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Por qué el Sahel debería preocupar a Europa

Análisis

David García Pesquera
David García Pesquera
Graduado en Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Sus principales intereses son la geopolítica, el análisis de conflictos y la seguridad internacional, especialmente en Europa del Este, Oriente Próximo y el Norte de África.

La insurgencia de grupos terroristas como Boko Haram en Nigeria o la inestabilidad política tras los golpes militares en Burkina Faso, convierten al Sahel en un enclave frágil al que Europa deberá prestar atención.

El Sahel es una de las regiones más afectadas por el terrorismo yihadista en todo el mundo. En este artículo centraremos el avance de los grupos terroristas sobre las consecuencias políticas, económicas y de seguridad, que ha desembocado.

¿Qué es el Sahel?

El Sahel es una región geográfica y climática situada entre el desierto del Sahara y el África subsahariana. Se trata de una franja que se extiende desde las costas del Océano Atlántico hasta la costa del Mar Rojo, incluyendo los países de Mauritania, Senegal, Mali, Burkina Faso, Níger, norte de Nigeria, Camerún, Chad, Sudán y Eritrea. Debido a su ubicación, es una zona especialmente sensible a la desertificación, la escasez de alimentos y la sequía.

De hecho, la franja del Sahel es conocida como el cinturón del hambre, con un Índice de Desarrollo Humano –IDH– que se encuentran entre los 30 últimos de los 179 que se analizan. Mauritania es el más alto (0,557) y Níger, el más bajo (0,370).

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Más allá de condiciones geográficas y climáticas, la situación en el Sahel es de extrema gravedad. Entre sus riesgos y amenazas destacan el terrorismo yihadista, la delincuencia organizada, el contrabando de armas, el tráfico de seres humanos, el tráfico de drogas, los flujos de refugiados, la inmigración ilegal o los flujos financieros conexos. 

Entre ellos, centraremos el presente análisis en el avance del terrorismo yihadista en la zona del Sahel. La proliferación de grupos terroristas en la región se ha incrementado tras la incapacidad de los gobiernos de promover un control efectivo de sus países, haciendo de estas zonas las más propensas para la concurrencia de grupos violentos.

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Durante el primer semestre de 2022, el número de ataques ha aumentado en un 60% en comparación con el periodo que comprendía el año y medio anterior, y en un 27% si solamente comparamos con el segundo semestre de 2021, según el Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo.

Los grupos yihadistas en el Sahel

Existe un conglomerado de grupos presentes en el Sahel, con escisiones y pequeños grupos armados independientes. Sin embargo, los principales grupos terroristas presentes en el Sahel son los siguientes:

Boko Haram

Conectado con el ISIS, nació en Nigeria y opera principalmente en el norte del país y en la región del Lago Chad. Surge con la insurgencia islamista de Nigeria en 2001, que termina precisamente con la formación de Boko Haram.

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Entre sus casos más sonados, destaca el secuestro de Chibok en abril de 2014, un asalto a una escuela femenina en una pequeña población al noreste de Nigeria. Se calcula que las rehenes fueron 276, de las cuales 219 todavía permanecen secuestradas bajo sospechas de torturas y violaciones. 

El principal motivo que impulsa este tipo de acciones es la oposición de Boko Haram sobre el derecho de la mujer a la enseñanza. El secuestro se encuadró en medio de un año excesivamente violento en la zona. Solo en 2014, fallecieron 4.000 personas en el contexto del conflicto entre Boko Haram y el ejército de Nigeria al noreste del país.

Otros de sus grandes ataques ocurrió en la ciudad de Buga, al noreste de Nigeria, donde murieron más de 2.000 personas, además de los atentados suicida cometidos por menores de edad, que según un informe de UNICEF de 2016, se multiplicaron por 11. Uno de cada cinco ataques suicidas ocurrió entre 2014 y 2016.

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Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (JNIM)

Se trata de una coalición afín a Al-Qaeda que surge en el Sahel en 2017. Su dominio se centra en el centro de Mali y en la triple frontera entre Níger, Burkina Faso y Mali, donde controlan algunos territorios administrándolos como pequeños califatos, debido a su integración con los locales y el apoyo de grupos como la etnia fulani.

Precisamente, la etnia fulani viene marcada por un historial de reclamos al gobierno de Bamako, denunciando abusos de poder por parte de otros grupos étnicos más mayoritarios. En Mali, el 12% de la población pertenece a esta etnia, es decir, alrededor de 2,5 millones de personas. Ante la falta de respuesta del gobierno de Mali, el JNIM se ha convertido en uno de los valedores de los intereses de los fulani.

El JNIM defiende el uso de la sharía, la ley islámica, aunque siempre respetando, en cierta forma, los órganos de gobierno tradicionales. De esta forma, la organización ha conseguido equilibrar las relaciones entre diferentes etnias, garantizándose su apoyo para ganar territorio y adeptos a sus ideas religiosas. Desde su fundación, el grupo ha experimentado un crecimiento exponencial, sumando más de 2.000 miembros en 2019. 

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Entre sus casos y enfrentamientos más resonados destacan, el secuestro a una monja colombiana en Mali, que a su vez desencadenó una crisis en el Vaticano con la contratación de una empresa británica de seguridad privada por 1 millón de euros con el fin de liberarla, además de enfrentamientos con las tropas francesas durante su despliegue en el Sahel.

ISIS en el Gran Sáhara (EIGS) 

El EIGS es una filial del ISIS que surge en 2015 y se extiende principalmente por el oeste de Níger, y Ménaka, en el noreste de Mali. Al contrario que JNIM, manifiestan su poder mediante otros actos violentos como ejecuciones masivas como represalia a actuaciones que, sin embargo, se han cometido de forma individual.

La forma de operar del EIGS se asemeja a la raíz del ISIS o la de los talibanes, lo que le ha provocado roces en algunos momentos con el JNIM. Aun así, la cooperación ha sido el estandarte gracias a que JNIM cuenta con apoyos del ISIS, Al Qaeda en el Magreb, talibanes u otras facciones presentes en Oriente Próximo y el Norte de África.

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Doble crisis en el Sahel: seguridad y gobernanza

Los tres grupos terroristas comparten elementos como el islamismo radical, el salafismo y el objetivo de instalar un califato regido por la sharía. A su vez, todos comparten un modus operandi similar. De acuerdo con lo expuesto en el panorama geopolítico de los conflictos de 2022 del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), el avance de estos grupos se caracteriza más bien por la delincuencia organizada que por sus actores terroristas. En África occidental, alrededor de 12 millones de armas ilícitas están manos de la población civil. 

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El tráfico de armas se ha convertido una fuente de financiación esencial para el terrorismo. La reciente operación KAFO II llevada a cabo por la Interpol, puso su foco en aeropuertos, puertos marítimos y fronteras en Mali, Costa de Marfil, Burkina Faso y Níger. Además, se han observado nuevas tendencias delictivas, como el tráfico de combustible, suministrándose una parte al JNIM y otra para el financiamiento de los actos delictivos del grupo terrorista. A su vez, la guerra de Ucrania ha fomentado el envío de armas y de combatientes al frente.

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Con todo ello, el Sahel se ha convertido en un paso esencial en la ruta del narcotráfico proveniente de Sudamérica y con destino Europa. Los narcotraficantes pagan a los grupos terroristas para preservar la ruta del Sahel, llegar al Magreb y desde ahí, dar el salto a Europa. Además, las facciones vinculadas a las grandes organizaciones terroristas imponen un impuesto al transporte o tasa de tránsito en las rutas más frecuentadas.

Sin embargo, la crisis del Sahel no concierne únicamente a la seguridad, también es una crisis de gobernanza. Estos últimos años, diversos golpes de Estado han azotado algunas naciones africanas como Chad, Guinea-Conakry, Mali, Burkina Faso o Sudán. Mali, por su parte, sufrió dos golpes militares en menos de un año.

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El 18 de agosto de 2020, el coronel Assima Goïta, en plenas protestas contra el gobierno de Ibrahim Boubacar Keita, dio un golpe de Estado. En plenas tensiones con Europa y con las tropas francesas a punto de salir del país, el gobierno maliense acusó a oficiales y suboficiales, supuestamente contrarios al progreso de la seguridad, de contar con el apoyo de una nación occidental.

Cabe esperar cómo evolucionará la situación con la retirada de las tropas francesas y la incursión de mercenarios rusos como el Grupo Wagner, que en colaboración con las autoridades malienses, defienden los intereses económicos del Kremlin ganando influencia geopolítica y explotando los recursos naturales a cambio de ofrecer supuesta estabilidad.

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Precisamente, dentro de la inestabilidad política destaca la población civil, la más afectada por las nuevas injerencias internacionales. El gobierno de transición de Mali y el grupo Wagner utilizan su lucha contra el terrorismo para justificar sus abusos de poder en un momento de alta tensión con Occidente. La capacidad de influencia de Francia en la región está a mínimos, mientras que ni Naciones Unidas ni la Unión Europea han aportado soluciones tangibles.

Además, la proliferación de grupos terroristas está afectando, en una mirada estratégica cercana, a la seguridad del Norte de África, especialmente al Magreb, y al Mediterráneo, cuya repercusión tanto en la Unión Europea, como en España, puede producir graves efectos desestabilizadores en el campo de la seguridad y defensa.

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La contención europea frente a la inmigración ilegal ha modificado sus prioridades. Desde hace poco, se centra en la delegación del control de fronteras a terceros países que constituyen la frontera europea en el flanco sur Mediterráneo, como Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Mauritania o Senegal. El objetivo ha pasado de impedir la entrada a las personas inmigrantes a impedir salir a dichas personas de sus lugares de origen. Un ejemplo claro es la política de acuerdos financieros que España mantiene con Marruecos de cara al control migratorio y antiterrorista. 

Repercusión de la crisis del Sahel en España

Para España, como puente entre Europa y África, la estabilidad del Sahel es fundamental en todos los niveles: diplomática, económico, político y de seguridad. La Ley de Cooperación para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global en 2022 expuso por primera vez al Sahel como región clave en lo referente a la cooperación.

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El Norte de África y el Magreb, que ya figuraban entre las regiones principales de la estrategia española, y ahora junto con el Sahel, son fundamentales para España por los siguientes motivos:

  • La inmigración ilegal tiene un gran caladero en estas zonas.
  • El avance de los grupos terroristas a otros territorios pone en alerta a las autoridades españolas, ya que entre las zonas objetivo para el movimiento terrorista destaca España.
  • El tráfico ilegal de drogas y mercancías circula por rutas propias del Sahel en su camino a Europa, generalmente accediendo a través de España como frontera sur.
  • El suministro de gas proveniente de Argelia.
  • Y por último, por las rutas de aprovisionamiento que transitan sus costas.

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Una de las soluciones consiste en concienciar a los países del Magreb acerca de la seguridad y estabilidad del Sahel, poniendo en marcha mecanismos para actuar como un tapón frente al avance yihadista. A su vez, el desierto del Sahara actúa como barrera natural frente a los avances yihadistas, pero no hay que olvidar que existe Al Qaeda en el Magreb Islámico, presente en las zonas desérticas de Argelia, Libia, Túnez o Mauritania.

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La desestabilización del Sahel, sumado a los fracasos estratégicos llevados a cabo por la Unión Europea en materia antiterrorista y la injerencia rusa, pone en alerta terrorista a nuestro país, que actualmente está en nivel 4 sobre 5. Por lo tanto, Europa deberá centrar sus esfuerzos en la lucha contra la radicalización violenta, las mafias que trafican con armas, droga o inmigrantes, el avance del yihadismo en el Sahel y el Magreb y el papel diplomático a jugar con estos países, fomentando la cooperación y el acuerdo.

Editado por:

Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

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