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Análisis geopolítico: la alianza pragmática entre los hutíes y Al Shabaab

Análisis

Andrés Fuentealba
Andrés Fuentealba
Periodista y Máster en Análisis Internacional y Geopolítico de LISA Institute. Investigo para comprender y difundir conocimientos sobre el mundo arabo-islámico, con particular hincapié en entender el fenómeno del yihadismo y sus implicaciones sociales, económicas y políticas a nivel global.

Hutíes y Al Shabaab han sellado una colaboración sin precedentes, a pesar de sus profundas diferencias ideológicas. Su alianza, tejida a través del contrabando, el tráfico de armas y una hostilidad común hacia Occidente, desafía toda lógica sectaria. En este artículo, el alumni del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Andrés Fuentealba, analiza cómo opera esta red criminal transfronteriza, con el apoyo discreto de Irán y el papel clave de AQPA.

Se suele pensar que las diferencias ideológicas entre grupos afiliados a Al Qaeda y las organizaciones del eje de la Resistencia son barreras insalvables. Muchos creen que impiden cualquier tipo de cooperación. Sin embargo, existen varios ejemplos que demuestran lo contrario. Estas discrepancias, aunque parezcan irreconciliables, pueden superarse bajo una lógica muy antigua: «El enemigo de mi enemigo es mi amigo».

Un ejemplo claro es la reciente colaboración entre los hutíes de Yemen y Al Shabaab de Somalia. Los primeros pertenecen a una tradición chiita zaydí, mientras que los segundos son una organización suní afiliada a Al Qaeda. A pesar de sus diferencias religiosas e ideológicas, han establecido una alianza pragmática. La cooperación responde al contexto estratégico actual: la tensión en el Mar Rojo, el conflicto en Gaza desde octubre de 2023 y la inestabilidad del Cuerno de África.

Esta investigación analiza cómo se han consolidado estos vínculos operativos entre actores tan diversos. El tráfico de armas y el sentimiento antioccidental común han sido elementos clave. Además, se observa la participación de actores estatales y no estatales como Irán y Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA). Todo esto muestra que la geopolítica regional sigue marcada por alianzas inesperadas.

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Esta compleja red de criminalidad transfronteriza, pone en evidencia la reconfiguración de nuevas dinámicas geopolíticas en un Mar Rojo enormemente convulso e impredecible. 

Dos orillas de un mismo mar: los lazos históricos entre Yemen y Somalia

Somalia y Yemen comparten una profunda conexión histórica a través del Golfo de Adén. Durante décadas, ambos países han mantenido intensos flujos migratorios, intercambios comerciales y dinámicas de conflicto que han impactado simultáneamente sus realidades geopolíticas.

En el plano comercial, la cercanía geográfica ha favorecido más que el intercambio formal. También ha impulsado redes informales y rutas de contrabando en expansión. Estas redes han prosperado especialmente en contextos marcados por la fragilidad institucional y la fragmentación política, donde el control estatal es débil o inexistente.

Este último punto es clave, pues los paralelismos en las crisis políticas de ambos países resultan sorprendentes.

Somalia y Yemen han vivido procesos intensos de fragmentación estatal. Ambos países han sufrido guerras civiles prolongadas y el surgimiento de múltiples actores armados no estatales. Algunos de estos grupos ejercen un control territorial efectivo. Estas condiciones han creado una base estructural que favorece la cooperación entre organizaciones como los hutíes y Al Shabaab.

El vínculo entre ellos se basa principalmente en el contrabando de bienes ilícitos y el tráfico de armas. Esta conexión se ha convertido en un componente clave en sus relaciones operativas.

Orígenes de los vínculos entre Al Shabaab y los hutíes 

El tráfico de armas entre Yemen y Somalia tiene raíces históricas profundas, pero en los últimos años ha experimentado una transformación significativa.

Lo que antes era un flujo indiscriminado de armas hacia el Cuerno de África, sin destinatario claro, ha cambiado profundamente en los últimos años. Hoy, ese flujo se ha transformado en una red criminal mucho más sofisticada, donde convergen diversos actores con intereses comunes o complementarios.

En 2020, un análisis publicado por Global Initiative Against Transnational Organized Crime (GI-TOC) reveló un dato clave. Según el informe, Al Shabaab había empezado a recibir armamento que originalmente estaba destinado a los hutíes por parte de Irán. Este descubrimiento sugería conexiones indirectas entre ambos grupos a través de complejas redes de contrabando regional.

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El verdadero punto de inflexión ocurrió en junio de 2024, cuando la inteligencia estadounidense emitió un informe sobre esta colaboración. Según información publicada el 11 de junio de 2024, funcionarios estadounidenses revelaron que «los hutíes han trabajado activamente para fortalecer su influencia en Somalia» mediante alianzas estratégicas con Al Shabaab y redes de piratas, particularmente en las regiones de Puntlandia y Bari. 

Un informe del Consejo de Seguridad de la ONU, publicado el 11 de octubre de 2024, corroboró esta información, calificando la colaboración como «oportunista» pero destacando su creciente profundidad. Según este documento, los hutíes han comenzado a suministrar armamento directamente a la organización somalí.

Al analizar la conexión entre estos grupos, se vuelve evidente un patrón común. A pesar de sus diferencias ideológicas, han decidido dejar de lado las divisiones sectarias. Lo han hecho en favor de una colaboración estratégica que resulta beneficiosa para ambas partes.

Sentimiento antioccidental como factor unificador

Aunque el tráfico de armas es el eje central de la relación entre hutíes y Al Shabaab, hay otro factor igual de relevante. Se trata del sentimiento antioccidental, una fuerza menos tangible pero poderosa, que ha crecido en toda la región. Este clima ha fortalecido la alianza entre ambos grupos, más allá de sus diferencias ideológicas.

Desde el inicio del conflicto en Gaza, las tensiones se han agudizado. Las amenazas de Donald Trump sobre trasladar población palestina a Puntlandia o Somalilandia también han influido. Todo esto ha creado un terreno fértil para suavizar posturas tradicionalmente irreconciliables entre organizaciones islamistas rivales.

La especialista Zeinab Mostafa Ruwayha, en un análisis para el centro YGCS, lo resume así: «Ambos grupos comparten una marcada hostilidad hacia Estados Unidos e Israel, lo cual actúa como un factor unificador». Al Shabaab incluso celebró el ataque del 7 de octubre e instó a los musulmanes a unirse a quienes atacan a Israel y sus aliados.

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Destaca el pragmatismo de los hutíes para dejar atrás diferencias con otros grupos islamistas. A diferencia de otras facciones locales, Ansar Allah mantiene una postura más conciliadora hacia Al Qaeda. Esto ha facilitado la construcción de lazos con Al Shabaab. Según un informe publicado por The Telegraph en mayo de 2024, la relación entre los hutíes y Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) ha evolucionado hacia una cooperación militar y de inteligencia.

AQPA: El mediador de una colaboración que desafía las lógicas sectarias

El papel de Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) como facilitador de conexiones entre los hutíes y Al Shabaab, representa un giro sustancial en esta ecuación. Es importante destacar que ambos grupos fueron en su día uno de los enemigos más acérrimos en la Guerra Civil de Yemen. 

Entre 2014 y 2016, AQPA y los hutíes libraron duras batallas por el control de varios territorios. Las disputas se centraron en la gobernación de Al-Bayda y en zonas estratégicas como Marib, Taiz, Lahij y Adén. En esos enfrentamientos, numerosos combatientes de AQPA se integraron en milicias locales contrarias a los hutíes.

Tras la pérdida de la ciudad portuaria de Mukalla en 2016, AQPA experimentó un debilitamiento significativo de su posición en Yemen. Esta nueva realidad forzó al grupo a reinventarse para sobrevivir en el complejo tablero geopolítico del país. Desde 2020, AQPA ha transformado radicalmente su modelo operativo, convirtiéndose en un actor clave en las redes de contrabando regional. 

La organización ha desarrollado una sofisticada cartera de servicios ilícitos que incluye la facilitación logística para el movimiento de bienes a través de la frontera, recopilación de inteligencia táctica, asesinatos por encargo, gestión de relaciones tribales, tráfico de armas, e incluso, el contrabando de captagon. Este extenso «portafolio criminal» ha convertido a AQPA, en un intermediario logístico indispensable que conecta las economías ilícitas de Yemen y Somalia. 

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A los vínculos creados mediante redes de contrabando, se ha sumado un factor más preocupante: la cooperación militar directa entre los hutíes y AQPA. Según un informe de la ONU, ambos grupos coordinan operaciones conjuntas desde principios de 2024. El catalizador de este inesperado acercamiento ha sido la identificación de un enemigo común: el Consejo de Transición del Sur (CTS), respaldado por Emiratos Árabes Unidos.

Esta alianza oportunista ha facilitado una expansión estratégica que trasciende las fronteras yemeníes. Los hutíes han aprovechado hábilmente su acercamiento con AQPA, para establecer conexiones operativas con Al Shabaab. Así lo señala Michael Horton en un análisis para el Combating Terrorism Center de West Point.

Para los hutíes, uno de los primeros pasos para ampliar su presencia encubierta en el Cuerno de África fue formar una alianza pragmática. Esta colaboración se dio con Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), organización con base en Yemen.

En este nuevo ecosistema de alianzas, Michael Horton explica: «AQAP y Al Shabaab actúan como facilitadores y socios, ayudando a los hutíes a introducir y sacar material de contrabando de Yemen». Esta cooperación tripartita se ha vuelto fundamental para financiar los sofisticados programas de armamento hutí. 

A esta compleja red criminal transfronteriza, hay que sumar el papel de la República Islámica de Irán.

Teherán en las sombras: facilitador clave de la cooperación entre los Hutíes, Al Shabaab y AQPA

Una de las principales motivaciones del acercamiento de los hutíes a grupos afiliados a Al Qaeda es su búsqueda de mayor autonomía financiera y operativa. Aunque Irán sigue siendo un aliado estratégico clave, los hutíes han diseñado una estrategia sofisticada para diversificar sus fuentes de ingresos. El objetivo es reducir las vulnerabilidades que implica depender exclusivamente de Teherán.

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Con el fin de seguir mejorando sus capacidades militares y asegurar las cadenas de suministros, la inteligencia económica hutí se encarga de encontrar nuevos proveedores de bienes lícitos e ilícitos. Este esfuerzo ha impulsado la creación de nexos comerciales con Al Shabaab y AQPA, a través del contrabando marítimo. 

Además, los hutíes han demostrado una notable eficiencia para generar ingresos desde múltiples frentes. Obtienen recursos mediante impuestos a la población y a empresas yemeníes. También se benefician de las ganancias por importaciones y de la confiscación y venta de tierras y propiedades en zonas bajo su control.

Esta estructura económica les brinda un margen de maniobra más amplio ante eventuales oscilaciones en el respaldo iraní. A pesar de ello, su búsqueda de autonomía estratégica establece fronteras claras.

Teherán sigue siendo una fuente insustituible de componentes eléctricos para los programas de drones de los hutíes. También proporciona inteligencia clave para el desarrollo de misiles avanzados. Sin este apoyo tecnológico, muchas de sus capacidades armamentísticas serían difíciles de sostener.

Por su parte, Irán observa este escenario con cálculo estratégico. Lejos de frenar los vínculos entre actores históricamente rivales, ha optado por una postura pragmática. Participa de forma discreta en esta red criminal transfronteriza, sin exponerse directamente. Ve en ella una herramienta útil para debilitar la presencia occidental en el Mar Rojo.

Este rol facilitador ha sido documentado en un análisis de The Africa Report, publicado en marzo de 2025. El especialista Sakhri Mohamed señala el interés activo de Irán en consolidar los lazos entre los hutíes y Al Shabaab. Según el artículo, hay antecedentes que refuerzan esta hipótesis: en 2017, la Fuerza Quds permitió a Al Shabaab usar puertos iraníes como puntos de transbordo. Lo hicieron para eludir sanciones internacionales mediante la reexportación de carbón vegetal.

La convergencia operativa entre Irán, los hutíes, Al Shabaab y AQPA, representa un caso paradigmático de reconfiguración estratégica en el Mar Rojo. Al facilitar el tránsito de armas entre grupos ideológicamente rivales, Teherán refleja la necesidad de ajustar su estrategia ante un panorama regional en el que ha visto gravemente mermada su influencia. 

Esta maniobra responde a la desarticulación de los tradicionales bastiones de poder de Irán en la región. Entre ellos destacan el debilitamiento estructural de Hezbollah, la caída de Bashar Al Assad en Siria y la fragmentación de sus vínculos con las milicias iraquíes, así como con el eje de la Resistencia en general.

A continuación, se explica cómo funciona esta red criminal transfronteriza.

Anatomía de la Cooperación Ilícita: Mecánica operativa de esta red 

El tránsito de mercancías ilícitas entre ambas orillas sigue patrones diseñados para evadir la vigilancia internacional. Embarcaciones medianas procedentes de Irán, anclan estratégicamente frente a las costas de Yemen y Somalia, transfiriendo su carga a embarcaciones menores que se mimetizan con el tráfico pesquero que abunda en la zona. 

Así lo ilustra el mapa presentado por Liam Khar, en su análisis para el Global Initiative Against Transnational Organized Crime. El corredor de contrabando que cruza el Golfo de Adén, establece una arteria logística entre los hutíes y las zonas de influencia de Al Shabaab en Somalia. Esta misma fuente documenta conexiones entre los hutíes y células del ISIS  en Somalia, aunque con matices significativos. 

Las porosas costas de Puntlandia, combinadas con la experticia hutí para evadir bloqueos marítimos, han creado un ecosistema de contrabando altamente eficiente. La infraestructura operativa se ha consolidado en puertos estratégicos como Bosaso (Puntlandia) y las costas de Burua, Hobyo y Baraawe, en los Estados Federales de Somalia. 

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Mientras tanto, en el lado Yemení, las operaciones se concentran en Hodeida, Salif y Ras Issa, configurando un corredor que facilita tanto el tráfico de bienes y armamento, como el intercambio de inteligencia. 

Michael Horton, en su análisis para la Jamestown Foundation, destaca que Somalia y Puntlandia son las zonas más accesibles y utilizadas para descargar mercancías ilícitas. En contraste, los contrabandistas evitan sistemáticamente las costas de Somalilandia, debido a la alta efectividad y vigilancia de sus guardacostas.

Para los intereses estratégicos de los hutíes, la conexión con ISIS en Somalia evidencia complejidades ideológicas significativas, dado que esta organización mantiene una estrategia de reclutamiento internacional, que contrasta con la ideología de arraigo local de Al Shabaab, cuya legitimidad en comunidades rurales y pesqueras somalíes resulta estratégicamente más valiosa. 

Además, tras los golpes asestados por las Fuerzas de Seguridad de Puntlandia en la «Operación Hillac», ISIS se ha visto considerablemente debilitado y sólo es un actor secundario en esta red, posicionando a Al Shabaab como el principal interlocutor con los hutíes.

En cuanto al tráfico de armas entre los hutíes y Al Shabaab, Kharr señala: «Se presume que Al Shabaab está dispuesto a arriesgarse a represalias internacionales por colaborar con los hutíes y a posibles críticas internas por cooperar con una facción chií respaldada por Irán, solo si adquiere armas sofisticadas a las que ya no tiene acceso. De igual manera, se presume que los hutíes están dispuestos a arriesgarse a un mayor escrutinio internacional y críticas internas por colaborar con una filial de Al Qaeda, solo si esta logra avances sustanciales en sus objetivos ».

Hay que destacar que en el núcleo de esta convergencia está una ecuación simple: Al Shabaab posee recursos financieros pero carece de armamento suficiente para enfrentar al Gobierno Federal de Somalia, mientras que los hutíes tienen armas pero necesitan fondos para asegurar sus cadenas de suministros y diversificar su dependencia de Irán. Según el Departamento del Tesoro de EEUU, Al Shabaab recauda hasta 100 millones de dólares anuales mediante un sofisticado modelo de financiamiento.

Distribución funcional y operativa

En el terreno operativo, Al Shabaab y AQPA desempeñan funciones cruciales supervisando operaciones de transbordo y proporcionando seguridad para los contrabandistas y bandas de piratas recientemente reactivadas. Hay evidencia de que Al Shabaab controla completamente algunas de estas operaciones en territorio somalí, lo que representa una importante fuente de poder e ingresos para la organización.

Paralelamente en Yemen, el contrabando constituye un ingreso económico fundamental para las milicias tribales que dominan Lahij, Hodeida, Salif y Ras Issa, donde AQPA mantiene presencia activa, gestionando las relaciones tribales en dichos territorios. 

Esta convergencia operativa se ha visto facilitada tanto por factores geográficos, como coyunturales. Aunque fuerzas navales internacionales patrullan el Mar Rojo y el Golfo de Adén, la gran superficie de estas aguas y el intenso tráfico marítimo que las atraviesa, ofrecen una cobertura ideal para las actividades ilícitas. 

Para ocultar sus operaciones ilegales, los contrabandistas se apoyan en el tráfico marítimo, aprovechando la gran cantidad de pescadores artesanales y comerciales que operan en las costas..

En esta zona, la línea entre lo legal y lo ilegal es muy difusa, formando lo que los expertos denominan la «zona gris» de la seguridad.


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