El Sáhara Occidental lleva casi 60 años «pendiente de descolonización» y considerada como territorio no autónomo por la ONU. Un conflicto enquistado que impacta a nivel geopolítico sobre todo a España, Marruecos y Argelia.
Tras la conocida como «Marcha Verde» a finales de 1975, se suceden una serie de disputas territoriales respecto al reconocimiento del Sahara Occidental: Marruecos reclama su soberanía histórica y el Frente Polisario, que había nacido unos años antes, proclama la independencia de la República Árabe Saharaui Democrática.
Respecto al estatus del territorio antes de la colonización europea, el fallo de la Corte Internacional de Justicia del 16 de octubre de 1975 confirmó que «existían vínculos jurídicos de subordinación entre el Sultán de Marruecos y ciertas tribus que vivían en el territorio del Sáhara Occidental». Ese mismo día, bajo este mismo contexto, el entonces Rey de Marruecos, Hassan II, instó al pueblo marroquí a realizar la ya mencionada «Marcha Verde».
En esta marcha «pacífica» participaron alrededor de 350.000 marroquíes de todas las regiones del país en dirección a las provincias del Sáhara. El movimiento consiguió terminar con la colonización y ocupación española del territorio saharaui y la intención de Hassan II era afianzar su integridad en la zona sur.
La movilización del pueblo marroquí fue considerado un «éxito» para el país, ya que España terminó declarando el 8 de noviembre de 1975 que estaba dispuesta a negociar. Fue fruto de estas negociaciones la Declaración de Principios Entre España, Marruecos Y Mauritania sobre el Sahara Occidental por la que España «abandona» el territorio como «potencia colonizadora» y declara la institución de una Administración temporal del territorio en la que participan Marruecos y Mauritania en colaboración de la Yemaá, la Asamblea del Sáhara. Otro punto que se fijó en el documento fue el respeto a la opinión saharaui que se exprese a través de dicha Asamblea.
La ONU ha intentado poner fin al conflicto sobre la identidad del territorio estos últimos años. Sin embargo, propuestas como el plan de arreglo aprobado por el Consejo de Seguridad el 29 de abril de 1991. Este plan establecía un periodo de transición para preparar un referéndum en el que el propio pueblo del Sáhara Occidental pudiera elegir entre la independencia y la integración con Marruecos.
El propósito histórico de Marruecos es el reconocimiento internacional del Sáhara occidental como parte del reino y nunca ha manifestado la posibilidad de una independencia territorial completa. La iniciativa marroquí sobre la autonomía del Sáhara Occidental de 2007 era presentada ante la ONU por Marruecos como un nuevo escenario de convivencia que podría favorecer la «reconciliación».
Marruecos le ofrecería al Frente Polisario órganos propios para ejercer los tres poderes del Estado, que seguirían bajo los criterios del reino marroquí, derivando así en un régimen de autonomía con competencias propias en materias como la económica, desarrollo social y cultural o de infraestructuras; no obstante, el Reino de Marruecos se reservaría el ejercicio de ámbitos clave como defensa, relaciones exteriores o religión.
Ante este tipo de propuestas el Frente Polisario se ha mostrado siempre inamovible en la búsqueda de un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui. A pesar de que los líderes políticos no llegan a ningún acuerdo real, el pueblo saharaui continúa organizándose y manifestándose. Ya son más de cuarenta años luchando por el reconocimiento de la República Árabe Saharaui Democrática, y mostrando “capacidad para reinventarse y no someterse al refugio”.
Estados Unidos reconoce en 2020 la soberanía de Marruecos
El 10 de diciembre de 2020, el expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, reconoció abiertamente en Twitter la soberanía marroquí sobre el Sáhara occidental. Su tuit decía «Marruecos reconoció a Estados Unidos en 1777. Por tanto, lo correcto es que reconozcamos su soberanía sobre el Sáhara Occidental».
Estas polémicas declaraciones tuvieron una gran repercusión y un objetivo: Marruecos estableció relaciones diplomáticas «plenas» con Israel, algo visto como el «sumun del mercadeo político«. A cambio de este reconocimiento, Marruecos también se sumó al Acuerdo de Abraham, en el que países árabes se comprometen a normalizar sus relaciones con el estado judío, algo que no favoreció a las inestables relaciones con Argelia.
El país vecino rompió las relaciones diplomáticas con Marruecos a consecuencia del reconocimiento de Israel. La posición argelina ha sido desde el inicio de la «Marcha Verde» favorable al Frente Polisario y al establecimiento de una República Árabe Saharaui Democrática. Argelia siempre ha mostrado su rechazado la soberanía de facto que ejerce Rabat en el territorio e ,incluso, ha dado apoyo logístico desde su propio territorio a favor del Sáhara Occidental.
Este reconocimiento instado desde Estados Unidos, ha reavivado la disputa vivida en 1975 tras la «Marcha Verde» y durante la mitad de la Guerra Fría, cuando Argelia se encontraba de lado del bloque soviético y Marruecos se convirtió en aliado de Occidente, situación que se vio apaciguada tras la caída del muro de Berlin.
Las relaciones entre Argelia y Marruecos han tenido fases de acercamiento como la iniciativa de la Unión del Magreb Árabe tras el alto el fuego que se dio bajo mediación de la ONU en el territorio saharaui. Esta organización tenía una aspiración de integración regional, sin embargo, nunca llegó a llevarse a cabo debido a la inestabilidad de sus relaciones.
España considera la iniciativa marroquí de «autonomía» para el Sáhara
A pesar de la «neutralidad» española ante el conflicto, este viernes 18 de marzo, la Moncloa emitió un comunicado oficial respecto a la «nueva etapa» en su relación con Marruecos, basada en el respeto mutuo, el cumplimiento de los acuerdos, la ausencia de acciones unilaterales y la transparencia y comunicación permanente. Por primera vez, España ha apoyado el plan autonomista de Marruecos respecto a su soberanía sobre el Sáhara Occidental.
La postura española ante el conflicto siempre ha abogado por la neutralidad; sin embargo, en un intento de acercamiento con el reino marroquí, España se ha posicionado a favor de la propuesta de autonomía por parte de Marruecos de 2007.
Según el Ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Albares, ambos países se comprometen a trabajar conjuntamente para «afrontar juntos los desafíos comunes, especialmente la cooperación de la gestión de los flujos migratorios en el Mediterráneo y el Atlántico, con un espíritu de total colaboración». Según algunos analistas, el objetivo también sería el de asegurarse el blindaje de Ceuta y Melillas para frenar la llegada de inmigrantes y preservar la estabilidad e integridad territorial.
De la misma manera que el Reino de Marruecos y España han hecho pública su nueva «etapa» de relaciones, la Delegación del Frente Polisario para España ha lanzado un Comunicado ante la posición expresada por el Gobierno español en el Sáhara Occidental. Desde la delegación se acusa al gobierno de España de ir en contra del Derecho Internacional y llama tanto a su responsabilidad jurídica por trazar sus fronteras como a impedir la expansión marroquí a través de la defensa de sus fronteras.
Desde el pueblo saharaui se continúa reclamando su «derecho inalienable a la autodeterminación e independencia» y se denuncia el «chantaje» marroquí al que «ha optado por someterse» España. El Frente Polisario considera que esta decisión no va a ayudar a alcanzar una solución al conflicto ni, desde luego, va a facilitar los procesos e intentos de paz desde Naciones Unidas.
Por ello, desde la delegación se ha querido hacer un llamamiento a las fuerzas políticas españolas para tratar de enmendar el error que han cometido y asumir sus responsabilidades «acabar con el colonialismo en el Sáhara Occidental de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, especialmente en lo que respecta al ejercicio del derecho de los pueblos colonizados a la libre determinación y la independencia».
Desde Naciones Unidas han recordado la necesidad de resolver el conflicto bajo sus pautas y se ha advertido que debe haber un «compromiso pleno (de las partes) con el proceso político facilitado por la ONU». El portavoz de la ONU, Stéphane Dujarric, hizo hincapié en «reanudar el proceso político» de negociación entre las partes del conflicto, bajo las facilidades de la ONU como la resolución del Consejo de Seguridad de 2021.
En esta resolución se pide una solución «realista, viable, duradera y aceptable» y que, a su vez, «prevea la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental en el marco de disposiciones conformes a los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas».
Por su parte, la Comisión Europea ha considerado «positivo» que España y Marruecos mejoren sus relaciones sin entrar en la cuestión de la posición del Gobierno Español que, según indican, debería ser gestionada en un proceso acorde con las resoluciones de Naciones Unidas. Según la portavoz de Exteriores de la Comisión, Nabila Massrali, la Unión Europea «saluda los desarrollos positivos entre los Estados miembros y Marruecos en la relación bilateral que beneficia la asociación de la UE y Marruecos».
Aún se desconocen las posibles repercusiones a largo plazo de la decisión del Gobierno español y su impacto en las relaciones con Argelia, principal suministrador de gas natural de España recientemente adelantado por Estados Unidos como principal proveedor) y país que compite con Marruecos por la hegemonía de la región. Por el momento Argel ha denunciado que desde Madrid no se le informara de antemano de esta decisión y ha llamado a consultas a su Embajador.