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Lobos solitarios: origen y modus operandi

Análisis

Ana García De Paredes Dupuy
Ana García De Paredes Dupuy
Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Sus principales intereses son el funcionamiento de las Organizaciones Internacionales y su influencia a nivel global, así como la aplicación del Derecho Humanitario y el análisis geopolítico en el contexto de conflictos armados.

La proliferación de los atentados terroristas en Europa ha socavado la idea de una organización estructurada, dando paso a un nuevo modus operandi: los lobos solitarios. En este análisis hablamos sobre qué son y cómo operan en Europa.

Tras las medidas de seguridad globales que se instalaron tras los atentados de Nueva York, Madrid y Londres a principios de siglo, los grupos extremistas islámicos se vieron obligados a cambiar su estrategia. Es por ello que, en vez de reclutar combatientes para recibir entrenamiento militar en profundidad en alguna de sus bases, como hacía antes al Qaeda, ahora diseminan globalmente su ideología, explican cómo utilizar armas y dónde conseguirlas en internet, utilizando a combatientes “locales”.

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Desde el otro lado de la pantalla, toda una generación joven de islamistas radicales, muchos de ellos incluso conversos, y disconformes con las sociedades occidentales en las que están inmersos comenzaron a identificarse con el yihadismo y a informarse sobre el mismo.

¿Qué es un lobo solitario?

El concepto de lobo solitario, un calco del inglés “Lone Wolf”, se usa convencionalmente para aludir al individuo que perpetra un acto terrorista sin una macroestructura que lo ampare, lo arme o lo financie. También se suele emplear esta expresión para señalar a determinados agentes sociales que ejercen libremente, como lobos solitarios, dentro otras organizaciones que parecen sistémicamente gregarias en su funcionamiento, como las formaciones deportivas o los partidos políticos. Con todo, este término se ha vuelto frecuente para designar a los terroristas que atacan individualmente fuera de una jerarquía concreta que orqueste el cómo y el cuándo de las acciones.

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El hecho de que un individuo ejecute atentados como único autor material no necesariamente implica que se trate de un lobo solitario. Al menos si, como se entiende comúnmente esa denominación cuando es aplicada a terroristas, hace referencia a alguien que se desenvuelve al margen de grupo u organización alguna.

Los lobos solitarios del grupo terrorista ISIS que fueron responsables de los últimos atentados en Europa actuaron con escasa coordinación de la jerarquía yihadista. Varios expertos internacionales han puesto de relieve este fenómeno y el peligro que conlleva, ya que, con el fin de diluir lo que es una realidad, la amenaza yihadista, se trata de tranquilizar a los ciudadanos que se encuentran con que esta amenaza les afecta directamente o de una forma próxima.

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Lo que el mundo enfrenta hoy son ataques realizados por individuos “en el nombre de”, más pequeños, pero con “efectos simbólicos importantes”, como el de la revista francesa Charlie Hebdo. Las dificultades que estos plantean es que son casi imposibles de detectar y prevenir, ya que son ellos mismos quienes planean los ataques.

Los datos del último Índice Global de Terrorismo del Instituto para la Economía y la Paz de Sídney, muestran un aumento de atacantes terroristas individuales no afiliados en Occidente.

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Los datos a largo plazo revelan que la proporción de ataques no afiliados, o ataques cometidos por personas sin vínculos con un grupo terrorista, aumentó de menos del cinco por ciento a mediados de la década de 1970 a más del 70 por ciento para el período entre 2014 y 2018.

Estos datos reflejan como los terroristas modernos no siempre pertenecen necesariamente a un grupo con nombre determinado. Su radicalización emana de su entorno social. Además, internet y las redes sociales les ofrecen una red global y un canal de difusión sin precedentes, que llega incluso hasta la retransmisión en vivo de un atentado a través de Facebook. 

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Por otra parte, los terroristas son producto de su tiempo y la intolerancia es una tendencia global que va en aumento en los últimos años, impulsada por una política cada vez más populista. Como resultado, la búsqueda de respuestas simples polariza, y el disidente y el extraño se convierten en figuras enemigas. En este contexto la digitalización interviene reforzando el extremismo en el propio centro de la sociedad.

El fenómeno del “lobo solitario” no es nuevo. A lo largo de la historia, terroristas individuales independientes perpetraron ataques sin ninguna orientación, participación operativa o apoyo organizativo de las organizaciones terroristas.

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Sin embargo, el uso de Internet ha contribuido significativamente al crecimiento de este fenómeno en las últimas décadas. Desde 2015, ciudades como París, Londres, Viena y Bruselas han sido víctimas de atentados terroristas perpetrados por individuos radicalizados.

En los últimos años, Francia ha sido el país que más atentados de estas características ha sufrido desde que el ataque en el seminario satírico Charlie Hebdo, en París, desató una oleada de ataques yihadistas en suelo europeo.

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En verano de 2016, dos jóvenes de 19 años que dijeron pertenecer al ISIS entraron en la iglesia de Saint Etienne du Rouvray, en Normandía, y degollaron ante los feligreses al anciano sacerdote Jacques Hamel. Ese mismo año, 84 personas murieron después de que un individuo arrollase con un camión a una multitud en Niza que celebraba la fiesta nacional por la toma de la Bastilla.

El destino del profesor de secundaria francés Samuel Paty fue igual de alarmante. En 2020 fue decapitado a las afueras de París por uno de sus alumnos tras enseñar en clase caricaturas de Mahoma publicadas, precisamente, en la revista Charlie Hebdo para hablar de la libertad de expresión.

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Más recientemente, el ataque del pasado 25 de enero en una iglesia de Algeciras, donde un hombre armado asesinó al párroco y herido a otra persona, ha vuelto a poner en alerta a Europa por la posible reaparición del terror provocado, sobre todo, por la actuación de estos “lobos solitarios”. Todos estos ataques tienen un factor en común, que parece ser su motivación, vinculada al extremismo religioso, en este caso del Islam.

¿Cómo el ISIS recluta a los lobos solitarios? 

Internet ha permitido a los terroristas de todo el mundo formar parte de comunidades virtuales de personas con ideas afines, contribuyendo a la radicalización de sus miembros, educándose unos a otros sobre la planificación y ejecución de ataques, todo sin encontrarse físicamente entre sí. También ha permitido a las organizaciones terroristas publicar y difundir propaganda y ofrecer instrucciones sobre cómo producir armas, municiones y explosivos. 

La capacidad de los propagadores terroristas —organizaciones y otras entidades— para comunicarse directamente —a nivel local e internacional— con jóvenes radicales de todo el mundo les permite radicalizarse aún más y también motiva a estos individuos a ejecutar ataques de “lobo solitario” en diferentes países.

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Sin embargo, parece que la prevalencia de los ataques de “lobos solitarios” de los últimos años se deriva, entre otras cosas, de las dificultades objetivas a las que se enfrentan las organizaciones terroristas en su intento de ejecutar “ataques organizados”. Por ejemplo, la pérdida de territorios del ISIS en Siria e Irak, la debilidad de Al-Qaeda en varios escenarios alrededor del mundo y las limitaciones operativas de Hamás fuera de la Franja de Gaza llevaron a estas organizaciones a llamar a actores independientes para perpetrar ataques inspirados por o incluso en nombre de las organizaciones antes mencionadas.

Por ello, estas organizaciones buscan cada vez más el crear una atmósfera que apoye los ataques de “lobos solitarios” a través de la incitación y la propaganda difundida en línea, y alentar a sus seguidores en todo el mundo a atacar localmente.

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Recientemente, el ISIS ha lanzado, a través de sus redes sociales, una nueva campaña de captación de actores –“lobos”– solitarios para que operen desde distintos países, entre ellos España.

Se trata de un sistema “progresivo” con el fin de medir el nivel de concienciación y aceptación de las ideas yihadistas que pueden alcanzar los interesados. No pedirles que se impliquen en atentados desde el primer momento, sino encargarles labores “sencillas” de acometer.

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Los cabecillas, que suelen actuar desde Siria, aunque pueden estar en otros países —Turquía, Irak o Marruecos—, proponen al candidato que se implique en labores de desinformación contra medios que les atacan, que son contrarios a la yihad, y que están radicados, por ejemplo, en Egipto o en Arabia Saudita. Algo relativamente tan fácil como publicar noticias o comentarios para contrarrestar a los que se insertan en contra del ISIS y sus actividades criminales.

El candidato ha contactado, casi siempre, con Daesh a través de un link en el que, supuestamente, solo se ofrecen noticias ampliadas de la banda yihadista. En el caso, de que manifieste su voluntad de colaborar en tan “inocente” misión, su “administrador” —controlador— le exige que preste juramento de fidelidad al “califa” de ISIS. Es la prueba de fuego para saber si está realmente dispuesto a integrarse. En caso afirmativo, se le envían unos enlaces a través de los cuales tiene que empezar a realizar su labor de desinformación.

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El “administrador” controla en todo el momento las actividades de su “pupilo”, que opera con un alias que se le ha dado, para valorar su grado de implicación, habilidades, fidelidad, etcétera. El siguiente paso es conferirle otro tipo de “misiones”, como pueden ser las de captación, en su entorno inmediato y con todas las reservas, de nuevos candidatos a afiliarse a Daesh. Es otra fase, aunque hay otras vías.

Durante todo este periodo, se le envían una serie de manuales para que opere dentro de las redes con la mayor seguridad posible, casi siempre a través de Telegram. Estas instrucciones son constantemente revisadas y se remiten, incluso, enlaces que se deben descargar a través de la Dark Web —red oscura—, que es un conjunto de sitios de Internet a los que solo se puede acceder mediante un navegador web especializado, con el fin de mantener la actividad en el plano secreto y en el anonimato, con el fin de que no sea detectada por las autoridades.

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En los últimos años, las organizaciones terroristas han aprovechado el contexto de la pandemia para difundir su propaganda en la Unión Europea. Según un informe difundido por Europol, solo en 2020 se contabilizaron al menos 57 ataques completados, frustrados o fallidos en la UE, que se cobraron la vida de 21 personas y llevó a la detención de 449 sospechosos por terrorismo en 17 países europeos.

Es una realidad que los terroristas “lobos solitarios” y su proliferación suponen un nuevo desafío para la comunidad internacional y su seguridad. Según Fernando Reinares, investigador principal de Terrorismo Internacional en el Real Instituto El Cano: “los atentados individuales se encuentran ya inscritos en el marco del polimorfismo propio del actual terrorismo global y de la evolución observable en la amenaza que dicho fenómeno yihadista continúa suponiendo para las sociedades occidentales”.

Editado por:

Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

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