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¿Es Georgia un nuevo Euromaidán?

Análisis

David García Pesquera
David García Pesquera
Graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Sus principales intereses son la geopolítica, el análisis de conflictos y la seguridad internacional, especialmente en Europa del Este, Oriente Próximo y el Norte de África.

Las protestas en Georgia han levantado un debate sepultado por la influencia rusa en el país: la entrada en la Unión Europea y el acercamiento a Occidente. El malestar social y el rechazo a la ley de agentes extranjeros en Georgia, podría convertir al país en un nuevo foco del movimiento Euromaidán.

Las protestas en Georgia, iniciadas tras la presentación de un proyecto de ley de agentes extranjeros han abierto otro punto de análisis como posible nuevo frente en el espacio postsoviético. ¿Quién está detrás de estas protestas? ¿Puede reabrirse la cuestión de Abjasia y Osetia del sur? ¿Es Georgia un nuevo Euromaidán? ¿Qué perspectivas tiene el pueblo georgiano de acercarse a la UE y la OTAN?

Ley de agentes extranjeros en Georgia: ¿en qué consiste y por qué beneficia a la Unión Europea?

Una serie de protestas se han desarrollado tras el anuncio del gobierno encabezado por el partido Sueño Georgiano de una ley de agentes extranjeros. Este proyecto de ley incluye dos ideas fundamentales. La primera de ellas es la transparencia sobre la influencia extranjera. Se establece la exigencia de registrarse como agente extranjero a cualquier grupo cuya financiación procedente del exterior supere el 20%. A ello, se suma la necesidad de presentar informes financieros para que las autoridades examinen posibles irregularidades.

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La segunda idea del proyecto de ley hace referencia al registro de los agentes extranjeros. Se plantean sanciones administrativas y penales si los grupos que perciben el porcentaje previsto de financiación extranjera no se inscriben como tal. Este proyecto tiene similitudes con uno ya presentado en Rusia en 2012 que incluía dichas medidas y que favoreció el bloqueo de la actividad de Organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación, opiniones de la oposición y activistas en favor de los Derechos Humanos.

Por lo tanto, y pese a que comenzó como un proyecto de regulación, se ha desarrollado como un proceso de persecución por parte de las autoridades rusas a medios extranjeros y al trabajo de algunas organizaciones como Naciones Unidas, Amnistía Internacional y Human Rights Watch.

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Por su parte, Moscú niega su relación con este texto en Georgia y acusa a Estados Unidos de ser pionero en este tipo de medidas desde los años 30. Dada la oleada de protestas en Tiblisi, el gobierno de Georgia ha retirado el proyecto de ley y, por lo tanto, no se aplicarán las medidas anteriormente mencionadas.

Sin embargo, el debate va mucho más allá. Volvemos a observar la influencia de Moscú en la política interna de Georgia, un país atrapado entre su historia y su voluntad. La posición de dominio ruso contrasta con el sentimiento de pertenencia a Occidente. Nos encontramos un país entre Bruselas y Moscú, para lo que debemos repasar los acontecimientos recientes que refuerzan esa idea.

Georgia y Rusia: juego de fronteras

Georgia es un pequeño país transcontinental situado en el Cáucaso, junto a Armenia y Azerbaiyán, y entre las potencias de Rusia y Turquía. Su capital es Tiblisi y su población ronda los 3,7 millones de habitantes. Desde su independencia de la Unión Soviética el 9 de abril de 1991, el país ha vivido un golpe de estado, una guerra civil, una revolución y una guerra con Rusia en 2008. Con todo ello, el pueblo georgiano en su mayoría ha manifestado en reiteradas ocasiones su vocación de acercarse a Europa.

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La guerra civil georgiana se desató tras la independencia del país. La oposición de los partidarios de Tengiz Kitovani al gobierno del presidente Zviad Gamsajurdia dividió a la sociedad, incluido al principal cuerpo de seguridad, la Guardia Nacional del país. Los enfrentamientos incluyeron la detención de simpatizantes opositores. El 20 de diciembre de 1991, se produjo el golpe de estado contra el gobierno con la oposición ya armada y organizada. Gamsajurdia huyó a Armenia y luego a Chechenia, desde donde gobernó el país durante 18 meses.

Los choques entre bandos se sucedieron en 1992 y 1993 tras la estructuración del nuevo gobierno con la presencia del ex primer secretario del partido comunista georgiano, Eduard Shevardnadze, una figura popular en el reestablecimiento del orden político. La estabilidad tardó en llegar y los zviadistas se concentraron en la región de Samegrelo, organizados para contrarrestar a los antizvidistas, que en ese momento ya ocupaban el gobierno.

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A esta situación se sumaron los conflictos de Osetia del Sur y Abjasia, dos regiones separatistas prorrusas que iniciaron sendas contiendas en 1990 y 1992 debido al nacionalismo de Gamsajurdia, que aspiraba a cortar toda conexión con Rusia, llegando incluso a cerrar las fronteras. La fragmentación del país ante la guerra resultó en la ocasión perfecta para que ambos territorios se separasen de Georgia gracias al apoyo de Moscú. Ahora ambas son repúblicas autoproclamadas no reconocidas por la comunidad internacional.

En 2003, empieza la Revolución de las Rosas, movimiento que derrocó la corriente adoptada desde la guerra civil con el presidente Eduard Shevarnadze al frente y llevó a Mikheil Saakashvili a gobernar el país. Los manifestantes reclamaban un gobierno a favor de políticas pro-occidentales y con reformas profundas. Unos años después, en 2008, tuvo lugar la guerra entre Rusia y Georgia después de meses de escalada bélica en los territorios separatistas de Osetia del Sur y Abjasia. 

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El bombardeo de las fuerzas georgianas contra la capital osetia, Tsjinvali para recuperar el control en 2008, dio lugar a la entrada de las fuerzas rusas en Georgia, ocupando Osetia del Sur, buscando así defender el territorio de las fuerzas de Tiblisi.

La guerra fue rápida y se decantó en favor de Rusia a los cinco días, dejando hasta 800 muertos y la expulsión de los georgianos de Osetia del sur, donde muchos habitantes ya tenían pasaporte ruso. Entre los intensos bombardeos, que incluyeron los suburbios de la capital georgiana, Human Rights Watch sostiene que hubo violaciones del Derecho Internacional por ambas partes.

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Todas estas contiendas nos llevan a la situación actual, con la sociedad georgiana alejada de Rusia y más cercana a la Unión Europea, con quien cerraron un acuerdo de asociación en 2014.

Con la invasión de Ucrania en 2022, este sentimiento de rechazo a Rusia no ha dejado de crecer y Georgia vuelve a ser una frontera instalada en el miedo a reabrir conflictos congelados.

Protestas y teorías asociadas a Georgia

Todas las fórmulas de gobierno adoptadas en Georgia tras su independencia de la URSS han contado con patrones similares. Una ilusión inicial con buenas decisiones que finalmente ha tomado un cambio de rumbo con frentes abiertos, en algunos casos a modo interno y en otros con papel de actores externos.

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Las protestas iniciadas el martes 7 de marzo de 2023 tras la primera lectura y aprobación parlamentaria del primer proyecto de la ley de agentes extranjeros han desatado una movilización social no vista desde hace años en la Plaza de la Libertad, símbolo de las conquistas históricas del país.

Los georgianos han ondeado su bandera nacional, la europea y la ucraniana y cargado contra Putin al grito de canalla y cobarde frente a los cañones de agua empleados por la policía. El primer día de enfrentamientos se saldó con 60 detenidos y el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea, aparte del de Salomé Zurabishvili, presidenta y jefa de estado del país.

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Se plantean varias teorías asociadas al inicio de estas protestas, que se asemejan a las vividas durante el Euromaidán en Ucrania. En ese caso, las manifestaciones europeístas fueron el estallido de lo que luego terminaría con un golpe de estado y la caída del prorruso Víktor Yanukóvich, la guerra en el este del país —las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk— y la ocupación rusa en Crimea.

El Kremlin sostiene que Estados Unidos y la Comisión Europea están detrás de estas protestas, ya que persiguen todo objetivo que conlleve destruir a Rusia. En este caso, desestabilizando a Georgia con un nuevo Euromaidán se abre un nuevo frente en el espacio postsoviético. Rusia no podría hacerse cargo de otro frente en una frontera, puesto que sus efectivos en la guerra de Ucrania gozan de gran ventaja y su victoria no está siendo clara.

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Por lo tanto, una reiteración en la debilidad de Rusia y una Georgia con voluntad de acercarse a Europa también pondrían en riesgo la influencia rusa en las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur.

Por su parte, Estados Unidos y la Comisión Europea han manifestado su apoyo a las protestas. Ambos actores consideran que el gobierno georgiano debe cumplir los 12 puntos basados en reformas democráticas que la organización regional presentó para la adhesión del país tras rechazar su candidatura oficial en junio de 2022. El Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, declaró que la retirada de la ley de agentes extranjeros es una buena noticia y configura el paso previo para emprender medidas legales concretas.

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Sin embargo, el consenso no es completo. El pasado 14 de marzo se produjo una manifestación contraria a las movilizaciones europeístas, reclamando un referéndum acerca de la ley de agentes extranjeros para que sea el conjunto de la población quienes decidan lo que ocurre. La protesta se encabezó contra la injerencia extranjera en Georgia con la quema de la bandera europea tras ser arrancada del Parlamento.

¿Cuál será el futuro de Georgia?

Actualmente, el 81% de los georgianos apoyan la integración del país tanto en la Unión Europea como en la OTAN, según datos de una encuesta reciente del Instituto Nacional Democrático. Los georgianos opinan mayoritariamente que, con una Rusia temible y una situación económica difícil, las principales armas de futuro para Georgia pasan por la integración en ambas organizaciones internacionales.

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Sin embargo, el gobierno georgiano ha desarrollado otra estrategia durante los últimos tiempos que implica el rechazo al espíritu europeísta inicial de Sueño Georgiano. Consideran que con una Rusia más beligerante que nunca, un excesivo acercamiento a Occidente supone mayor riesgo para la soberanía de Georgia y que los principales perjudicados de toda la acción expansionista de la UE y la OTAN son precisamente las naciones fronterizas que marcan el límite de la esfera de influencia de Moscú. 

Con este planteamiento, desde el gobierno de Georgia priorizan la tibieza con la que se han movido con respecto a Bruselas y Moscú. Se valoraría una reacción del gobierno ante lo ocurrido con las protestas europeístas y las contrarias que han surgido los días posteriores. El equilibrio de voluntades con una minoría que puede verse invisibilizada es peligroso, por lo que el ejercicio gubernamental pasa por sacrificar la voluntad de una parte de la sociedad.

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Con Rusia débil, es el momento ideal para que Georgia se acerque a la UE y la OTAN, pero existen muchos aspectos que lo dificultan, como la resistencia nacionalista extrema contraria al multilateralismo, las reformas pendientes o los conflictos congelados de Abjasia y Osetia del Sur.

Antes de una integración efectiva en Europa, el pueblo georgiano debe solucionar sus controversias internas, ya que supondría un riesgo hacer avanzar las fronteras comunitarias hasta un escenario conflictivo como el Cáucaso, justo a los pies de Rusia con dos controversias territoriales no resueltas con tropas rusas presentes.

Editado por:

Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

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