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Radiografía de Cisjordania: ¿es posible una nueva Intifada?

Análisis

David García Pesquera
David García Pesquera
Graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Sus principales intereses son la geopolítica, el análisis de conflictos y la seguridad internacional, especialmente en Europa del Este, Oriente Próximo y el Norte de África.

Tras el ataque de Hamás a Israel y su contraofensiva en Gaza, el mundo mira a la Franja como principal foco de tensión. Sin embargo, el aumento de violencia en Cisjordania puede abrir un nuevo frente para Israel. En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, David García Pesquera, explica el contexto e historia de Cisjordania y analiza hasta qué punto podemos esperar una nueva intifada.

Tras el ataque terrorista perpetrado por Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023, la guerra ha estallado en Oriente Próximo. Un mes después, el conflicto tiene su respuesta más contundente en la Franja de Gaza, con bombardeos de las Fuerzas de Defensa de Israel. Sin embargo, en muchas ocasiones se olvida que Cisjordania es fundamental para entender el conflicto entre Israel y Palestina. 

La situación general en Cisjordania antes de los ataques se puede resumir en calma tensa. Mientras que los conflictos más destacables vienen ocurriendo en la Franja de Gaza con lanzamiento de proyectiles contra civiles en Israel contestados con bombardeos por parte de las fuerzas israelíes, la contienda entre árabes y judíos se desarrolla diariamente en Cisjordania, incluyendo las fases de calma y las conflictivas.

Por lo tanto, la administración de relaciones entre Israel y Palestina incluye todos los imprevistos de ataques terrenales a nivel fronterizo. Es más, Israel ha centrado su atención en posibles ataques organizados en forma de asesinatos e injerencias en su seguridad en el territorio de Cisjordania. Precisamente, este hecho pone de manifiesto la concentración del foco en estas zonas y no en la Franja de Gaza, donde la invasión terrestre sorprendió a un Estado de Israel que está precisamente presuntamente preparado para afrontar en cualquier momento una situación de tal calibre.

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Radiografía de Cisjordania

Es importante resaltar las diferencias sustanciales entre la Franja de Gaza y Cisjordania. Ambos territorios constituyen Palestina o el estado de Palestina, que no es independiente de facto ni cuenta con el reconocimiento internacional oportuno. La Franja de Gaza está cercada por Israel y también por Egipto y cuenta con una de las densidades de población más altas del mundo. Dos millones de habitantes en apenas 365 kilómetros cuadrados, que conviven con un bloqueo de todo tipo impuesto por Israel desde el año 2007, además de bajo el mandato de Hamás, una organización reconocida como terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, Cisjordania es mucho más heterogénea y la interacción con el Estado de Israel tiene numerosas vertientes.

Cisjordania cuenta con 5.640 kilómetros cuadrados y entre 20 y 40 kilómetros de ancho. Sus límites son el río Jordán y el Mar Muerto al este, llegando a la frontera con Jordania e Israel al sur, norte y oeste. Dentro del límite occidental, Jerusalén este emerge como parte de Cisjordania, con lugares tan emblemáticos para el judaísmo como el Muro de las Lamentaciones. Por lo tanto, Jerusalén se encuentra dividida y es epicentro de los enredos en la región. Otras poblaciones importantes del territorio de Cisjordania son Hebrón, Nablus o las bíblicas Belén y Jericó.

En cuanto a su economía, Cisjordania no cuenta con un tejido industrial propio desarrollado y escasea el comercio exterior. La falta de pujanza de la economía palestina en Cisjordania es reflejo del avance israelí en la zona, la incertidumbre jurídico-política y la falta de consenso entre sus autoridades. Israel concentra el 80% de las exportaciones y el 60% de las importaciones, asumiendo canales comerciales comunes que merman la autonomía mercantil de Cisjordania. De esta forma, el escaso comercio que tiene lugar con otros socios árabes en la zona como Jordania pasa por el control israelí.

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A su vez, la situación laboral de Cisjordania es compleja. Al 19% de desempleo se suma la reducida tasa de población activa, ya que la población cisjordana representa una pirámide extremadamente rejuvenecida. Por lo tanto, hablamos de una tasa de paro desproporcionada. Para muchos ciudadanos trabajar en Israel supone un alivio económico, pudiendo ganar hasta un 40% más que en sus poblaciones. El 20% de la población de Cisjordania tiene permiso emitido para trabajar en Israel, algo que contribuye a suavizar tanto la tensión religiosa y política como la asfixia económica. Dentro de los sectores económicos, destaca la alta empleabilidad de la construcción, en auge en la zona.

Si nos centramos en la historia de Cisjordania, los palestinos han ido perdiendo cada vez más presencia en el territorio desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Tras la creación del Estado de Israel, las naciones árabes no compartieron las decisiones adoptadas a través de la resolución 181 de Naciones Unidas para solucionar la contienda, dando lugar a la Primera Guerra árabe-israelí, con clara victoria de Israel y los consiguientes avances territoriales.

Sin embargo, el mayor control de territorios de Cisjordania ha tenido lugar tras la Guerra de los Seis Días en 1967. Las ocupaciones que tuvieron lugar durante este conflicto incluyeron Cisjordania (en ese momento Jordania), los Altos del Golán (Siria), la Franja de Gaza y la península del Sinaí (Egipto). No han sido reconocidas todavía de forma contundente y mayoritaria, se identifican como ilegales con respecto al derecho internacional y persisten actualmente (excepto el Sinaí, devuelto tras un acuerdo con Egipto).

No es hasta los años 90 que se intenta retomar un diálogo en busca del consenso necesario. En los Acuerdos de Oslo de 1993, Israel se comprometía a frenar la ocupación de Cisjordania mientras que la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), el interlocutor válido del pueblo palestino, se comprometía a reconocer el Estado de Israel. En 1995, Israel y la OLP firman el Acuerdo Interino sobre Cisjordania y la Franja de Gaza, en el que se incluían las bases de creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), fundada un año antes como resultado de lo discutido en Oslo. También se intentaron avances en Camp David en el año 2000, pero nunca se alcanzó el consenso necesario. 

Así es como se pasó de la esperanza a la resignación, ya sea por no lograr acuerdos fuertes o por el no cumplimiento de los mismos. De esta forma, en la actualidad el 62% de Cisjordania está bajo dominio del ejército israelí. Con estas cifras, se ha acuñado el término colonos israelíes para hacer referencia a los judíos que habitan en asentamientos de estas zonas ocupadas. Dicho término cobra más fuerza cuando se trata de poblaciones desarrolladas tras expulsiones forzosas de palestinos en la zona. 

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La Autoridad Nacional Palestina en Cisjordania

Se trata de la organización administrativa en forma de entidad política destinada a gobernar tanto Cisjordania, excepto Jerusalén este, como Gaza. Tras su creación, ha ostentado el reconocimiento de Israel para ejercer el gobierno de estos territorios. Se rige por la ley básica de Palestina de 2002, que ejerce a modo de Constitución.  

Su marco de acción se divide en tres: Presidencia, Consejo Ejecutivo y el Consejo Legislativo. No ostenta personalidad jurídica propia como sujeto de Derecho Internacional ni competencias en asuntos tan relevantes como defensa, fronteras, suministros energéticos o moneda oficial. Su capacidad de acción se limita a derechos civiles y religiosos, servicios públicos u orden público.

El presidente actual es Mahmud Abás, el mismo que el de la Organización para la Liberación de Palestina. Ambas se diferencian en que la OLP hace referencia a un conglomerado de ramas políticas y paramilitares con el objetivo de constituir un Estado palestino mientras que la ANP tiene un trasfondo administrativo. No obstante, este propósito de gobierno se ha visto mermado por dos principales elementos desestabilizadores en la región, tales como el terrorismo y los colonos israelíes asentados en Cisjordania.

El primero de estos elementos se centra en Hamás y la Yihad Islámica Palestina, ambas organizaciones terroristas que buscan erradicar Israel y a los judíos del mapa. Sus propósitos han retorcido la causa palestina y deslegitimado numerosas reivindicaciones de la población en Cisjordania, todo ello pese a que operan principalmente en Gaza. En cuanto al asunto de los colonos israelíes, forman parte del contexto detrás del surgimiento de las intifadas.

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¿Qué son las Intifadas?

Son definidas como movimientos populares en forma de revuelta de los palestinos contra las fuerzas israelíes. El término se acuña por primera vez en 1969 durante las revueltas en febrero y marzo, que permitieron a los palestinos recuperarse tras la derrota en la Guerra de los Seis Días. 

La primera de las intifadas se produce en 1987 y perdura hasta 1993. Comienza tras el atropello de cuatro palestinos por parte de un camión israelí en Gaza. No se centró solamente en el aspecto territorial, sino también en la asfixia socioeconómica que la población de Cisjordania estaba sufriendo. Durante esos años, los jóvenes encabezaron las revueltas mientras que los distintos actores del conflicto en Palestina se enfrentaron y no dieron uniformidad a la revuelta. Durante estos años, murieron 1.162 palestinos y 160 israelíes. Esta intifada se conoce como la intifada de las piedras.

La segunda intifada comienza en el año 2000 y se extiende hasta 2005. Se inicia con la visita del líder de Likud Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén este, algo visto como provocador. En este caso, la revuelta, una vez más encabezada por los jóvenes, no gozó del mismo apoyo social que la primera. Esto se debe en gran medida al descontento popular con la corrupción de las autoridades palestinas y sus desacuerdos constantes. Aun así, fue mucho más violenta que la intifada anterior. 

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A los atentados, emboscadas y asesinatos palestinos se sumó la respuesta israelí levantando un muro en Jerusalén y Cisjordania en el año 2002 y añadiendo un 10% más del territorio palestino a sus dominios. Al término de la intifada, no se llegó a ningún acuerdo, con 3.135 palestinos y 950 israelíes como víctimas. A esta intifada se le conoce como la intifada de Al Aqsa.

En 2015 se produce la intifada de los cuchillos en la que se producen ataques con arma blanca a ciudadanos israelíes y, en 2017, Hamás alienta una nueva tras reconocerse Jerusalén como capital de Israel por parte de Estados Unidos. Sin embargo, el mayor episodio de violencia desde la segunda intifada se produce en 2021, con varios días de fuego cruzado en este caso entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza. Por lo tanto, desde hace unos años, los mayores episodios de violencia se vienen produciendo en Gaza y no en Cisjordania. Sin embargo, lo vivido en el pasado puede replicarse y dar un giro a la situación actual de Cisjordania.

¿Una nueva Intifada en Cisjordania?

Dentro del conflicto entre Israel y Palestina, Cisjordania ha concentrado el espíritu político del pueblo palestino. Sin embargo, existe una fuerte ruptura entre las distintas organizaciones de la causa, tanto en sus objetivos como en la forma de alcanzarlos además de en sus relaciones con el Estado de Israel. Estos hechos han mermado la capacidad organizativa de los palestinos y sus apoyos internacionales.

Naciones Unidas estima que 179 palestinos han muerto en Cisjordania antes del ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023. Esta es un cifra histórica, la mayor en dos décadas. Dichas muertes se habrían producido en choques violentos con el ejército y la policía de Israel. En todo el territorio son comunes los enfrentamientos esporádicos entre ambos bandos. Hay un incremento de violencia no visto ni durante las intifadas. Si a eso le añadimos los asentamientos judíos, dibuja la presencia de los palestinos cisjordanos en forma de un queso Gruyere.

Ante la posición de Cisjordania en la guerra, es conveniente resaltar la pérdida de poder de la Autoridad Nacional Palestina. El grupo fue expulsado de la Franja de Gaza en 2007 tras haber ganado las elecciones Hamás. Actualmente, pese a que goza de autoridad en Cisjordania, cada vez disminuye más su capacidad de influencia sobre los sentimientos palestinos. Por otro lado, Irán, que toma un papel fundamental en la financiación de los grupos yihadistas de la zona, también ve incrementado su apoyo social.

Dentro de los escenarios abiertos por parte de Israel encontramos que, tras completar el asedio de Hamás en Gaza, el primer ministro, Benjamin Netanyahu opte por delimitar más el contorno palestino en Cisjordania, especialmente en las zonas de los asentamientos y el valle del Jordán. Dada la capacidad militar de Israel, si la respuesta palestina en la zona no es coordinada, el conflicto en Cisjordania no supondría un enfrentamiento de la magnitud histórica que está siendo la guerra en curso contra Hamás.

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Cualquier mínimo acontecimiento puede encender una chispa peligrosa. En el pasado hemos visto las intifadas por un atropello o la mera presencia del gobierno de Israel como casos que desembocaban la revuelta. Ante un episodio de corte similar y en el contexto de la guerra, ya sea por un enfrentamientos entre colonos y palestinos o choques por el control de más zonas, una inminente intifada sumada a los medios actuales y al terrorismo presente en la zona constituiría un desastre mayor para la región. 

El pueblo palestino que habita Cisjordania es conocedor de lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza. Por lo tanto, existe el riesgo de que pueda desencadenarse una nueva intifada en aras de vengar a las víctimas de los bombardeos de Gaza.

Precisamente este es el motivo que más debe preocupar a Israel, que una vez el terrorismo ha tomado las calles en la Franja de Gaza, consigue el mayor daño hecho a sus civiles en toda su historia. Es decir, el discurso más radical y extremista del pueblo palestino ha sido el que una vez se ha ejecutado en forma de terrorismo ha puesto en jaque las décadas de dominio y victorias por parte del Estado de Israel.

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Existe ese riesgo de que el terrorismo canalice mejor la rabia del pueblo palestino y así incremente su apoyo popular. De esta forma, la Autoridad Nacional Palestina vería muy mermada su capacidad de actuación y respuesta, mientras que Netanyahu no tendría ningún impedimento en deslegitimar la causa palestina. También en Cisjordania, porque ningún actor relevante en Occidente se opondría a condenar la barbarie terrorista.

El riesgo de que el conflicto bélico se extienda a Cisjordania ya es una realidad, ya hay enfrentamientos entre ambos bandos a diario. Si se discute sobre la posibilidad de una guerra de posiciones y trincheras calle a calle, Cisjordania resistiría una anexión total de Israel si su población sabe entender el momento y no desarrolla actuaciones violentas contra civiles israelíes que se pueden volver en su contra.

En definitiva, el verdadero riesgo para ambos bandos que se puede articular como cambio en la dinámica del conflicto es perder el relato. Por parte de Israel, medir de forma desproporcionada su control en Cisjordania y la utilización de los colonos para sus objetivos y, por parte de los palestinos, desarrollar una nueva intifada en forma de terrorismo organizado que imite el modelo de Hamás en Gaza y a su vez les acerque a la desaparición por omisión de socorro de una comunidad internacional solidaria con la causa pero implacable contra el terrorismo.   

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