la vez junto con Chipre, Malta y los tres países Bálticos: Estonia, Letonia y Lituania.

Desde entonces, los países del grupo de Visegrado vienen manifestando una serie de posiciones comunes que contrastan con las expuestas por otros países y les convierte en el grupo más crítico con las instituciones europeas desde el interior de estas. No obstante, no siempre ha habido un consenso claro y en bloque.

Su unión en torno a políticas comunes o filosofías de entendimiento de las instituciones europeas comienza a ser tal con la crisis de los refugiados derivada de los conflictos en Oriente Medio, principalmente la guerra de Siria. La postura mantenida por Bruselas optaba por una redistribución de los refugiados, acogiendo a un número muy importante mientras que el bloque de Visegrado rechaza que dicha incorporación de refugiados se haga de manera obligatoria.

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De esta forma, tildan a la UE de “imperio” y a la Comisión Europea como el “nuevo politburó moscovita”, debido a la imposición de decisiones desde Bruselas. Existe un temor desde estos países a perder el carácter nacional de sus sociedades debido a un avance de la identidad multicultural. Niegan la excesiva burocracia de Bruselas y buscan la plena soberanía de sus naciones para tomar decisiones.

Su modelo europeo defiende el control de fronteras, el retorno de competencias y poderes a los parlamentos nacionales y la defensa de las identidades nacionales tradicionales de los países. No abogan por salir de la Alianza, pero tienen otro modelo de esta.

Con todo ello, la Comisión Europea se ha visto desafiada por el grupo en muchos casos, ya que coordinan sus actuaciones para tener una voz conjunta que encarne mayor peso específico. Recientemente, han discrepado acerca de las políticas a llevar a cabo con los fondos europeos derivados de la crisis del COVID-19 además de ser llamados la atención por casos de falta de transparencia e independencia judicial, especialmente en Hungría y Polonia.

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Rasgos comunes del grupo de Visegrado

Los cuatro países que conforman el grupo de Visegrado han tenido procesos históricos comunes, ya que se trata de países vecinos en el corazón de Europa. Por tanto, han estado en medio de todos los conflictos y cambios territoriales del continente europeo. Se trata de territorios que han formado parte del imperio austrohúngaro, sufrido las dos guerras mundiales intensamente y los totalitarismos tanto nazi como soviético bajo la influencia de Stalin al lado derecho del telón de acero.

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Con todo ello, desde su composición el grupo ha defendido su unidad en torno al fortalecimiento económico y contrario a toda forma de comunismo, con el que se desmarcaron absolutamente al fundarse el grupo tras la caída del Muro de Berlín. A su vez, buscaban fortalecer la democracia y las libertades, argumentando el objetivo de integrarse en la UE y la OTAN, ya que con esfuerzos conjuntos resultaría mucho más sencillo lograr los objetivos planteados.

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No existen instituciones propias del grupo, únicamente podemos destacar el Fondo Internacional de Visegrado, creado en el año 2000. En su lugar, se suceden las reuniones entre sus representantes. Las cumbres oficiales se realizan de forma anual, con uno de los países redactando y ejecutando el plan de acción a la vez que ocupa la presidencia para dicha reunión organizada.

Pese a este consenso generalizado, sus trayectorias difieren en ciertos aspectos. Encontramos desde la economía checa, fuerte y con un amplio desarrollo, hasta una economía mucho menos modernizada y precaria como la húngara. Por otra parte, el sentimiento religioso cristiano contrasta de Polonia (92%) a República Checa (35%) según datos de 2010. Otros aspectos que destacar son que Eslovaquia es el único país de los cuatro que es parte de la eurozona o que la separación de poderes se ha visto más amenazada en Polonia y Hungría que en Chequia y Eslovaquia.

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En la última reunión de ministros de Exteriores del grupo Visegrado a comienzos de diciembre el ex primer ministro eslovaco Robert Fico criticó que ya no se mantenía el formato habitual de reunión antes de las reuniones del Consejo Europeo. 

Hungría, Visegrado y la guerra de Ucrania

No podemos pasar este artículo sin mencionar a Viktor Orban y su liderazgo en Hungría. Tras un primer mandato entre 1998 y 2002 y su oposición a los gobiernos socialistas siguientes, llegó la victoria aplastante de su partido Fidesz en 2010, momento desde el que gobierna el país con amplias mayorías.

Durante estos años, el presidente ha abogado por políticas contrarias a la inmigración musulmana y de conservadurismo social desde un pretendido liberalismo cada vez menos presente en las políticas que se aplican, hasta el punto en el que él mismo en un discurso de 2014 se atribuye una democracia iliberal. El propio Orban ha acusado a la Comisión Europea de planear un recambio poblacional y un asentamiento masivo de musulmanes.

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Estas políticas han incluido la decisión de construir una valla alambrada en la frontera con Serbia durante el verano de 2015, en plena crisis de los refugiados. El presidente húngaro ha sido acusado de ataques al Estado de derecho, contra la independencia judicial y en favor de la invisibilizarían de minorías. A su vez, ha ampliado los lazos comerciales con el este, desde Rusia hasta Asia central, en contraste con los países de su entorno.

Con la invasión rusa de Ucrania, la guerra ha llegado a las inmediaciones de la UE y la OTAN, en concreto a los países del V4. Sin embargo, su actitud ante la invasión ha sido muy diferente y constata la gran discrepancia entre estos países que tan unidos parecen en otros asuntos, su relación con Rusia.

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Polonia ha sido el mayor activo contra la invasión en el grupo, recibiendo un gran número de refugiados ucranianos y liderando la enérgica condena y el rechazo a las decisiones de Putin, ganándose así el calificativo de socio estratégico por parte de Joe Biden. También se ha condenado la invasión claramente desde la República Checa y Eslovaquia, con viajes de apoyo al presidente Zelensky.

Aquí existe una importante fricción con Hungría, que ha condenado la invasión y ha participado en las primeras sanciones, pero se ha mantenido mucho más escéptica de cara a la exigencia de aplicar mayores castigos y condenar cada una de las atrocidades cometidas.

Además, este diciembre el Ejecutivo húngaro volvió a aplazar la votación para la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN que iba a tener lugar este mes. Ambos países ya han obtenido el visto bueno por parte de todos los socios de la Alianza con la excepción de Budapest y Ankara.

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No existe un calificativo claro para la relación entre Putin y Orban, pero sí que han sido siempre comunes sus reuniones, con la mayor frecuencia que cualquier otro líder comunitario. A su vez, la dependencia de Hungría con respecto al gas ruso influye en este ámbito, pero también tensiona al V4.

A comienzos de diciembre Hungría bloqueó un nuevo paquete de ayudas a Ucrania por valor de 18.000 millones de euros. Esta situación ha terminado por desatar un cruce de bloqueos debido al cerco previo por parte de la UE de 7.500 millones de ayudas regulares además de 5.800 millones de los fondos Covid destinados a Hungría, eso sí, por los ataques contra el Estado de derecho y separación de poderes.

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La retórica de Orban apunta una “guerra ruso-ucraniana” además de argumentar que “no es nuestra guerra” y que las disputas de ambas partes deben ser resueltas entre las mismas. Esta posición escéptica de Hungría con respecto a las acciones de Rusia ha enfadado a sus socios del V4, especialmente a Polonia. Este es criticado por los demás jefes de Gobierno del Grupo de Visegrado por considerar que defiende intereses rusos.

Es decir, la guerra de Ucrania ha abierto una gran crisis en los países del grupo de Visegrado. Por lo tanto, podemos entender como un triunfo parcial de Putin que los pocos países europeos que no rechazan frontalmente sus acciones confronten con sus aliados y con la Unión Europea.

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Con el cambio de políticas dada la guerra, se modifican las posiciones al igual que pasó con la pandemia, en cuyo caso sí que reforzó la alianza del grupo de Visegrado. En este caso, ha reforzado la posición de Chequia, Eslovaquia y en especial Polonia tanto en la OTAN como en la Unión Europea mientras que, en caso de Hungría, se han enfriado las relaciones y continúan los chantajes a la UE, con cada estocada a la ayuda a Ucrania entendida como una declaración indirecta de lealtad a Rusia.

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