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¿Cómo y por qué aumenta el poder de China en América Latina?

Análisis

Lucía Anahí Brogiolo
Lucía Anahí Brogiolo
Estudiante del Grado de Ciencia Política y Relaciones Internacionales y Derecho en la Universidad Católica de La Plata (Buenos Aires, Argentina). Su objetivo es especializarse en Geopolítica e Inteligencia, áreas fundamentales para analizar y comprender el actual sistema internacional y sus dinámicas. Además, es alumna-certificada del Curso de Analista Político Internacional de LISA Institute.

En los últimos años, y tras la pérdida de influencia de los Estados occidentales, China está estrechando lazos de cooperación económica, política y comercial con otras regiones, entre ellas América Latina y el Caribe. En este artículo la alumna del Curso de Analista Político Internacional de LISA Institute, Lucía Anahí Brogiolo, analiza cómo el gigante asiático ha ejercido esa influencia, cómo se materializan sus proyectos y cuáles son las condiciones que establece y las críticas que recibe.

Desde principios del siglo XXI el aumento de la influencia de China en América Latina se ha manifestado de forma exponencial a través de inversiones en sectores estratégicos por parte de empresas chinas, especialmente en la construcción de bases espaciales y puertos, el sector tecnológico, de telecomunicaciones, el financiero y crediticio, la minería o metalúrgica, defensa, entre otros. 

La estrategia de expansión política de China que comenzó con el proyecto «Going Global policy» y que actualmente se realiza mediante la Nueva Ruta de Seda o la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI por sus siglas en inglés), se puede analizar considerando dos herramientas esenciales: las bases de telecomunicaciones y la construcción de puertos. Esto permite a China controlar toda la cadena de valor desde la obtención de materias primas, su transporte y el mercado para sus productos manufacturados. Todo ello a través de las inversiones que ejecuta el Banco Multilateral de Desarrollo (BMD) y el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (BAII). Este último, junto con la BRI, forman parte del proyecto del nuevo sueño chino de expansión global iniciado por el actual presidente, Xi Jinping. 

La potencia asiática puede representar una «amenaza» para el continente, ya que, como prestamista, no exige un plan de devolución de la deuda, sino que opta por obtener materias primas. Un ejemplo es la modalidad de préstamos por petróleo que utilizó en Ecuador, Brasil y Venezuela; esta última envió un promedio de 373.700 barriles diarios entre 2007-2016 y alcanzó un máximo de 627.000 barriles diarios en 2015. 

Fuente: elaboración propia.

En cambio, y a diferencia de organismos internacionales que otorgan créditos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial, solicitan un plan de devolución de la deuda, donde se establezcan los plazos, y se apliquen medidas para reducir el déficit fiscal, además de establecer controles del gasto presupuestario.

La relación prestamista de China perjudica a los Estados latinoamericanos que poseen elevados niveles de corrupción, debido a una baja institucionalidad, transparencia y controles constitucionales. Además, generan una continua falta de desarrollo, déficit presupuestario, endeudamientos y en esta instancia, la entrega de sus recursos naturales a una potencia como China. En América Latina y el Caribe, 19 Estados ya forman parte de la Nueva Ruta de la Seda, a pesar de que los países que no forman parte del proyecto también reciben préstamos, como es el caso de Brasil.

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Bases espaciales y de comunicación de China en América Latina

China posee un total de once estaciones espaciales y de comunicación solo en América Latina distribuidas de la siguiente manera: 

En Argentina:

  • Base Militar construida en la Provincia de Neuquén por China Satellite Launch and Tracking Control General (CLTC) mediante la cual se puede interceptar los satélites y comunicaciones del hemisferio sur. 
  • Río Gallegos Ground Station.
  • Proyecto de Radiotelescopio China-Argentina (CART) y Observatorio Astronómico Félix Aguilar en San Juan. Esta iniciativa forma parte de una estrategia conjunta entre la Universidad Nacional de San José (UNSJ) y los Observatorios Astronómicos Nacionales de China (NAOC) para instalar radiotelescopios en el Observatorio Astronómico Félix Aguilar.
  • Proyecto San Juan.

En Venezuela:

Este país fue una de las principales puertas de ingreso al continente y constituye un aliado estratégico del gigante asiático debido a sus grandes reservas de petróleo.

En Bolivia:

  • La Guardia Ground Station en Santa Cruz.
  • Amachuma Ground Station en La Paz.

Ambos proyectos fueron realizados por la empresa China Great Wall Industry Corporation. Es relevante recordar que este país se destaca por recursos minerales como el oro, plata, estaño, gas natural y agua dulce. Es una de las regiones con mayor biodiversidad del planeta y una baja densidad poblacional, con solo 12 millones de habitantes.  

Construcción de puertos de China en América Latina

Considerando que China cuenta con la mayor flota del mundo, financiada por el propio Estado con la que realiza la pesca ilegal en Zonas Económicas Exclusivas de Estados soberanos, es relevante conocer que solamente América Latina y el Caribe posee más de cuarenta proyectos, a través de tres principales empresas: Cosco Shipping, Shanghai International Port Group y Hutchison Port.

La primera lleva adelante la construcción del puerto de Chancay en Perú, lugar estratégico del Pacífico Sur para el ingreso de los productos industriales fabricados en China y la salida de las materias primas del continente hacia dicho Estado. A nivel internacional y relacionado con la empresa china, destaca su antecedente, el puerto de Pireo en Grecia. La construcción es estratégica por su ubicación como puerta de ingreso a Europa, conexión con Asia y África y fue comprado por Cosco Shipping en el contexto de la crisis de 2008, donde adquirió el 51% del mismo. 

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En el caso de la segunda empresa, es la misma realizó la compra del puerto de Yibuti en la entrada del Mar Rojo y el canal de Suez, otro caso internacional relevante, ya que constituye el primer puerto transformado en una base militar fuera de China. Por último, solamente Hutchison Port se encuentra actualmente operando en ocho puertos de Latinoamérica, distribuidos de la siguiente manera: una en Buenos Aires, Argentina, cuatro en México, el puerto Balboa y Cristóbal en Panamá y una en las Bahamas. A su vez la compañía China Railway Group y China Communication Construction Company (CCCC) y en particular su firma China Harbour Engineering Co, se encuentran a cargo de la construcción de otro puerto en el canal de Panamá. 

Fuente: Hutchison Ports.

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Tratados especiales de comercio entre China y América Latina

La mayor influencia de China en América del Sur se puede observar en la firma del Acuerdo de Libre comercio entre China y Uruguay en 2022, que generó consecuencias negativas en las relaciones entre los países limítrofes, específicamente con los miembros del MERCOSUR. La alianza MERCOSUR nació en el año 1991 para fortalecer los lazos económicos, comerciales, políticos, entre Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, al que posteriormente se sumaron Bolivia y Venezuela (suspendida actualmente). 

Críticas y condiciones de la llegada de China a América Latina

La llegada de China a América Latina es preocupante también en materia medioambiental. Varias ONG’s denunciaron ante Naciones Unidas, a través de un informe, la violación de normas medioambientales y sociales en los múltiples proyectos que China está realizando en América Latina. Por ejemplo, en Perú controla los dos principales yacimientos de cobre y mineral de hierro: las Bambas y Toromocho, explotados por las empresas MMG Limited y Chinalco, respectivamente. 

La denuncia se basa en un análisis de 14 proyectos ejecutados por once empresas chinas en Argentina, Bolivia, Chile, Perú, México, Colombia, Ecuador, Venezuela, Brasil, en el sector de minería, hidrocarburos, hidroeléctrico, infraestructura e industria alimentaria. 

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En contraposición a lo que muchos analistas internacionales definen el accionar de China sobre el continente como un ejemplo de Cooperación Sur-Sur, o de inversiones que favorecen el desarrollo de los Estados que no cuentan con las capacidades y fondos suficientes por hacerlo, nos encontramos ante una competencia en desigualdad de condiciones por varias razones. En primer lugar, por las capacidades militares, económicas, comerciales que posee China en comparación con los Estados latinoamericanos; en segundo lugar, porque la ecuación económica de costes y beneficios resulta en un coste geopolítico, económico y de gobernabilidad muy elevados para el continente en cuestión; y por último, por las condiciones que China impone al firmar los tratados, entre las cuales destacan tres: 

  1. Condicionalidad política. Los países de América Latina y el Caribe deben reducir sus vínculos e incluso abstenerse de tener relaciones con Taiwán, así como el establecimiento de la política de una sola China como política externa. 

A su vez, logra influir en las votaciones de los Estados en Naciones Unidas, como se pudo observar en el proyecto presentado por Estados Unidos para condenar la violación de derechos humanos de los uigures y otras minorías religiosas islámicas que se encuentran detenidas arbitrariamente en Xinjiang, China. En este caso, Cuba, Venezuela y Bolivia votaron en contra, mientras que Argentina, Brasil y México se abstuvieron. Consecuentemente, China fue favorecida por la abstención y votación a su favor que realizaron los Estados latinoamericanos.

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  1. Condicionalidad arraigada. China exige que sus empresas participen de manera activa en los proyectos que financia, a través de la utilización de su tecnología, compra de insumos y mano de obra. De las cientos de empresas chinas operando América Latina, destacan las siguientes: China Great Wall Industry Corporation (CGWIC), China National Petroleum Corporation, Huawei Technologies Co., China Zhong Xing Telecommunication Equipment Company Limited (ZTE), China Petrochemical Corporation (SINOPEC) y Synohydro Corporation. 
  1. Condicionalidad emergente. A través de esta condición se genera una dependencia del país receptor de los servicios y la necesidad de nuevos créditos para cubrirlo. Por ejemplo, en el sector tecnológico, en los proyectos de telecomunicaciones y satélites no se realizó una transferencia tecnológica, y los Estados latinoamericanos aumentaron sus deudas con cada satélite nuevo. 

Aumento del poder de China en América Latina o soft power

El aumento de poder de China en el continente, es una manifestación de la utilización del soft power de la teoría de Joseph Nye en contraposición al hard power o poder militar. El primero se adquiere a través de inversiones en sectores y localizaciones estratégicas, logrando así el control suficiente para interferir en el proceso de toma de decisiones políticas, económicas, comerciales e incluso militares.  

Keohane y Nye desarrollaron la teoría de la interdependencia compleja o «dependencia mutua» para explicar el posicionamiento del gigante asiático en el continente. Sus ideas se basan en:

  • Múltiples canales de vinculación mediante acuerdos informales y formales, relaciones interestatales, transgubernamentales y transnacionales, que pueden reflejarse en el número excesivo de empresas chinas que operan en el continente y firmar así acuerdos con los Estados. 
  • Una ausencia de jerarquía en los temas, ya que no se subordinan a la seguridad militar, sino que abordan de manera integral diversos temas como cuestiones económicas, financieras, comerciales, obtención de materias primas. 
  • Reducción del papel de la fuerza militar, sin embargo, puede observarse el aumento de poder mediante otros medios, como por ejemplo, el económico. 

La teoría permite analizar la situación de interdependencia asimétrica existente entre los países de América Latina y China, y la presencia de Pekín en mecanismos de cooperación regional como el Grupo Río, MERCOSUR, miembro observador en el Banco Interamericano de desarrollo y el Banco Caribeño de Desarrollo.

Por último, es relevante conocer este aumento de poder de China en la región, ya que constituye una potencia que ha realizado un avance «silencioso» a través de inversiones realizadas por empresas chinas, otorgamiento de créditos del BAII y el Banco de Desarrollo Asiatico. Así, China se asegura toda la cadena de producción, desde la obtención de materias primas estratégicas, como el agua dulce, tierras fértiles para la producción de alimentos, hidrocarburos y minerales, hasta la obtención de mercados a donde exportan sus productos junto con el transporte de los mismos.

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En cuanto a la política exterior, logró modificar la postura de Estados, volviéndolos funcionales a la defensa de sus intereses nacionales, específicamente ante las disputas territoriales que mantiene con países vecinos, y fortalecer su posición en organismos internacionales. Mientras que los países de América Latina y el Caribe están viéndose perjudicados por la entrega de sus territorios soberanos, la contaminación ambiental, la infraestructura estratégica y un acceso aún más limitado a sus propias materias primas como forma de pago de sus deudas, también aumenta la corrupción. Esto ocurre ya que económicamente se adquieren préstamos que se devuelven con recursos naturales y no se establece un plan económico que permita iniciar el desarrollo. No se puede dejar de mencionar que China es un gobierno autoritario unipartidista que no comparte los valores de las instituciones occidentales.

Como decía Henry Kissinger, «vivimos en un tiempo maravilloso, en el que el fuerte es débil debido a sus escrúpulos, y el débil se fortalece debido a su audacia» y «no es frecuente que las naciones aprendan del pasado, y aún más raro es que saquen conclusiones correctas».

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