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De petromonarquía a talasocracia: el plan de Emiratos Árabes Unidos para convertirse en un imperio comercial

Análisis

Antonio García Llata
Antonio García Llata
Consultor de seguridad y analista de interesado en la Península Arábiga y el Sahel. Politólogo por la Universidad de Salamanca, y masterado en Seguridad y Defensa por la Universidad Antonio de Nebrija. Actualmente cursando el Máster Profesional de Analista de Inteligencia en LISA Institute. Colabora en The Political Room y dirige el pódcast de actualidad internacional Custos Mundi.

El pequeño país del Golfo Pérsico, con menos de diez millones de habitantes, se ha establecido como uno de los epicentros regionales, y casi mundiales, del comercio, los proyectos internacionales en África y el control sobre los puertos y mares. En este análisis, el alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Antonio García Llata explica cómo avanza Emiratos Árabes Unidos en el tablero internacional para convertirse en un imperio comercial.

En las últimas dos décadas, espoleados por un acelerado crecimiento económico fruto de los petrodólares, las monarquías del Golfo han irrumpido en el tablero internacional como actores muy dinámicos. 

El caso de Emiratos Árabes Unidos (también conocido por sus siglas, EAU) es pragmático: un país de menos de diez millones de habitantes que ha sabido establecerse como una relevante potencia en la región. Emiratos ha hecho uso de todos los instrumentos que quedaban su alcance: ya sean diplomáticos, económicos o militares, y han tejido una intrincada red de apoyos e intereses que se expanden por todo África. 

Por ejemplo, en el ámbito diplomático, EAU se han convertido en uno de los mayores donantes de ayuda médica para la lucha contra la COVID-19. Prueba de ello es, que incluso en 2022, las autoridades emiratíes destinaron 60 millones de dólares para apoyar a terceros países aún afectados por la pandemia. Mientras tanto, la firma dubaití DP World expande el puerto de Berbera, en Somalilandia; y las tropas emiratíes entrenan y arman a tropas del general Haftar en Libia. 

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Un puerto, un nodo: la estrategia de Mohammed bin Zayed para asegurar el porvenir de Emiratos Árabes Unidos

Esta ofensiva diplomática de Emiratos Árabes Unidos busca hacerse con el dominio de rutas marítimas clave mediante la proyección de su poder sobre la costa, siguiendo el principio de one port, one node (un puerto, un nodo). Bajo este planteamiento geoestratégico, las autoridades emiratíes esperan convertir al puerto dubaití de Jebel Ali en el gran punto neurálgico que haga de puente entre África, Europa y Asia, conectando el puerto con las diferentes concesiones que han ido coleccionando en la última década. 

La estrategia one port, one node es troncal para el futuro de los Emiratos Árabes Unidos y son conscientes de la necesidad de diversificar su economía y no confiar únicamente en los hidrocarburos. A este efecto, el presidente emiratí Mohammed bin Zayed lleva años potenciando el desarrollo de otras industrias en el país. De todas, la más importante es la comercial. Aunque pueda sorprender, las reexportaciones de productos no petrolíferos en 2022 supusieron el 50% de las exportaciones de los Emiratos Árabes Unidos. 

La estrategia «un puerto, un nodo» descansa sobre dos cimientos: la seguridad y la logística. En primer lugar, es indispensable que las rutas comerciales sean estables para la navegación de los cargueros que discurran desde y hasta Jebel Alí. Este foco en la seguridad salta a la vista en Yemen y el estrecho de Bab el-Mandeb. 

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En segundo lugar, la negociación de concesiones para el desarrollo de la infraestructura logística necesaria en África. En esta labor es instrumental la multinacional DP World, con sede en Dubai y que se ha convertido en la quinta mayor operadora portuaria del mundo. De la mano de DP World, las autoridades emiratíes han acometido ambiciosos proyectos para la construcción de puertos en lugares como Somalia, Mozambique, Sudáfrica o Senegal, plagando todo el litoral africano de fondeaderos emiratíes. 

Las inversiones africanas de DP World tejen un tapete que recorre todo África, hundiendo sus raíces hasta el corazón del continente. Por ejemplo, en Ruanda, la firma dubaití opera la planta logística de Kiwali, con la intención de conectarlo con el puerto de Mombasa, en Kenia, donde, para sorpresa de nadie, DP World también ha anunciado inversiones millonarias. 

La política estratégica de Emiratos Árabes Unidos en Yemen

Yemen mantiene un puesto prioritario en la política estratégica emiratí. No en vano, el gran proyecto para convertir a los Emiratos Árabes Unidos en una talasocracia comercial orbita sobre el estrecho de Bab el-Mandeb. Situado en uno de los puntos más calientes del planeta, entre Yemen y Djibuti, es la puerta a los mercados europeos y al Cuerno de África. 

Mantener la seguridad y estabilidad para la navegación por el estrecho es el principal objetivo que impulsó a las tropas emiratíes a participar en la Operación Tormenta Decisiva, como parte de la coalición internacional capitaneada desde Riad para ayudar al gobierno yemení contra los rebeldes hutíes. Desde entonces, los Emiratos Árabes Unidos han seguido su propia agenda, tejiendo una importante red de actores sobre el terreno para alejar a los proxies iraníes del control sobre el estrecho de Bab el-Mandeb. 

Destaca el STC (South Transitional Council, Consejo de Transición del Sur), grupo que aboga por el restablecimiento de una República de Yemen del Sur independiente, como lo fue hasta 1990. Bajo el paraguas del STC se amparan diversas milicias yemeníes pro-emiratíes, destacando la Brigada al-Hizam y la Brigada de Gigantes del Sur. Con el apoyo de Abu Dabi, estas milicias controlan prácticamente la totalidad de la costa del Golfo de Adén, desde la ciudad homónima hasta el importante puerto de al-Mukalla. Al amparo de este control, los Emiratos Árabes Unidos operan en una docena de muelles a lo largo de la costa yemení: los de Aden, Makha, Mukalla, Al-Dabba, Bir Ali, Belhaf, Rudum, Zoubab, Al-Khawkhah, Al-Khouba, Qena, y Al-Nashima.

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Más importante que el Yemen continental son, para los Emiratos Árabes Unidos, sus islas. Yemen ejerce soberanía sobre el archipiélago de Socotra, la puerta al Golfo de Aden, y la isla de Perim, situada en pleno estrecho de Bab el-Mandeb. Pese a su titular soberanía, ambas se encuentran bajo control emiratí. 

Socotra fue ocupada en 2018 por tropas emiratíes. Tras detener a las tropas yemeníes, se izaron banderas de Emiratos Árabes Unidos en toda la isla, poniéndola bajo autoridad de Abu Dabi. Tras dos semanas de ocupación, las presiones desde Riad obligaron a los Emiratos Árabes Unidos a poner fin a su ocupación. Pero este paso en falso no apagó las ansias emiratíes y, el 21 de junio de 2020, las tropas del STC fueron transportadas a la isla por barcos de los Emiratos y se hicieron con el indiscutido control sobre el archipiélago.

Desde entonces y en el marco de la normalización de relaciones con Israel, los Emiratos Árabes Unidos han construido en la menor de las islas del archipiélago, Abd al-Kuri, un centro de inteligencia y alerta temprana con la asistencia del país hebreo. La misión del mismo sería, en teoría, la monitorización de la amenaza hutí, especialmente el lanzamiento de cohetes y misiles balísticos. Sin embargo, salta a la vista que la privilegiada situación de Socotra le permite a los Emiratos Árabes Unidos proyectar su poder sobre el Golfo de Adén y el Cuerno de África. 

Un poco más al norte, situada en pleno estrecho de Bab el-Mandeb, a tan solo cuatro kilómetros de la costa, se encuentra la isla de Perim. Aquí la situación es algo más confusa y, aunque se sabe que tropas emiratíes han construido una pista de aterrizaje en el norte de la isla, no parece que esté en uso. Sin embargo, su posición estratégica en pleno estrecho, así como el hecho de que se haya confirmado la presencia emiratí en el pasado pueden apuntar a un mayor control en el futuro, completando el triángulo entre Socotra, Adén y la propia Perim que le da a los Emiratos una posición preponderante sobre Bab el-Mandeb y el Golfo de Adén. 

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La influencia de Emiratos Árabes Unidos en el continente africano a través del Cuerno de África

Pese a su pequeño tamaño, los Emiratos Árabes Unidos se han convertido en el cuarto mayor inversor en África, tan solo por detrás de los Estados Unidos, China y Francia. Dentro del enorme continente africano, las autoridades emiratíes le prestan especial atención al Cuerno de África. 

Al igual que con Yemen, la estabilidad en esta convulsa región es vital para las ambiciones de Mohammed bin Zayed de convertir a los Emiratos Árabes Unidos en un imperio comercial, algo que se demuestra con la dimensión de la intervención emiratí sobre el Cuerno. Desde Abu Dabi se patrocinan enormes programas de desarrollo de infraestructura en Somalilandia; se media en el interminable contencioso entre Eritrea y Etiopia, y se apoyan las operaciones contraterroristas sobre el terreno. 

Especialmente interesante es el caso de Somalilandia. De iure reconocida como una región autónoma de Somalia, es de facto independiente, con una administración, moneda, policía y ejércitos propios y funcionales. En Somalilandia, las autoridades emiratíes se han embarcado en una campaña de state building, llegando a reconocer tácitamente la independencia de Hargeysa tras el nombramiento de 2021 de un embajador para Somalilandia. 

En el país africano, la empresa dubaití DP World consiguió la cesión del puerto de Berbera por un periodo de 30 años en 2018, comprometiéndose a invertir 442 millones de dólares para la expansión de las instalaciones. Las ambiciones de DP World con Somalilandia no terminan ahí. La construcción del puerto de Berbera se intrinca en un faraónico proyecto para conectar a los Emiratos Árabes Unidos con Etiopía a través del corredor de Berbera, que conecta al puerto con la ciudad de Wajaale, en Etiopia. 

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La conexión emiratí con Adís Abeba a través del puerto de Berbera le coloca en una posición privilegiada para acceder a la creciente economía etíope, otorga a Mohammed bin Zayed una importante sucursal comercial para su talasocracia emiratí y, sobre todo, soluciona dos grandes problemas estratégicos para los Emiratos Árabes Unidos.

En primer lugar, asegura el acceso a la agricultura etíope. Debido a su naturaleza desértica, Emiratos Árabes Unidos importa más del 90% de su alimento de terceros países. Lograr esta vía directa con Etiopía, donde el sector primario emplea a nueve de cada diez etíopes, solventaría en gran medida este problema. 

En segundo lugar, la conexión Adís Abeba-Berbera garantiza una privilegiada salida al mar para las exportaciones etíopes, algo completamente necesario para garantizar la seguridad en la región que tanto ansía Mohammed bin Zayed. La independencia de Eritrea en 1993 dejó a Etiopía sin litoral, situación que las autoridades etíopes han buscado revertir desde entonces incluso por la vía de las armas. Tras la normalización de relaciones mediada por los Emiratos Árabes Unidos en 2018, Abu Dabi quiere silenciar para siempre los tambores de guerra entre ambos estados, dándole esa salida al mar a través de Somalilandia. 

La cooperación entre las autoridades emiratíes y Etiopía no solo se limita al campo comercial, sino que se extiende a todos los sectores de la economía. No en vano, Etiopía es el principal receptor de inversiones emiratíes, con más de 113 proyectos de inversión en diversos sectores, incluidas energías renovables, productos químicos, agroindustria, aluminio e industria farmacéutica, por un total de 2.900 millones de dólares invertidos. 

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La mirada de Emiratos Árabes Unidos en el Sahel: el caso de Sudán y Chad

El Sahel se ha convertido en un convulso tablero de juego para las ambiciones de las potencias regionales. Egipto, Turquía, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos e, incluso, el Grupo Wagner persiguen sus agendas en la zona. 

Abu Dabi está especialmente activo en Chad y Sudán. En Chad, las autoridades emiratíes y egipcias colaboran codo con codo con el Consejo Militar de Transición del Chad. Tanto a El Cairo como a Abu Dabi les unen dos objetivos: la lucha antiterrorista y aplacar la influencia turca en el país. 

La posición del Chad, fronterizo con Libia y Sudán, le ha convertido en un instrumento importante para las intervenciones emiratíes en las guerras civiles de ambos países. En Libia, varios miles de milicianos y militares chadianos se han desplegado en apoyo al Ejército Nacional Libio del General Jalifa Haftar, financiados por los Emiratos Árabes Unidos.

De igual manera, la explosión del conflicto civil entre las RSF (Rapid Support Forces) y el gobierno de Jartum en Sudan ha visto el desplazamiento de cientos de miles de refugiados sudaneses hacia el Chad, especialmente desde la región del Darfur donde las RSF tienen su base de poder. Cerca de trece toneladas de ayuda humanitaria han llegado a Chad desde los Emiratos para hacer frente a la crisis que el conflicto civil sudanés ha desatado. Además, se ha financiado la construcción de campos de refugiados en la frontera sudanesa y de un hospital con personal emiratí en la ciudad de Amjarass, que ya habría tratado a más de 9000 refugiados. 

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La guerra civil sudanesa también tiene sus implicaciones en la pugna entre Ankara, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos. La deposición en 2019 del presidente Omar al-Bashir supuso un duro golpe a la influencia turca en el país. Desde entonces, las cabezas fuertes de Sudán son el general Abdel Fattah al-Burhan, presidente del Consejo de Transición de Sudán; y Mohamed Hamdan Dagalo, generalmente conocido como Hemedti, el líder de las RSF.

La ofensiva desatada en abril de 2023 por las RSF contra el gobierno central ha convertido a la lucha intestina del país africano en un choque de proxies entre los saudíes y los emiratíes. Mientras que Riad apoya al presidente al-Burhan, los emiratíes hacen lo propio con Hametti. Fuentes oficiales sudanesas han denunciado, incluso, el envío de armas desde los EAU hacia las RSF durante el alto el fuego declarado en noviembre con motivo del comienzo de las negociaciones de paz en la ciudad saudí de Yeda.

Los intereses emiratíes en Sudán son parecidos a los que Mohammed fin Zayed tiene en Etiopía. En primer lugar, integrar la economía sudanesa y sus vastos recursos minerales en la red comercial emiratí a través del proyectado puerto de Abu A Mama. En segundo lugar, solventar la escasez alimenticia de los Emiratos Árabes Unidos mediante el desarrollo del área agrícola de Abu Humad, en el fértil Nilo sudanés. Para conectar el puerto con el campo, los Emiratos construirán una carretera de 450 kilómetros. Se estima que, en total, todo el proyecto acabe suponiendo una inversión de seis mil millones de dólares. 

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