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¿Por qué arde Francia (y ha ardido antes)?

Análisis

David García Pesquera
David García Pesquera
Graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Sus principales intereses son la geopolítica, el análisis de conflictos y la seguridad internacional, especialmente en Europa del Este, Oriente Próximo y el Norte de África.

Las protestas y huelgas en Francia no son una novedad pero la reforma de las pensiones de Macron ha provocado una crisis social y política no vista desde la ocurrida con los chalecos amarillos en 2018. En este análisis hacemos un breve recorrido por las movilizaciones más importantes de la historia francesa y hasta qué punto pueden las protestas de hoy acabar con Macron.

En las últimas semanas, las manifestaciones y las huelgas masivas se han apoderado de Francia a raíz de la reforma de las pensiones, que incluye la decisión del gobierno de retrasar la edad de jubilación. Esta capacidad de movilización social no es nueva en el país, especialmente en asuntos relacionados con las pensiones, ya que desde la Revolución Francesa los franceses se han caracterizado por ser el epicentro europeo de las huelgas y movilizaciones.

En este artículo explicamos en qué consiste la reforma planteada por el ejecutivo francés y las protestas que ha desencadenado. Además, realizaremos un recorrido histórico por las principales revoluciones y huelgas que han marcado la historia de Francia, desde las revoluciones liberales pasando por las huelgas sindicales.

Las protestas sobre la reforma de las pensiones en Francia

Con el objetivo de hacer el sistema de pensiones sostenibles, Emmanuel Macron ha presentado una reforma de las pensiones que ha sido recibida con rechazo por parte de la población. Las claves de la reforma son el retraso en la edad de jubilación de los 62 a los 64 años y el adelanto de la exigencia de 43 años de cotizaciones para poder recibir la pensión completa al año 2027, cuando anteriormente el plazo era de 42 años cotizados y una vez se aumentó un año se establecía a partir de 2035. 

El texto además añade 100 euros y deja en 1.200 euros las pensiones de jubilación mínimas para aquellos jubilados con carrera completa, siendo el 85% del salario mínimo y dando cumplimiento a una legislación existente en Francia desde 2003, pero que hasta ahora no se aplicaba eficientemente. Sin embargo, no muchos pensionistas se beneficiarán de este incremento, ya que la mayoría no ostentan la carrera completa.

El proyecto fue presentado el 10 de enero de 2023 y aprobado el pasado 16 de marzo mediante decreto tras la falta de apoyo en la Asamblea Nacional. Una vez aprobado, la única forma de frenar el proyecto es a través de una moción de censura al gobierno.

Es por ello que, hasta el momento, se han presentado dos mociones de censura: una por parte de la Agrupación Nacional de Le Pen y otra por LIOT —siglas de Libertés, Indépendants, Outre-Mer et Territoires—, grupo parlamentario pequeño con ideas transversales que favorecen un mayor acuerdo para censurar al ejecutivo. La segunda propuesta estuvo más cerca de tumbar la reforma, ya que reunieron 278 votos a favor, muy cerca de los 287 votos necesarios.

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Francia: la cuna de las protestas

Francia tiene altas capacidades para aglutinar grandes movilizaciones sociales, lo cual es comprensible teniendo en consideración que son los precursores de las huelgas sociales y manifestaciones públicas. A su vez, la primera gran revolución liberal rupturista con un modelo estamental denominado el Antiguo Régimen tuvo lugar en el país galo, la Revolución Francesa de 1789.

Dicho periodo histórico marcado por las ideas de la ilustración y el liberalismo se culminó con la abolición del feudalismo, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la redacción de una Constitución, el Código Napoleónico —todavía en vigor pese a las amplias reformas— y la instauración de una República. Se constituye la Francia moderna basada en los tres principios de libertad, igualdad y fraternidad —Liberté, Égalité, Fraternité—.

La idea de haber derrocado al absolutismo en la Revolución Francesa y los cambios de cara a la Edad Contemporánea que eso supuso ha otorgado a los franceses una fuerza de movilización histórica. En estas ideas se inspiran las revoluciones de 1830 y 1848, contrarias a la restauración del absolutismo y extendidas posteriormente por Europa. En concreto, 1848 implicó la caída de los Borbones en la denominada primavera de los pueblos.

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Esta coyuntura histórica se ha extendido al siglo XX también, destacando mayo del 68, una serie de revueltas estudiantiles y huelgas masivas. En el mayo francés coincidieron estudiantes descontentos ante la falta de perspectivas laborales a futuro, obreros al margen del desarrollo económico de los años 60, movimientos pacifistas en contra de la guerra de Vietnam y pueblos de todo el mundo deseosos de libertad.

En años más recientes, destacamos el Plan Juppé de 1995, que buscaba una reforma de las pensiones y en la Seguridad Social, que arrastraba un déficit de 240.000 millones de francos. Se presentó ante la Asamblea Nacional como un proyecto urgente y entre sus medidas encontramos el aumento de la presión fiscal sobre los trabajadores, incluyendo una carga fiscal adicional llamada Reembolso de la Deuda Social con una tasa uniforme, lineal y no progresiva del 0’5 %. 

En ese momento, también hubo cambios en el régimen de pensiones y en el sistema de protección social. Se generalizaba el aumento de años cotizados para disponer de una pensión completa de 37,5 a 40 al sector público también. Por otra parte, se reducía la autonomía presupuestaria de la Seguridad Social, subordinándose al Estado y al gobierno. La reforma buscaba desvincular los recursos asociados al salario de las cotizaciones relacionadas con el trabajo.

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Ante estas decisiones, se produjo un estallido social durante los meses de noviembre y diciembre de 1995. El eje de la huelga fue el SNCF —Société nationale des chemins de fer français—, empresa pública de ferrocarriles franceses homologable con Adif en España. Sus federaciones sindicales convocaron la huelga indefinida el 25 de noviembre, que se extendió por todo el sector público francés, especialmente en los transportes. La cúspide de las movilizaciones se produjo el 12 de diciembre con 2 millones de personas en protesta.

En 2010, otro proyecto de reforma del sistema de pensiones, en este caso del gobierno de Nicolas Sarkozy, llevó al país de nuevo a la huelga y a las calles. La propuesta implicaba el aumento de la edad de jubilación de 60 a 62 años debido al aumento de la esperanza de vida, el envejecimiento de la población y la insostenibilidad del sistema de pensiones. El ministerio del interior cifró en 1,12 millones los manifestantes mientras que el principal sindicato del país, la Conferencia General de Trabajo —CGT— dio la cifra de 2,73 millones de personas.

Chalecos amarillos: la primera crisis social de Macron

En 2018 se vivió el movimiento de los chalecos amarillos, estallido social con causa en el aumento del impuesto de combustibles. El movimiento comenzó en zonas periféricas, pero pronto se extendió a las principales ciudades del país. Se inicia con la ocupación de rotondas en pueblos pequeños, sigue con cortes de carretera, supermercados o refinerías. Más adelante, llegan las manifestaciones en núcleos urbanos. 

Los chalecos amarillos reunieron a muchos sectores de la sociedad francesa, desde personas sin experiencia en reivindicaciones sociales hasta veteranos en el activismo militante. También es un movimiento multigeneracional con jóvenes presentes, especialmente en las manifestaciones, y muchos jubilados, común a ambos géneros –43% de activistas mujeres— y extendido desde las clases más desfavorecidas hasta la clase media precarizada, con una tasa de desempleo medio del 16% —media francesa en torno al 10%—. 

Posteriormente, el movimiento se extiende al ámbito social, en protesta por las desigualdades, la precariedad laboral, los salarios, el abandono del campo y la globalización. Los disturbios se extendieron por otros países como Alemania y Bélgica, pero su foco principal fue París. El movimiento llegó a su apogeo en noviembre de 2018, provocando 4 muertos, más de 100 heridos –23 eran fuerzas de seguridad— y 400 detenidos solamente en París. Como consecuencia a la inestabilidad social y la violencia vivida, el presidente Macron retiró la subida impositiva a los combustibles.

Una nueva reforma de las pensiones llevó al país a la huelga general desde el 5 de diciembre de 2019 hasta mediados de febrero de 2020, la más larga de su historia. En el proyecto se desarrollaban aspectos que también se proponen en la nueva reforma de 2023 y que durante este parón fueron retirados ante la presión vivida en las calles, como el aumento de la edad de jubilación de los 62 a los 64 años. Una vez más, las cifras de manifestantes otorgadas por el Ministerio del Interior fueron considerablemente inferiores a las del sindicato Conferencia General de Trabajo, que llegó a contabilizar 1,5 millones de personas en las calles manifestándose.

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¿Pueden las protestas acabar con Macron?

La reforma de las pensiones ha provocado una crisis social y política no vista desde la ocurrida con los chalecos amarillos en 2018. Se ha declarado la huelga general y miles de personas han salido a la calle para manifestarse contra esta decisión. Los principales sindicatos franceses han conseguido una movilización histórica de hasta 3,5 millones de personas según la Conferencia General de Trabajo. 

Las protestas han venido acompañadas de actos violentos y vandalismo, por el que las autoridades han desplegado hasta 13.000 agentes entre policía y gendarmería, de los que 5.500 se ubican en París. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, ha reconocido que hay individuos violentos detrás de las manifestaciones con el objetivo de provocar el caos institucional y reventar socialmente el país utilizando el contexto de las protestas.

Hasta el momento, el día más violento fue la madrugada del jueves 23 de marzo, con 457 detenidos y 441 agentes heridos. Los disturbios incluyeron lanzamiento de objetos a la policía, manifestantes heridos y provocaron la suspensión de la visita del rey Carlos III de Inglaterra a Francia. No es hasta el décimo día de huelga y protestas, el martes 28 de marzo, que el número de manifestantes y la intensidad de las protestas ha descendido.

Como conclusión, queda pendiente si una vez más el espíritu revolucionario propio de los franceses desde tiempos pretéritos va a jugar un papel de influencia en el gobierno. Como hemos repasado, en ocasiones anteriores las huelgas y manifestaciones han favorecido la retirada de las medidas más rechazadas socialmente y han condicionado la popularidad de los líderes franceses. De momento, hay una reunión anunciada de cara a desbloquear tensiones entre los sindicatos y el gobierno francés. Es desde este punto en el que se planteará los posibles cambios en la reforma y la capacidad de los sindicatos de cara a influir en la continuidad o el fin de las manifestaciones. 

Artículo de David García Pesquera editado por:

Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

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