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¿Quién fue Nelson Mandela y qué papel tuvo en el fin del apartheid?

Nelson Mandela fue una figura clave en la lucha contra el apartheid en Sudáfrica. Su vida marcó un antes y un después en la historia del país, desde sus años como activista y preso político hasta su presidencia. En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista de Inteligencia de LISA Institute, Francisco Javier Peña explora su legado, el sistema de segregación racial que combatió y los retos actuales de Sudáfrica.

Nelson Rolihlahla Mandela, nacido en 1918 en Mvezo, Sudáfrica, fue un abogado, político y activista por los derechos de la población negra de su país, siendo un actor determinante durante la época del apartheid. Estudió derecho y rápidamente se vinculó al Congreso Nacional Africano (CNA), que buscaba un reconocimiento de los derechos de la población negra sudafricana mediante vías no violentas.

Madiba, como era conocido en señal de respeto, fue condenado en el año 1964 por el Tribunal de Johannesburgo a cadena perpetua por alta traición. Por este motivo cumplió casi 30 años de prisión en diferentes cárceles sudafricanas, hasta que fue puesto en libertad en 1990 por el presidente Frederik Willem de Klerk, del Partido Nacional, ya que existía una gran presión internacional y la amenaza de una guerra civil. 

Mandela se convirtió en un personaje histórico al conseguir ser el primer presidente negro de Sudáfrica (1994-1999). Presidió el Congreso Nacional Africano entre 1991 y 1997, y fue secretario general del Movimiento de Países No Alineados entre 1998 y 2002. Mandela y de Klerk obtuvieron el Premio Nobel de la Paz en 1993 por conseguir el fin del apartheid en Sudáfrica e iniciar el proceso democrático del país.

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¿Qué fue el apartheid?

El apartheid de Sudáfrica fue un sistema de segregación racial producido entre 1948 y 1994. Este sistema impulsado por el Partido Nacional afrikáner, descendientes de los colonos holandeses, buscaba concentrar los poderes políticos, económicos y sociales en la población minoritaria blanca de Sudáfrica, en detrimento de los derechos del resto de razas del país, que mayoritariamente era negra (con un porcentaje superior al 70%), aunque también contaba con población india (traída por los colonos británicos) y mestiza.

Ya desde el final de la Primera Guerra Mundial era frecuente el uso de la población nativa de Sudáfrica como mano de obra barata, negándole ningún tipo de beneficio por sus actividades, pues se les consideraba una simple fuerza de trabajo. En el contexto del final de la Segunda Guerra Mundial, se extendió el discurso racista del Partido Nacional, que buscaba consolidar la dominancia de la población blanca sobre el resto de ciudadanos de Sudáfrica. En el momento del comienzo del apartheid, el líder del Partido Nacional era Daniel-François Malan.

Malan, que destacó al obtener un Doctorado en Teología en la Universidad de Utrecht, mostró por primera vez sus capacidades de oratoria durante su etapa como predicador de la Iglesia Reformista de los afrikáners. Posteriormente, trabajó como periodista apoyando firmemente al Partido Nacional y consiguiendo una gran reputación entre los seguidores de la formación política. Años más tarde, alcanzaría el puesto de ministro del interior durante el gobierno del fundador del Partido Nacional, James Barry Munnik Hertzog. Tras la retirada de Hertzog en 1940, Malan asumió el liderazgo del Partido Nacional, y en 1948 consiguió la mayoría absoluta en el gobierno, dando inicio al apartheid.

Entre las acciones más relevantes de Malan por la imposición de mejores condiciones para los afrikáners destacan:

  • El reconocimiento del afrikáans como lengua oficial, sustituyendo al inglés y el holandés.
  • La adopción de una bandera propia.
  • Prohibición de los matrimonios mixtos.
  • Clasificación de la población en categorías raciales.
  • Establecimiento de zonas residenciales separadas por razas.
  • Uso de la fuerza contra grupos opositores al gobierno.

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La figura de Nelson Mandela durante el apartheid

Tras su ingreso al Congreso Nacional Africano, Mandela lideró múltiples acciones clave en la lucha por la igualdad de la población sudafricana, tales como la fundación de la Liga Juvenil del CNA, la participación de movimientos de desobediencia civil y manifestaciones pacíficas, o la participación en la Carta de la Libertad (1955). Este documento, presentado oficialmente en el Congreso del Pueblo en la ciudad de Kliptown, fue especialmente importante, ya que sus valores siguen siendo vigentes hoy en día en las bases del Congreso Nacional Africano. Entre sus demandas destacan:

  • Una sociedad sudafricana sin discriminación entre razas.
  • Garantías democráticas.
  • La preservación de los derechos humanos y laborales de la población sudafricana.
  • Reformas en el sistema productivo sudafricano, especialmente en el sector agrario.

Un año después del congreso, más de 150 activistas anti-apartheid, entre ellos Mandela, fueron arrestados y acusados por los delitos de alta traición y por, supuestamente, organizar una sedición para derrocar al Estado a través de acciones violentas. Tras cuatro años de acciones legales, se pudo demostrar la inocencia de todos los acusados.

Tras otras detenciones masivas, registrándose cifras de más de 20.000 encarcelados, y eventos dramáticos como la matanza de Sharpeville, donde la policía abrió fuego contra una manifestación pacífica, Nelson Mandela promovió la creación de la rama armada del CNA, conocida como La Lanza de la Nación

Esta nueva agrupación, que contó con más de 10.000 miembros, contó con el apoyo del CNA, el partido comunista sudafricano (SACP) y el Congreso Indio Sudafricano, entre otros. Este cambió en la estrategia de los manifestantes permitió crear una red de sabotajes en la infraestructura gubernamental, aunque siempre evitando de producir heridos o pérdidas de vidas humanas. Además, también contó con el reconocimiento internacional, por lo que recibió ayuda de estados como la URSS, Angola, Botsuana o Tanzania. 

Sin embargo, las directivas pacifistas iniciales no perduraron, derivando en graves atentados producidos durante los años 80. El atentado de Church Street, el atentado de Amanzimtoti y el atentado en el tribunal de Johannesburgo, fueron algunos de los capítulos más violentos de la agrupación. De hecho, estos actos impulsaron el reconocimiento de La Lanza de la Nación como organización terrorista por Estados Unidos.

Mientras estos hechos sucedían, Nelson Mandela siguió trabajando desde las distintas cárceles en las que estuvo encerrado. Fue reconocido por los presos gracias a sus discursos políticos y mantuvo el contacto con el exterior a través de cartas que compartía con intermediarios. En 1990, con la liberación de Mandela y la llegada del CNA al gobierno sudafricano, la rama armada se disolvió y sus integrantes se incorporaron a las Fuerzas de Defensa Nacional de Sudáfrica (SANDF).

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La actualidad de Sudáfrica y la importancia de Nelson Mandela en la sociedad sudafricana

Durante su presidencia, Mandela impulsó el Plan de Reconstrucción y Desarrollo, que tenía el objetivo de mejorar el nivel de vida de la población negra sudafricana. Se profundizó en sectores clave como la educación, la sanidad, la vivienda y el trabajo. Dentro de este contexto, se redactó la constitución aprobada en 1996.

La figura de Nelson Mandela fue clave en la lucha por los derechos de la población negra sudafricana y para evitar conflictos mayores, incluidas represalias sobre los ciudadanos blancos tras el fin del apartheid. También consiguió la vuelta del país a la comunidad internacional, pues Sudáfrica había sido objeto de múltiples sanciones durante el apartheid.

Sudáfrica consiguió alcanzar una realidad democrática tras la llegada al poder del Congreso Nacional Africano en la década de los 90. Tras esto, se fomentó la igualdad de oportunidades para toda la población sudafricana, lo que aumentó considerablemente el nivel educativo de sus ciudadanos y, por tanto, el desarrollo económico y comercial del país. Esta evolución queda reconocida tras su ingreso en los BRIC en el año 2011, dando lugar a los BRICS.

Sin embargo, el país aún cuenta con un gran margen de mejora. Mantiene importantes problemas de empleo y pobreza, sobre todo entre la población negra. La corrupción en las administraciones es un obstáculo importante que se suma a los problemas sociales, como fue la crisis del VIH o los múltiples casos de racismo que aún persisten en el país.


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Syngman Rhee: el padre autoritario de Corea del Sur entre guerra, represión y alianzas

El liderazgo de Syngman Rhee durante la Primera República de Corea (1948–1960) estuvo marcado por su viraje del ideal democrático al autoritarismo, su papel clave en la Guerra de Corea y su dependencia del apoyo estadounidense. Mientras consolidaba a Corea del Sur como bastión anticomunista, su régimen se caracterizó por la corrupción, la represión política y una economía sostenida artificialmente. En este artículo, Miquel Ribas, alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico y el Curso de Experto en China de LISA Institute, explica como más de seis décadas después de su caída, su legado sigue dividiendo a la sociedad surcoreana.

Aunque a lo largo de su época de activista nacionalista, Syngman Rhee sintió una afinidad y una filia hacia los valores de las democracias occidentales, a lo largo de su liderazgo optó por distanciarse significativamente de estos principios fundando un régimen autocrático y dictatorial que poco o nada tenía que ver con las democracias liberales. Al mismo tiempo, a nivel geopolítico, su mandato estuvo influenciado por la división de Corea y las dinámicas de la Guerra Fría.

Para comprender esta controversia, se hace necesario explorar las características principales, a nivel geopolítico, político y económico que caracterizaron a la Primera República de Corea (1948-1960) así como sus éxitos y fracasos de un político controvertido cuyo mandato, casi sesenta años tras su fallecimiento, sigue siendo aún objeto de controversia y discusión en la sociedad surcoreana.

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Líder del Gobierno provisional coreano

Durante los primeros años de actuación del Gobierno provisional, de los que Rhee fue su primer presidente, se abogó por ejercer presión diplomática con objeto de conseguir apoyo para la causa independentista. Sin embargo, este reconocimiento nunca se dio causando divisiones entre diversas facciones que integraban el movimiento. A pesar de compartir un objetivo común, los integrantes del Gobierno se dividían en torno a los medios para lograr el fin. Se trataba de una organización heterogénea comprendida por nacionalistas, liberales, budistas y socialistas.

Rhee devino uno de los principales líderes que abogaban por hacer hincapié en la diplomacia dirigida a las potencias occidentales para obtener reconocimiento internacional. Por otro lado, la facción dirigida por Kim Koo defendía la insurrección militar como único instrumento para obtener la independencia.

Estas discrepancias causaron que Rhee fuese expulsado del liderazgo del Gobierno provisional. Este hecho no implicó la renuncia a sus postulados independentistas pues siguió con la lucha por la independencia ejerciendo presión diplomática para que Washington reconociese a Corea. Una situación que no implicó que Rhee se sometiese a los designios de Estados Unidos a pesar de la representatividad que obtuvo en Washington como diplomático en el transcurso de sus negociaciones con diferentes presidentes estadounidenses. Estas tensiones se prolongarían durante su mandato político.

Liderazgo político: la guerra de Corea y la geopolítica coreana de la Primera República

Rhee devino el primer presidente de la República de Corea al proclamar, el 15 de agosto de 1948, la creación del Estado coreano con el apoyo de Washington y el prestigio diplomático que obtuvo en su lucha contra la ocupación japonesa. Sin embargo, desde el inicio tuvo desacuerdos significativos con Washington sobre una hipotética división permanente de la península coreana. Su nacionalismo, retroalimentado por el de su némesis norcoreana, Kim Il-sung, llevó a la guerra de Corea iniciada con la invasión del territorio surcoreano por parte del Ejército Popular de Corea.

La guerra de Corea reflejó las tendencias que caracterizarían las relaciones de Seúl con Washington durante la época de Rhee. Como escribe Daniel Sneider, “El nacionalismo coreano y los objetivos de la política estratégica estadounidense a menudo han chocado. Las diferencias sobre Corea del Norte han surgido repetidamente. Y el antiamericanismo ha sido una característica de la vida coreana durante décadas”.

El armisticio que puso fin a las hostilidades entre las dos Coreas fue firmado por Washington y Pyongyang, pero sin Seúl fue debido a la oposición de Rhee a estampar su firma en un documento que, para él, suponía “un golpe fatal” para su proyecto nacionalista de unificación. Rhee no cambió su decisión pese a los intentos de mediación de Washington quien intentó persuadirle, para que Seúl firmase el armisticio a través de apoyo económico y militar.

A pesar de la destrucción de infraestructuras, la devastación económica y la pérdida de vidas humanas, Rhee se mostró orgulloso de que la contienda hubiese tenido lugar. Para Rhee, la guerra de Corea y el Tratado de Seguridad firmado con Estados Unidos supusieron consolidar a Corea como un Estado respetado internacionalmente. Un estatus que no había obtenido hasta aquel momento ya que sus relaciones se habían caracterizado, históricamente, por el vasallaje.

En las negociaciones para la firma del tratado, Rhee demandó la expulsión a todas las fuerzas extranjeras (chinas y soviéticas) de la península junto con el compromiso estadounidense de defender Corea del Sur (incluso antes de terminar la guerra) como condiciones sine qua non para aceptar el armisticio permitiendo solamente a las estadounidenses que debían garantizar la defensa del país frente a sus vecinos.

Pese a la mejora de los lazos con Estados Unidos como principal socio económico y de seguridad de Corea del Sur, las relaciones coreano-japonesas empeoraron significativamente con el establecimiento de la línea de Sygnman Rhee que situaba al archipiélago Dodko/Takeshima bajo soberanía coreana. Las relaciones entre Tokio y Seúl tuvieron que esperar para su normalización que tuvo lugar con la firma del Tratado de Relaciones básicas Japón Corea del Sur, en 1965, a causa del sentimiento de hostilidad de Rhee por todo lo japonés. Por otro lado, las relaciones con Moscú y Pekín fueron inexistentes al seguir las dinámicas de la Guerra Fría y de reconocer ambas superpotencias comunistas al Gobierno de Pyongyang como el único legítimo de Corea sin tener relaciones diplomáticas con Seúl, las cuales se iniciarían a finales de la década de los ochenta.

Economía: falta de gestión y dependencia de la ayuda estadounidense

Tras la firma del armisticio y de asegurarse el apoyo militar de Estados Unidos, Rhee llevó a cabo un programa económico para industrializar el país cuyo eje rector se basaba en la sustitución progresiva de las importaciones para alentar el desarrollo de industrias nacionales. Este programa, pese a contribuir a una cierta diversificación económica y generar, en ciertos momentos, crecimiento económico no fue eficiente para la mejora de los niveles de vida de la población.

El enfoque proteccionista de Rhee no impulsó la economía a causa de la falta de recursos naturales del país puesto que en el territorio del sur de la península nunca había existido actividad industrial, sino que había predominado la agricultura como principal actividad económica. En la práctica, la economía dependía de bienes importados comprados con fondos de ayuda estadounidense y del dinero gastado por soldados estadounidenses en el país así como a un floreciente mercado negro de bienes orientado al ejército estadounidense. La buena evolución inicial de la economía norcoreana obligó a Washington a transferir una sustancial ayuda económica basada en créditos para estimular a Seúl con objetivo que pudiese solventar los problemas y los desajustes económicos de Corea del Sur.

Además, la economía surcoreana se vio influenciada por una gestión marcada por la corrupción. En este contexto, pese a alcanzar a finales de la década de los 50 los niveles de infraestructuras de preguerra, los militares americanos se quejaron de la mala asignación y distribución de los fondos de ayuda más orientados a fines políticos. Igualmente, la incapacidad del Gobierno de Rhee para gestionar los fondos de ayuda fue también objeto de queja por parte de los representantes de Washington en Corea del Sur. A menudo, los americanos se referían a la administración de Rhee como “una madriguera de ratas”.

En definitiva, la economía surcoreana durante el liderazgo de Rhee se caracterizó por depender de la ayuda estadounidense y de una moneda, el won, sobrevaluada para mantener al país económicamente a flote en vez de apostar por estrategias de desarrollo económico como hizo Japón y que situó, durante su mandato, a Corea del Sur como la Corea mala dado el mayor dinamismo del sistema de economía planificada norcoreano. 

La presidencia de Syngman Rhee: una férrea autocracia

La guerra de Corea cambió radicalmente los principios que Rhee había adquirido y defendido durante su formación como nacionalista. Rhee, desde el inicio de su mandato, optó por distanciarse del liberalismo para crear un sistema político autoritario y personalista con una elevada concentración de poder en sus manos. A nivel político, su partido, el Partido Liberal, carecía de ideología real y se centraba en perpetuar a Rhee en el poder. Además, la administración pública se utilizó para promover personalmente la suerte política y económica de sus miembros leales a Rhee.

A pesar de la corrupción y el clientelismo del sistema político de Rhee, el régimen se esforzó por mantener una cierta formalidad democrática que ocultase su funcionamiento autocrático. En este sentido, aunque el país celebraba elecciones, éstas se caracterizaban por signos claros de manipulación y fraude electoral. No existía la división de poderes ni sistema de contrapesos (checks and balances en inglés). Igualmente, el poder judicial se encontraba vinculado intrínsecamente con la figura del presidente como se connotó al proscribir al opositor Partido Progresista, de matriz socialista opuesto a Rhee.

A lo largo del mandato de Rhee se hizo uso de la violencia y la represión política con objeto de eliminar a toda oposición bajo la excusa de la amenaza norcoreana. Uno de los mayores ejemplos de la represión tuvo lugar en la masacre de la Liga Bodo en la que perecieron entre 60.000 y 200.000 personas.

La amenaza de Corea del Norte justificó el mantenimiento de un sistema político basado una autocracia represiva como medio más eficiente para impedir la expansión del comunismo. El autoritarismo de Rhee fue apoyado por Washington, a pesar de la desconfianza que se fraguó entre Washington y Seúl durante la guerra de Corea y la actitud arrogante del presidente surcoreano, Rhee garantizaba una Corea del Sur anticomunista y aliada de Estados Unidos. Una condición que, en la geopolítica de la Guerra Fría, era esencial para mantener el equilibrio de poder entre Estados Unidos y la URSS en Asia Oriental.

Este estilo de gobierno autocrático refleja una contradicción significativa entre el Rhee activista y el Rhee presidente. Mientras el activista mostraba una actitud crítica hacia el sistema político tradicional buscando asentar las bases de la política surcoreana en los valores de la democracia liberal estadounidense, el presidente gobernó más siguiendo el modelo tradicional coreano.

En esencia, el régimen de Rhee estuvo marcado por una elevada verticalidad del poder con el mismo en la cúspide como emperador republicano, una burocracia funcionarial clientelar, una corrupción endémica y un aparato represivo estatal, el cual se apoyaba en la represión, la tortura y la violencia como instrumentos para disuadir a la población de cuestionar el liderazgo de Rhee.

El Movimiento del 19 de abril y el derrocamiento de Rhee

En una tesitura de represión, violencia y vulneración de derechos fundamentales acompañados por una falta de mejoras en la economía, generó una situación idónea para la emergencia de una oposición al gobierno de Rhee. Además, Washington desesperado por la falta de resultados económicos decidió reducir su ayuda económica. Un hecho que condujo a Rhee a ver su posición política amenazada. Para evitar perder el poder, introdujo cambios en la Ley de Seguridad Nacional que limitaban la libertad de expresión, de prensa y el derecho a voto, además de imponer una reforma constitucional para eliminar el límite de dos mandatos presidenciales que le permitió presentarse nuevamente a las elecciones.

Esta decisión generó un malestar de la población que abogaba por cambios políticos en el país. La oposición generó una amplia ola de protestas. Estas manifestaciones fueron organizadas principalmente por estudiantes y profesores quienes, gracias a su comprensión de los valores liberales y de cómo éstos eran vulnerados por Rhee, fueron capaces de transmitir la necesidad de agruparse en alzamientos (manifestaciones) pacíficos para demandar un cambio de régimen. Este conjunto de movilizaciones tuvieron lugar en abril de 1960. Actualmente este conjunto de protestas y manifestaciones es conocido como el Movimiento del 19 de Abril o la Revolución del 19 Abril.

Aunque el gobierno de Rhee intentó inicialmente reprimir estas protestas, la represión tuvo un efecto contraproducente ya que incrementó los niveles de oposición popular contra su autocracia. El movimiento estudiantil alcanzó tal intensidad con los disturbios en Seúl y otras ciudades del país que su aparato burocrático-represor se vio incapaz de frenar su avance. Finalmente, Rhee, asediado por la presión de sus ciudadanos, tuvo que ser recogido en la Casa Azul (residencia del presidente de la República de Corea) por un helicóptero de la CIA para huir del país. Se exilió a Hawái, donde residió hasta su muerte, que tuvo lugar, el 19 de julio de 1965. Con su derrocamiento finalizó la Primera República de Corea.

Un legado lleno de controversias y disputas tras más de 60 años sin un consenso social mayoritario

Actualmente, en el sexagésimo aniversario de su fallecimiento, su figura y su legado son aún objeto de disputa y controversia. Esta falta de unanimidad refleja una división social en torno a su liderazgo que aún existe en Corea del Sur. Para sus partidarios no se puede negar el capital político que obtuvo en su lucha por la independencia de Corea. A pesar de todos sus errores, podría ser definido como el padre del Estado coreano moderno, o contemporáneo, si así se prefiere, al tiempo que le valoran su liderazgo durante la guerra de Corea. Por el contrario, sus detractoras critican su despotismo, abuso de poder, represión o su decisión de abandonar el país al inicio de la guerra. Para ellos, Rhee ha quedado retratado como un político deshonesto y fallido.

La Sexta República de Corea, a diferencia de las anteriores (con excepción de la breve Segunda República), es una democracia liberal. Los movimientos políticos que constituyeron la oposición a las dictaduras están presentes en la Asamblea Nacional e incluso han gobernado el país. Piénsese, por ejemplo, en el caso de Moon Jae-in, el duodécimo presidente quien fue, en su época universitaria, un estudiante que participó en los alzamientos contra la Constitución Yushin promulgada por Park Chung-hee y, cuya profesión, es abogado especializado en los Derechos Humanos.

También se puede mencionar el caso de Kim Dae Jung uno de los mayores luchadores por Derechos Humanos y la democracia civil en Corea, galardonado con el Nobel de la Paz, y opositor de Park Chung-hee y Chun Doo-hwan. Unos hechos que reflejan que la Corea del Sur actual es plural y las tesis de Rhee ya no son mayoritarias, aunque aún perviven en determinados sectores sociales vinculados con la derecha sociológica y nacionalista coreana.

Todo ello sitúa a Rhee como un líder político contradictorio pero esencial en el devenir histórico de la Corea del siglo XX cuyo legado aún es objeto de discusión y controversia más de medio siglo

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Las claves del desmantelamiento de NoName057 (16), la red cibercriminal prorrusa

El mayor golpe conjunto de Europol y Eurojust contra un grupo especializado en ataques DDoS contra instituciones de países pro-OTAN deja más de 100 servidores fuera de línea, dos arrestos y siete órdenes de detención internacional. Si quieres aprender más sobre esta materia, te recomendamos el Máster Profesional en Ciberseguridad, Ciberinteligencia y Ciberdefensa de LISA Institute.

Una red de más de 4.000 seguidores, capaz de tumbar webs ministeriales y servicios críticos en media Europa, quedó desarticulada el 15 de julio de 2025 tras la denominada Operación Eastwood. Así se fraguó el desmantelamiento de NoName057(16), el colectivo cibercriminal prorruso que llevaba años hostigando a los países que apoyan a Ucrania.

Las claves de la operación

  • Infraestructura desconectada: más de 100 servidores y parte del centro de mando quedaron fuera de línea.
  • Detenciones y órdenes: 2 arrestos (Francia y España) y 7 órdenes de búsqueda (seis contra ciudadanos rusos).
  • Acción sincronizada en 12 países: registros simultáneos en Alemania, Italia, España, Estados Unidos, Polonia, Francia, Chequia y otros.
  • Seguidores advertidos: 1.100 usuarios y casi veinte administradores de grupos recibieron una notificación legal directa vía Telegram sobre posibles cargos penales.
  • Modelo de negocio expuesto: pagos en criptomonedas, gamificación y la herramienta DDoSia para facilitar ataques.

Por qué importa

  • Revoca su capacidad de coordinar ataques masivos y rompe su botnet (grupo de dispositivos que han sido infectados con malware y que son controlados de forma remota por un atacante).
  • Golpea el liderazgo y envía un mensaje disuasorio a simpatizantes.
  • Muestra que la cooperación judicial transfronteriza puede neutralizar las amenazas distribuidas internacionalmente.
  • Frena la «ciber-milicia» voluntaria y reduce futuros ataques coordinados.
  • Aclara cómo se financiaba y reclutaba el grupo, útil para prevenir réplicas similares en el futuro.

Cómo se gestó la operación

  • Inteligencia previa: Países Bajos rastreó ataques que coincidieron con la cumbre de la OTAN y compartió indicadores de compromiso con Europol.
  • Coordinación Eurojust: se tramitaron Órdenes Europeas de Investigación para que las pruebas digitales se admitieran en tribunales de los 12 territorios implicados.
  • «Sprints» operativos: dos maratones de análisis forense conjugaron datos de registros, ISP y exchanges de criptomonedas para mapear la botnet y la cadena de pagos.
  • Día D: entre el 14 y el 17 de julio, equipos policiales ejecutaron 24 registros domiciliarios y desconectaron servidores alojados en centros de datos de cinco países.

Por qué era peligrosa NoName057 (16)

  • Volumen de ataques: llegó a orquestar hasta 70 ataques DDoS diarios, afectando 5.358 webs privadas y 674 organismos públicos en Europa, según Europol.
  • Objetivos críticos: ministerios de Defensa, bancos estatales y portales de transporte fueron derribados en momentos electorales o cumbres internacionales.
  • Ideología y propaganda: combinaba el ciberdelito con la narrativa prorrusa, incentivando a voluntarios con recompensas y «medallas» virtuales para mantener la moral.

Qué viene ahora

  • Procesos judiciales: los dos detenidos afrontan cargos de perturbación grave de sistemas informáticos y pertenencia a organización criminal. Las órdenes contra residentes en Rusia dependen de la cooperación internacional.
  • Refuerzo de ciberdefensa: la operación refuerza el uso de equipos conjuntos de respuesta rápida de la UE y la colaboración con Estados Unidos para rastrear criptotransacciones.
  • Efecto disuasorio: al exponer el riesgo legal para los simpatizantes, las agencias esperan reducir la participación en futuros ataques coordinados.

La gran imagen

El desmantelamiento de NoName057 (16) marca un precedente para frenar las «botnets patrióticas» que mezclan el activismo político y el ciberdelito. La operación demuestra que, con intercambio en tiempo real de pruebas y una ofensiva coordinada, incluso redes descentralizadas de miles de voluntarios pueden neutralizarse.

Esports World Cup 2025: Arabia Saudí y su apuesta global

Arabia Saudí, China, Corea del Sur y Estados Unidos compiten por liderar la industria de los deportes electrónicos, un nuevo eje de poder geopolítico y digital. En este artículo, el alumni del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Andrés Fuentealba, analiza los modelos con los que cada potencia busca consolidar su influencia. La Esports World Cup 2025 en Riad ilustra cómo los esports se han convertido en una herramienta estratégica de alcance global.

En el corazón del desierto, donde la tradición y la modernidad chocan a diario, Arabia Saudí se enfrenta a un desafío histórico. La arraigada dependencia del crudo, cada vez más vulnerable a las fluctuaciones del mercado global y a la transición energética, obliga a Riad a repensar su modelo de desarrollo. El objetivo es asegurar su estabilidad y crecimiento a largo plazo.

Esta necesidad ha impulsado al reino a explorar sectores emergentes. Buscan no solo fortalecer su economía, sino también proyectar una imagen renovada y dinámica en el escenario internacional.

El ambicioso proyecto «Visión 2030» se erige como el marco rector de esta transformación. Articula reformas económicas, sociales y culturales que buscan posicionar a Arabia Saudí como un actor moderno y competitivo en la economía global.

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Bajo este contexto, Riad ha identificado en los deportes electrónicos la industria ideal para materializar los objetivos de Visión 2030. Durante años, el reino ha desarrollado una inversión gradual y sistemática. Esto lo ha convertido en una de las potencias emergentes en el negocio de los esports. Además, ha establecido las bases para una transformación que trasciende el mero ámbito del entretenimiento.

Este interés estratégico culmina con la Copa Mundial de Deportes Electrónicos 2025. Se trata de un evento sin precedentes en la industria, con un fondo récord de 70 millones de dólares en premios. Contará con la participación de figuras mundiales como Cristiano Ronaldo y Post Malone. Durante dos meses de competición, Riad se convierte en el epicentro mundial de los deportes electrónicos.

Antes de explicar el interés del reino saudí en el negocio de los esports, es necesario contextualizar la importancia de esta industria en el ámbito geopolítico.

La nueva arena del entretenimiento: los esports como campo de batalla geopolítico

Los deportes electrónicos ya no son solo entretenimiento juvenil. Se han convertido en una industria de más de 3 mil millones de dólares que mueve a 640 millones de espectadores en todo el mundo, y las grandes potencias lo saben. Como en cualquier sector estratégico, cuando hay tanto dinero e influencia en juego, los gobiernos aparecen con sus propias agendas.

Corea del Sur: los pioneros que escribieron las reglas del juego

Cuando la crisis financiera asiática de 1997 devastó la economía surcoreana, pocos imaginaron que este desastre económico sería el catalizador de una revolución digital. El gobierno del presidente Kim Dae-jung tomó una decisión audaz: apostar por la tecnología como motor de recuperación. Invirtió en infraestructura digital que eventualmente atrajo inversión privada.

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La transformación fue extraordinaria. Para el año 2000, Corea del Sur había logrado cobertura universal de banda ancha. Se convirtió en la nación más conectada del mundo, con velocidades que superaban los 622 Mbps. Los PC bangs —cibercafés especializados en gaming— proliferaron: pasaron de apenas 100 locales en 1997 a 13,000 en 1999. Así crearon una infraestructura social que popularizó el acceso a los videojuegos y sentó las bases para lo que vendría después.

En el año 2000, cuando el mundo aún veía los videojuegos como entretenimiento infantil, Corea del Sur dio un paso revolucionario. Reconoció oficialmente a los esports como deporte y estableció la Korean e-Sports Association (KeSPA) bajo supervisión gubernamental. Fue el primer país en tomarse los deportes electrónicos en serio, comprendiendo su potencial como negocio multimillonario y herramienta de proyección cultural.

La estrategia surcoreana combinó inversiones específicas en infraestructura, construcción de estadios especializados y programas de formación profesional. Su innovación más destacada fue vincular los esports con el fenómeno Hallyu, incorporando los «K-esports» al soft powerjunto al K-pop y los K-dramas.

El resultado: Corea del Sur se convirtió en el primer epicentro global de los deportes electrónicos. Estableció estándares que el resto del mundo aún adopta. Con transmisiones televisivas desde hace 18 años, jugadores con estatus de estrellas del pop y una industria que genera miles de millones, no solo crearon un modelo exitoso. También definieron las reglas de una nueva forma de influencia cultural.

El liderazgo de China en los esports: maquinaria estatal en acción

Si Corea del Sur fue el visionario que creó las reglas del juego, China a través de una fuerte maquinaria estatal, rebusteció la industria de los deportes electrónicos hasta niveles que no se habían visto.

El interés chino en los esports se remonta a inicios de este siglo. En 2003, la Administración General de Deportes reconoció oficialmente los esports como deporte oficial, sentando las bases legales para su desarrollo y profesionalización.

Desde entonces, el gobierno chino ha impulsado una coordinación institucional sin precedentes. El 14º Plan Quinquenal para el Desarrollo de la Industria Cultural se erige como el marco rector de esta iniciativa.

El documento oficial destaca explícitamente a los esports como parte fundamental de la industria del entretenimiento, mientras directivas recientes del Consejo de Estado los posicionan como medio estratégico para impulsar el consumo digital y la innovación tecnológica. Esto incluye la implementación de 5G, inteligencia artificial, realidad virtual y realidad aumentada.

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Además, hay múltiples agencias estatales dedicadas a regular, promover y expandir el sector. La Administración Nacional de Prensa supervisa la regulación de contenidos, asegurando que la industria cumpla con los estándares culturales y legales del país. Por su parte, el Ministerio de Educación incorporó en 2016 la especialidad universitaria de «esports y gestión», formalizando así la formación académica y profesional en este campo emergente.

La institucionalización del sector alcanzó su máxima expresión con la creación del Instituto Nacional para el Desarrollo de los Esports (NIED). Este organismo fue fundado el 12 de julio de 2024 por China Media Group, operador de cadenas televisivas estatales como CCTV.

Esta iniciativa busca consolidar una arquitectura institucional centrada en tres objetivos fundamentales. El primero es formar expertos, académicos y profesionales para investigar el desarrollo de los esports. El segundo consiste en estudiar las dinámicas y tendencias del sector para sentar las bases de políticas nacionales relevantes. El tercero se enfoca en promover la industria mediante la organización oportuna de competiciones especializadas.

El NIED representa la culminación de la estrategia china de integración vertical entre investigación académica, formulación de políticas públicas y desarrollo comercial del sector. Esta estructura institucional permite que Beijing no solo regule y promueva los esports a nivel nacional, sino que también proyecte su influencia en el ecosistema global de deportes electrónicos.

La efectividad de este modelo se refleja en resultados medibles que validan la estrategia de Beijing. Según el informe anual del South China Morning Post, la industria china de deportes electrónicos generó 27.568 millones de RMB (2.97 mil millones de libras esterlinas) en ingresos durante 2024, registrando un crecimiento interanual del 4.62 %.

Estados Unidos: El poder de las plataformas en la geopolítica de los esports

A diferencia de las estrategias estatales de China o los marcos institucionales pioneros de Corea del Sur, Estados Unidos ha permitido que sean las dinámicas privadas las que configuren los parámetros de desarrollo del sector. Washington apuesta por el poder de sus gigantes tecnológicos para dominar la infraestructura digital que sostiene la industria. Así, transforma el entretenimiento interactivo en un vector de soft power tecnológico con alcance global.

Las big tech norteamericanas controlan los canales fundamentales de distribución en el mercado occidental. Amazon, mediante Twitch (adquirida en 2014 por 970 millones de dólares y valorada hoy en más de 15 mil millones), domina el streaming en vivo con 15 millones de espectadores diarios y 3 millones de streamers mensuales

Esta hegemonía en las plataformas de distribución representa un contrapeso estratégico frente al dominio chino en la propiedad intelectual de juegos. Mientras la empresa estatal china Tencent controla títulos globales como League of Legends (Riot Games, 100%) y Fortnite (Epic Games, 40%), las empresas estadounidenses han priorizado el control de los canales que conectan estos contenidos con las audiencias globales, creando ecosistemas cerrados mediante integraciones con servicios complementarios.

Los esports se han convertido en escenario de una «guerra fría digital» con claras dimensiones geopolíticas. La designación de Tencent en la lista de vigilancia militar del Departamento de Defensa estadounidense en enero de 2025 evidencia cómo esta rivalidad trasciende lo comercial para convertirse en una batalla por el control cultural y tecnológico del entretenimiento digital global, con implicaciones directas para la seguridad de datos de personas y empresas.

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La institucionalización académica representa otro pilar en la consolidación del ecosistema norteamericano. En 2022, la Universidad de Dakota del Norte estableció la primera Licenciatura en Ciencias en Esports, mientras que universidades líderes, como la Universidad de Massachusetts Dartmouth College y la Universidad de Virginia Occidental, también cuentan con programas de esports, formalizando la profesionalización del sector y creando bases para la investigación académica especializada.

Los resultados económicos están a la vista: EEUU representa el 26,1% del mercado mundial de esports en 2024, con proyecciones de 1.070 millones de dólares en ingresos. La base de usuarios, estimada en 65,77 millones para los próximos años (frente a 49,98 millones en 2024), consolida a Estados Unidos como motor económico fundamental del sector.

Arabia Saudí: La construcción de un imperio de los esports

La estrategia de Arabia Saudí para dominar los deportes electrónicos encuentra su marco conceptual en la Estrategia Nacional de Juegos y Deportes Electrónicos (NGES). Esta fue anunciada en 2022 por el príncipe heredero Mohammed bin Salman. La iniciativa establece tres objetivos fundamentales: mejorar la calidad de vida mediante nuevas experiencias de entretenimiento, crear oportunidades para el sector privado y generar un impacto económico medible.

Las proyecciones económicas validan la ambición del reino en este sector estratégico. PricewaterhouseCoopers (PWC) y la Federación Saudí de Esports proyectan que el mercado de videojuegos y deportes electrónicos generará 13,300 millones de dólares para 2030. Los saudíes ven en su capacidad demográfica una oportunidad excepcional: 23,5 millones de jugadores que representan el 67% de la población, proporcionando al reino una plataforma social robusta para el desarrollo orgánico del sector. 

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Savvy Games Group (SGG), valorado en 375,000 millones de riales saudíes, emerge como el brazo ejecutor de la estrategia estatal, comprometiendo 38,000 millones de dólares para adquirir participaciones en empresas internacionales y desarrollar la industria nacional. 

Esta entidad, respaldada por el Fondo de Inversión Pública (fondo de inversión del reino), materializa la doctrina económica saudí de reducir la dependencia de inversiones extranjeras y concentrar recursos en el desarrollo de capacidades tecnológicas domésticas, estableciendo objetivos cuantitativos ambiciosos: 250 empresas de videojuegos para 2030 y más de 30 títulos entre los 300 mejores del mundo para 2031

Los megaproyectos de infraestructura reflejan la integración sistémica de los esports en la visión urbanística del futuro saudí. NEOM incluye el primer centro de videojuegos regional, equipado con estudios de desarrollo, instalaciones de captura de movimiento y zonas de incubación empresarial, mientras que Qiddiya se perfila como una ciudad única en el mundo, enfocada específicamente en el entretenimiento digital, albergando infraestructura especializada para deportes electrónicos. 

La Academia Saudí de Esports complementa esta arquitectura física con programas educativos especializados y competencias universitarias organizadas categorías profesionales, garantizando la formación de talento local especializado. 

Esta arquitectura estratégica culmina con la organización de eventos de escala global que materializan las ambiciones saudíes. El festival Gamers8, el primer evento de deportes electrónicos realizado en el reino entre 2022 y 2023, con 45 millones de dólares en premios, estableció precedentes que ahora se magnifican con la Copa Mundial de Deportes Electrónicos 2025. Este evento representa la materialización de años de inversión sistemática y planificación institucional.

Esports World Cup 2025; un evento sin precedentes en la industria

La Esports World Cup 2025 en Riad es el mayor evento de deportes electrónicos jamás realizado, con un fondo récord de premios que supera los 70 millones de dólares.

Esta Copa Mundial no solo redefine el nivel competitivo global, sino que consolida a Arabia Saudí como una potencia en el sector. Además, reafirma la estrategia de su Visión 2030 para impulsar la diversificación económica y el soft power.

El evento se celebrará en Riad, del 8 de julio al 24 de agosto de 2025. Abarca un extenso calendario con 26 torneos en 25 disciplinas de esports, donde participan más de 2,000 jugadores y 200 clubes internacionales.

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Sumándose al espectáculo, Cristiano Ronaldo fue nombrado embajador mundial del evento. Usa su influencia de más de mil millones de seguidores para conectar el deporte tradicional con la creciente audiencia de esports. Por su parte, Post Malone encabezó la ceremonia de inauguración, fusionando música mainstream con cultura gaming y ampliando el alcance cultural y mediático del torneo.

Geopolíticamente, Arabia Saudí ha tejido alianzas clave con gigantes tecnológicos de China y Occidente. El memorando con el Instituto Nacional para el Desarrollo de los Esports (INED) de China Media Group y VSPO refleja un puente con la potencia asiática. A su vez, Tencent y Amazon Ads respaldan la infraestructura comercial y de transmisión del torneo, demostrando el pragmatismo saudí para tejer alianzas y negocios.

Una novedad destacada es la inclusión del ajedrez online como disciplina oficial, con un premio de 1.5 millones de dólares y figuras como Magnus Carlsen e Hikaru Nakamura. Esta integración fue posible gracias a una alianza a largo plazo con Chess.com, posicionando al ajedrez digital como una competición relevante en la escena gaming global.

En definitiva, la Esports World Cup 2025 no solo es un despliegue sin precedentes en infraestructura, premios y alcance. También es una pieza clave en la estrategia de Arabia Saudí para posicionarse como centro gravitacional y diplomático en el mundo digital. Este evento marca una transformación global en la industria, abriendo paso a un nuevo reparto geopolítico y económico dentro del ecosistema de deportes electrónicos en constante expansión.

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Qué es HUMINT, la Inteligencia de fuentes humanas

Descubre qué es HUMINT, cómo se obtiene información de fuentes humanas y por qué sigue siendo clave para agencias y empresas. Si quieres convertirte en un experto en esta modalidad de Inteligencia, te recomendamos el Bootcamp inmersivo de HUMINT y Virtual HUMINT de LISA Institute.

La información más valiosa suele latir en el corazón de las personas. Esa es la premisa del HUMINT (Human Intelligence), la disciplina de Inteligencia que se nutre directamente de fuentes humanas. En un mundo saturado de datos digitales, entender cómo se obtiene, valida y utiliza esa información de carne y hueso resulta clave tanto para la seguridad de un Estado como para la competitividad de una empresa.

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Pese a los millones de señales electrónicas que se generan cada día, las decisiones cruciales siguen tomando forma en conversaciones, reuniones y confidencias. Por eso, el HUMINT cobra especial protagonismo, ya que combina la cercanía humana con diferentes técnicas analíticas para revelar las intenciones, las motivaciones y los planes que ninguna otra disciplina de la Inteligencia puede captar. A lo largo de este artículo se explorará qué es la inteligencia humana, cómo se aplica en el ámbito nacional y corporativo y qué retos éticos plantea.

¿Qué es HUMINT y en qué se diferencia de SIGINT u OSINT?

El HUMINT se define como la obtención y el análisis de información procedente de personas (voluntarias, reclutadas o entrevistadas) con el fin de transformarla en Inteligencia útil para la toma de decisiones.

Otras disciplinas usan sensores o fuentes abiertas:

  • SIGINT (Signals Intelligence). Intercepción de señales electrónicas, como por ejemplo escuchar comunicaciones enemigas.
  • OSINT (Open Source Intelligence). Información pública y digital, como por ejemplo analizar redes sociales o prensa.
  • HUMINT. Su fuente principal son los testigos, colaboradores o empleados. Un ejemplo sería la recogida de testimonios sobre un plan de fraude.

La diferencia no es solo tecnológica, es cualitativa. La palabra hablada aporta contexto emocional, matices culturales y señales no verbales imposibles de capturar con un algoritmo. Como subrayaba el exdirector de la CIA, George Tenet, «nada reemplaza al agente que mira a los ojos a su fuente».

Fuentes y métodos de recopilación de información humana

El HUMINT se apoya en técnicas que van desde la entrevista casual hasta la infiltración prolongada. El Manual de Operaciones del Ejército de Estados Unidos clasifica las fuentes en cuatro grandes grupos:

  • Voluntarias: ciudadanos que ofrecen datos por convicción o recompensa.
  • Contactos explotables: personas con acceso privilegiado que pueden cooperar puntualmente.
  • Agentes reclutados: colaboradores a largo plazo bajo control operativo.
  • Fuentes accidentales: observadores fortuitos de un hecho relevante.

Entrevistas, interrogatorios y observación directa

  1. Entrevistas: conversaciones estructuradas con testigos o expertos para corroborar detalles.
  2. Interrogatorios: diálogo más incisivo, usado por fuerzas de seguridad tras un arresto.
  3. Observación directa: presencia física o encubierta para captar comportamientos y rutinas.

Redes de contactos y confidenciales

En entornos corporativos, el HUMINT adopta formas menos dramáticas pero igual de efectivas:

  • Redes profesionales: ferias, congresos y grupos sectoriales donde se intercambian rumores de mercado.
  • Empleados internos: áreas como ventas o atención al cliente detectan cambios estratégicos de la competencia.
  • Confidenciales externos: distribuidores, proveedores o extrabajadores que comparten insights a cambio de incentivos legítimos.

Aplicaciones actuales: de las agencias de inteligencia a la empresa privada

Seguridad nacional

  • Prevención antiterrorista: identificar células antes de que actúen gracias a infiltrados comunitarios.
  • Control de proliferación: seguir la pista a redes que trafican con armas o tecnología sensible.
  • Operaciones militares: conocer la moral y las debilidades del adversario en el terreno.

Ejemplo: durante la Guerra Fría, el agente doble Oleg Penkovsky suministró planos de misiles soviéticos que resultaron decisivos en la crisis de los misiles de Cuba.

Entorno empresarial

  • Inteligencia competitiva: anticipar lanzamientos de productos o movimientos de precios.
  • Gestión del riesgo: detectar fraudes internos, conflictos laborales o corrupción en la cadena de suministro.
  • Debida diligencia (due diligence) en fusiones: entrevistar discretamente a exempleados para validar la cultura y salud financiera de la empresa objetivo.

Ejemplo práctico ficticio: una farmacéutica sabe con tres meses de ventaja que su rival presentaría una patente en Asia. Gracias a esa alerta, reorganiza su estrategia de lanzamiento y gana cuota de mercado.

Retos éticos y legales de la inteligencia basada en personas

Trabajar con seres humanos implica responsabilidad. Organismos como la Convención de Ginebra y la normativa europea de protección de datos exigen el respeto a la dignidad y la privacidad. Los dilemas más comunes son:

  • Consentimiento versus engaño: ¿hasta dónde es legítimo ocultar la verdadera identidad del recolector?
  • Remuneración de fuentes: el pago puede contaminar la veracidad o crear dependencia.
  • Riesgo para la fuente: garantizar su seguridad física y reputacional.

El analista Bruce Schneier recuerda que «la ética no es un lastre, sino un seguro de legitimidad a largo plazo». Los programas de cumplimiento de leyes, regulaciones y normas en el ámbito corporativo incorporan ya protocolos HUMINT para cumplir con las normativas y los derechos humanos.

HUMINT defensiva: contrainteligencia y protección de activos

La contrainteligencia es la otra cara de la moneda. Esta disciplina se centra en detectar y neutralizar los intentos ajenos de explotar nuestras propias fuentes humanas. Sus pilares son:

  • Formación del personal: reconocer técnicas de elicitación (preguntas inocentes que buscan datos sensibles).
  • Política de acceso mínimo: saber lo necesario, reduce filtraciones.
  • Canales de denuncia interna: permiten que empleados alerten de acercamientos sospechosos.

En la empresa, esto se traduce en programas de seguridad industrial que combinan el HUMINT defensiva con la ciberseguridad, porque los atacantes suelen mezclar phishing digital con ingeniería social presencial.

Tendencias y futuro del HUMINT en la era digital

  1. Análisis asistido por IA: algoritmos que evalúan la fiabilidad y congruencia de los testimonios en tiempo real.
  2. Entornos híbridos: entrevistas virtuales con avatares que reducen el sesgo cultural y mejoran la dosificación de preguntas.
  3. Micro-fuentes: crowdsourcing de informaciones breves vía apps seguras entre comunidades locales.
  4. Privacidad diferencial: técnicas criptográficas que protegen la identidad de la fuente mientras se comparte la Inteligencia.
  5. Necesidad inexorable del factor humano: los datos masivos explican el qué. Un buen informante revela el porqué.

Los 5 libros sobre Geopolítica para leer este verano

Explora esta guía de lectura imprescindible para entender el tablero geopolítico mundial actual. Si quieres adquirir más conocimientos sobre esta materia, te recomendamos el Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute.

La geopolítica nunca descansa. En todo momento los conflictos cambian de escenario, las tecnologías alteran el equilibrio de poder y las fronteras vuelven a cobrar protagonismo. Este verano es una gran oportunidad para ponerse al día con las últimas obras que ayudan a entender por qué el mapa político mundial se mueve como lo hace. A continuación encontrarás cinco títulos destacados de los últimos años.

El poder de la geografía

Autor: Tim Marshall

Año de publicación: 2021

Marshall retoma su bestseller Prisioneros de la geografía y añade diez «territorios decisivos» para mostrar como las montañas, los ríos y las llanuras siguen dictando la política mundial. El estilo es directo, con ejemplos que conectan la topografía con las migraciones, los conflictos y las rutas comerciales. Leerlo es como ver el mundo desde un dron, ya que entiendes por qué Turquía controla un paso clave o por qué Australia se vuelve imprescindible en la pugna Indo-Pacífico.

Explicaciones de fronteras inexplicables

Autores: Francisco Llorens, Antonella Grossolano y Diego Briano

Año de publicación: 2023

Nacido del popular canal Un Mundo Inmenso, este volumen es pura curiosidad geográfica: islas que cambian de dueño cada seis meses, enclaves coloniales que aún generan disputas o límites serpenteantes imposibles de dibujar sin regla y compás. Con mapas coloridos e infografías, los autores explican cómo una línea aparentemente absurda puede desencadenar tensiones diplomáticas o marcar identidades. Ideal para lecturas cortas bajo la sombrilla, donde cada capítulo cuenta una historia sorprendente y la cierra con un contexto histórico.

Objetivo: democracia

Autor: Juan Fernández-Miranda

Año de publicación: 2024

Este libro se centra en la Transición española. El autor, periodista e investigador, reconstruye los vertiginosos 19 meses que separan la muerte de Franco de las primeras elecciones de 1977. El tono es casi novelesco, donde se incluyen conspiraciones de pasillo, llamadas telefónicas de madrugada y la sensación permanente de que todo podía salir mal. Más que nostalgia, ofrece lecciones sobre pactar en tiempos crispados. Si te intrigan los mecanismos internos que convierten un régimen autoritario en una democracia, este relato ágil te atrapará.

El Sahel: el nuevo escenario de la geopolítica mundial

Autor: Gerardo Muñoz Lorente

Año de publicación: 2024

¿Te suena lejano el Sahel? Este ensayo te demostrará lo contrario. Muñoz Lorente describe esa franja africana (del Atlántico al mar Rojo) donde confluyen el terrorismo, las sequías brutales y las pugnas por los recursos críticos. Con datos y un tono casi de reportaje, explica por qué este «corredor» puede desestabilizar Europa si lo ignoramos. Es un libro que reúne mapas, cifras de población y testimonios sobre el terreno para que comprendas la magnitud (y la urgencia) del problema.

Testigo de un tiempo incierto

Autor: Javier Solana

Año de publicación: 2024

Cuando un exministro de Exteriores, ex secretario general de la OTAN y científico de formación se sienta a escribir, lo mínimo que podemos hacer es prestarle atención. Solana repasa las tres últimas décadas como quien hojea un álbum de fotos propio, mezclando sus anécdotas diplomáticas con reflexiones sobre la OTAN, la relación Occidente-Rusia o la rivalidad entre Estados Unidos y ChinaNo vas a encontrar teorías rebuscadas. Más bien, una crónica en primera persona con toques de confidencia. Perfecto si te apetece entender por qué el tablero mundial está tan revuelto, contado por alguien que estuvo en la sala de mandos.

Desmilitarización climática: ¿qué rol debe jugar la defensa frente al cambio climático?

El cambio climático ya no es una amenaza futura, sino una emergencia que transforma todos los ámbitos de nuestra vida. Entre ellos, uno poco discutido: la defensa. En este artículo, Elena Bueso analiza qué papel deben jugar los ejércitos en un mundo que se calienta.

La crisis climática ha dejado de ser una amenaza futura para convertirse en una realidad palpable que afecta a todas las dimensiones de la vida humana: salud, economía, seguridad alimentaria, movilidad y, en un nivel menos discutido, seguridad y defensa.

Mientras los gobiernos del mundo se apresuran a responder a incendios forestales, inundaciones y olas de calor, las instituciones militares también se enfrentan a una disyuntiva fundamental: ¿cuál debe ser su papel en la lucha contra el cambio climático? ¿Son parte del problema o parte de la solución?

Este artículo explora la necesidad de una «desmilitarización climática», es decir, una redefinición profunda de los objetivos, estrategias y estructuras de defensa a la luz de la emergencia ecológica global.

El sector defensa como emisor de carbono

Los ejércitos del mundo son, paradójicamente, algunos de los mayores contribuyentes al cambio climático. Según un informe del Conflict and Environment Observatory (CEOBS), las fuerzas armadas globales emiten entre el 5% y el 6% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, más que países enteros como Alemania o Brasil. Solo el Departamento de Defensa de Estados Unidos consume más combustibles fósiles que cualquier otra institución del planeta. En 2017, se estimaba que emitió 59 millones de toneladas de CO2, más que Suecia o Portugal.

La razón de estas emisiones masivas está en el diseño de los sistemas militares modernos: aviones de combate, portaaviones, tanques, maniobras logísticas globales, bases distribuidas en cientos de países. Cada una de estas operaciones implica un gasto energético colosal, generalmente basado en combustibles fósiles.

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Además, las actividades militares escapan en gran parte a los sistemas de contabilidad climática bajo el Acuerdo de París, debido a exenciones negociadas por grandes potencias. Esto crea un vacío legal y político que debilita la coherencia de los compromisos climáticos globales.

Seguridad climática vs. seguridad tradicional

Tradicionalmente, el concepto de seguridad ha estado centrado en la defensa territorial frente a amenazas externas: ejércitos enemigos, terrorismo, conflictos interestatales. Sin embargo, el cambio climático desborda esta lógica. La subida del nivel del mar, la desertificación, los desplazamientos forzados por desastres naturales y la escasez de recursos se están convirtiendo en amenazas directas a la estabilidad de regiones enteras.

Por ejemplo, en el Sahel africano, la competencia por el agua y las tierras cultivables ha alimentado conflictos armados y aumentado la penetración de grupos extremistas. En Asia Pacífico, naciones insulares como Tuvalu o Kiribati están en riesgo existencial por el aumento del nivel del mar. En América Latina, los desplazamientos climáticos están reconfigurando las migraciones y la gobernanza de fronteras. Frente a estos fenómenos, la seguridad climática plantea una agenda distinta: prevención, resiliencia, adaptación y justicia ambiental.

Militarización de la agenda climática

En algunos países, en lugar de repensar el rol de la defensa, se ha optado por militarizar la agenda climática. Esto se traduce en aumentar el presupuesto militar para responder a desastres naturales, proteger infraestructuras críticas o controlar migraciones climáticas.

En Estados Unidos, el Pentágono ha incorporado el cambio climático como una «amenaza multiplicadora» en sus documentos estratégicos desde 2010. En la Unión Europea, la Estrategia de Seguridad reconoce al clima como un factor de riesgo geopolítico.

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Sin embargo, esta aproximación corre el riesgo de desvirtuar la naturaleza civil y social de la transición ecológica. Al centrar la respuesta en la seguridad nacional, se pueden reforzar lógicas de exclusión, vigilancia y control que obstaculicen las soluciones colectivas y justas. También puede desviar recursos de la acción climática real, como la mitigación de emisiones, la protección de ecosistemas o la transición energética.

La necesidad de una desmilitarización climática

La desmilitarización climática no significa prescindir de las capacidades militares frente a crisis climáticas, sino reconfigurarlas para que estén al servicio de la adaptación y la mitigación. Esto implica:

  1. Reducción de emisiones del sector defensa: Establecer objetivos claros de descarbonización, con auditorías independientes y rendición de cuentas. Algunas fuerzas aéreas están probando biocombustibles, y se exploran fuentes de energía solar en bases militares, pero se necesita mucho más.
  2. Transparencia climática militar: Incluir las emisiones militares en los reportes nacionales ante la CMNUCC (Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático), eliminando las exenciones actuales. Esto sería un paso fundamental hacia una gobernanza climática integral.
  3. Conversión de capacidades: Redirigir tecnologías militares hacia aplicaciones civiles resilientes: logística en zonas de desastre, construcción de refugios sostenibles, monitoreo con drones para incendios o derrames tóxicos.
  4. Fin de los conflictos por recursos: Impulsar acuerdos multilaterales para la gestión justa del agua, la tierra y los minerales críticos necesarios para la transición energética (como el litio o el cobalto). Evitar que la carrera por estos recursos derive en nuevas formas de extractivismo o colonialismo verde.
  5. Educación climática en las fuerzas armadas: Formar a militares en ciencia climática, derechos humanos y diplomacia ambiental. Una defensa climática debe ser también una defensa humanitaria y preventiva.

El papel de los países del Sur Global

Muchos países en desarrollo enfrentan una paradoja: son los más afectados por el cambio climático pero tienen menos capacidad de respuesta. En ese contexto, fortalecer sus capacidades de defensa frente a emergencias climáticas es esencial, pero debe hacerse sin replicar modelos militaristas ni depender de tecnologías del Norte Global. Proyectos como la Iniciativa Climática para la Paz, impulsada por la ONU, buscan fomentar capacidades locales, resiliencia comunitaria y mecanismos de prevención de conflictos.

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América Latina, por ejemplo, tiene un papel clave que jugar: posee vastos ecosistemas reguladores del clima (Amazonía, Andes, acuíferos), experiencia en diplomacia sur-sur y un potencial enorme para liderar una defensa climática basada en derechos humanos y justicia ambiental.

Retos y resistencias

La transición hacia una defensa climática enfrenta resistencias políticas e institucionales. En muchos países, las fuerzas armadas tienen gran autonomía presupuestaria y doctrinal, lo que dificulta introducir criterios climáticos en su planificación. Además, existe un temor de que hablar de desmilitarización implique debilitar la soberanía o la seguridad nacional.

También hay una falta de datos precisos y accesibles. Muchos países no publican información sobre el consumo energético de sus fuerzas armadas, lo que impide evaluar su impacto ambiental. Por último, los grandes contratistas militares tienen intereses económicos que no siempre están alineados con la agenda climática. Lockheed Martin, Boeing, BAE Systems o Raytheon se benefician de la continuidad del complejo industrial-militar.

Propuestas para una nueva doctrina de defensa

Una verdadera desmilitarización climática requiere una nueva doctrina de defensa. Algunas ideas clave incluyen:

  • Defensa civil-ambiental: Integrar a las comunidades en la gestión de riesgos y emergencias, con enfoque de justicia climática.
  • Cooperación regional en seguridad climática: Crear mecanismos multilaterales de prevención de conflictos por recursos, intercambio de datos climáticos y respuesta conjunta a desastres.
  • Presupuesto verde en defensa: Asignar una parte del gasto militar a proyectos de adaptación y resiliencia.
  • Instituciones mixtas: Fomentar agencias que integren capacidades civiles, ambientales y de defensa para responder a crisis complejas.
  • Nuevas alianzas globales: Participar en foros internacionales que impulsen la gobernanza climática desde la paz, como el Pacto de Escazú o la Iniciativa Climática para la Paz de la ONU.

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El cambio climático redefine nuestras prioridades, riesgos y responsabilidades. En ese contexto, el sector defensa debe transformarse radicalmente. No basta con adaptarse: debe asumir un papel activo en la transición hacia sociedades más resilientes, sostenibles y justas.

Desmilitarizar el clima no es debilitar la seguridad, sino fortalecerla desde una perspectiva más humana, ecológica y solidaria. En un mundo en llamas, la verdadera defensa no se mide en tanques ni misiles, sino en capacidad de cuidar la vida.

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¿Puede Europa defenderse sin mirar al sur? El Magreb como escudo estratégico

Mientras Europa refuerza sus defensas frente a Rusia, el Magreb se convierte en un foco de inestabilidad marcado por crisis migratorias, autoritarismo y una creciente competencia geopolítica. ¿Está la Unión Europea preparada para recuperar su influencia en el sur del Mediterráneo o seguirá cediendo terreno a actores externos y regímenes inestables? En este artículo, el alumno del Máster Profesional de Analista Estratégico y Prospectivo, Miguel Cuesta Hoces, analiza los desafíos clave y propone un nuevo enfoque para la vecindad sur.

Durante décadas, la frontera sur de Europa fue vista como un espacio de riesgo y tránsito. El Mediterráneo central, el Magreb y las puertas del Sahel operaban como barreras semipermeables para contener tensiones migratorias y de seguridad que provenían del continente africano y del Oriente Medio. Sin embargo, a pesar de su relevancia, esta región fue gestionada desde el cortoplacismo: con operaciones puntuales, acuerdos bilaterales dispersos y estrategias reactivas que no han conseguido generar estabilidad ni vínculos duraderos.

El panorama cambió aún más con la pandemia y, sobre todo, con la guerra en Ucrania. Europa giró su atención hacia el este, reactivando la OTAN, reforzando su presencia militar en el Báltico y priorizando la contención de Moscú.

Esta reorientación estratégica tuvo un coste: el sur fue relegado a un segundo plano. La UE, atrapada entre el temor a Rusia y la fatiga política interna, ha abandonado en gran medida su visión estructural del Mediterráneo, delegando el control en actores externos y firmando pactos de contención con regímenes cada vez más autoritarios.

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Mientras tanto, el sur ha ardido. La proliferación de actores externos (Rusia, China, Turquía, los Emiratos), la consolidación de regímenes autocráticos, el uso instrumental de la migración, el colapso estatal en Libia, la deriva autoritaria en Túnez, la firmeza energética de Argelia y la ambivalencia diplomática de Marruecos, dibujan un tablero en el que Europa ya no dicta las reglas. El Magreb ha dejado de ser una periferia gestionable para convertirse en un conjunto de actores soberanos que negocian desde la asimetría, capitalizan sus debilidades internas como palancas de presión y diversifican sus alianzas más allá del paraguas europeo.

Esta transformación del sur tiene consecuencias directas para Europa. Mientras se refuerza la defensa convencional en el este, la frontera sur se ha convertido en un espacio de inestabilidad crónica que amenaza con desbordar la capacidad de respuesta europea. Las rutas migratorias siguen activas, las redes criminales se fortalecen y el Mediterráneo corre el riesgo de dejar de ser una frontera cooperativa para convertirse en una línea de fractura geopolítica.

En este contexto, la UE necesita replantear su estrategia. No se trata solo de invertir más en defensa o de firmar nuevos memorandos, sino de recuperar una visión política de largo plazo, una narrativa coherente y una arquitectura institucional capaz de articular intereses comunes sin renunciar a los principios fundacionales europeos. El Magreb exige una política europea común que combine control migratorio, cooperación económica, reformas democráticas y desarrollo territorial.

Europa ante el tablero magrebí: distracción oriental y vacío estratégico

Durante años, la caída de Gadafi, la Primavera Árabe y el conflicto sirio centraron la atención en el Mediterráneo. Europa desplegó operaciones militares, diseñó estrategias de desarrollo y firmó acuerdos migratorios. Sin embargo, la llegada del COVID-19 y, sobre todo, la invasión rusa de Ucrania, desplazaron la brújula geopolítica. La amenaza rusa reactivó la OTAN y dirigió los recursos hacia el flanco oriental. La defensa del Báltico pasó a primer plano, mientras el Mediterráneo fue de nuevo relegado.

Esta priorización estratégica, aunque comprensible, no es inocua. La atención exclusiva al este ha permitido que el sur se degrade. El auge del autoritarismo, el colapso en Libia, la tensión entre Argelia y Marruecos, y la fragmentación diplomática entre los países europeos frente al Magreb han abierto un espacio de inestabilidad y competencia multipolar.

China construye infraestructuras sin exigencias democráticas, Rusia refuerza su presencia en el Sahel y Libia, Turquía extiende sus redes religiosas y militares, y los países del Golfo financian proyectos con agendas propias. Frente a estas alternativas, la UE aparece desdibujada, dividida y atrapada en una lógica reactiva.

De socios a actores estratégicos: Marruecos, Túnez, Libia y Argelia

Marruecos ha consolidado su estabilidad política y su alineación con Occidente, especialmente tras el reconocimiento estadounidense de su soberanía sobre el Sáhara Occidental. A cambio, ha intensificado su relación con Israel y EE. UU., tensando la relación con Argelia y, en ocasiones, con España.

Pero Rabat no solo coopera: también presiona. La gestión migratoria se ha convertido en una herramienta de negociación, como se evidenció en la crisis de Ceuta en 2021. Además, las desigualdades internas siguen siendo profundas: el 80 % de la población rural no tiene acceso a servicios sanitarios adecuados, lo que alimenta el malestar social y la migración irregular.

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También es necesario destacar que Rabat utiliza su diáspora como una extensión estratégica de su influencia exterior. Las comunidades marroquíes en Europa actúan como redes informales de presión cultural, política y económica, especialmente en países como Francia, España y Bélgica. Esta dimensión transnacional refuerza su capacidad de interlocución y le permite proyectar una imagen de fortaleza y cohesión, incluso cuando enfrenta desequilibrios internos.

Túnez, por su parte, ha pasado de ser un modelo democrático árabe a una dictadura populista bajo Kais Saied. La represión de la oposición, la crisis económica, el desempleo juvenil y el desmantelamiento institucional han sumido al país en un colapso prolongado. La UE ha firmado acuerdos de contención migratoria con este régimen, como el Memorando de 2023, pero sin garantías de derechos ni transparencia. Además, Saied ha devuelto fondos europeos y se ha acercado a China y Rusia, evidenciando una voluntad de autonomía y una creciente desconfianza hacia Bruselas.

Libia representa el extremo del caos. Dividida entre dos gobiernos (uno en Trípoli, otro en el este), y atravesada por milicias, redes criminales y actores externos como Turquía y Rusia, es un Estado fallido. Europa ha delegado la contención migratoria en milicias que operan sin rendición de cuentas, institucionalizando prácticas de violación de derechos humanos. La falta de una estrategia europea clara ha convertido a Libia en un agujero negro de inestabilidad, tráfico de personas y fragmentación regional.

Argelia, en cambio, se presenta como un socio más estable, pero también más hermético. Proveedor clave de gas tras la crisis rusa, ha reforzado sus vínculos con Italia, pero ha roto con España tras el giro sobre el Sáhara. Su rechazo a la externalización migratoria y su defensa férrea de la soberanía la convierten en un actor difícil de manejar. Argelia actúa desde una lógica de «asociación a la carta»: coopera donde le interesa y marca distancias donde lo considera una injerencia.

Europa desdibujada: fragmentación, pragmatismo y pérdida de legitimidad

Frente a este tablero complejo, la UE no ha sabido responder con unidad. Francia ha perdido influencia, atrapada por su pasado colonial. Italia actúa por su cuenta con Túnez. España privilegia a Marruecos tensando con Argelia. Alemania apuesta por la transición energética sin atender el trasfondo político. Esta fragmentación impide construir una estrategia regional coherente, debilita a la Comisión y consolida una lógica de relaciones bilaterales asimétricas.

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La Comisión Europea, lejos de liderar una estrategia común, ha optado por acompañar enfoques nacionales ya existentes, perdiendo su capacidad de articular una visión colectiva. Esta ausencia de liderazgo ha deteriorado la imagen de la UE entre las élites y las poblaciones magrebíes, que la perciben como un actor débil, incoherente e incapaz de defender sus propios principios.

Además, la UE ha adoptado un enfoque utilitarista. Prima el control migratorio, la estabilidad energética y la contención del desorden. A cambio, tolera regímenes autoritarios, abandona su agenda democrática y acepta chantajes diplomáticos. Esta lógica transaccional ha erosionado su legitimidad moral. La población magrebí percibe a Europa como hipócrita: exige valores que no aplica y coopera con dictaduras cuando le conviene.

Externalización y chantaje: los costes de una política miope

La externalización migratoria ha sido la herramienta clave. Libia y Túnez ejemplifican sus límites. En Libia, grupos criminales gestionan la contención con recursos europeos. En Túnez, el régimen ha rechazado fondos, ha devuelto ayuda y ha negociado desde el colapso. Marruecos ha abierto fronteras en momentos de tensión diplomática. Argelia impone reciprocidad y rechaza cualquier cesión de soberanía. Cuanto más frágiles son los regímenes, más margen de negociación ganan.

La crisis de Ceuta en 2021 es un ejemplo paradigmático de esta lógica. Ante una disputa diplomática con España, Marruecos facilitó el paso de miles de personas, utilizando la presión migratoria como represalia directa. Del mismo modo, Túnez devolvió fondos europeos tras denunciar la falta de cumplimiento del Memorando de Entendimiento de 2023, evidenciando hasta qué punto los países del Magreb han aprendido a capitalizar su fragilidad como fuente de poder.

Esta estrategia ha sido costosa e ineficaz. No ha frenado flujos, ha debilitado los vínculos con la sociedad civil, ha legitimado a actores corruptos y ha vaciado de contenido la narrativa europea. Al mismo tiempo, ha permitido que China, Rusia, Turquía y los países del Golfo avancen sin obstáculos, consolidando su influencia sin exigencias normativas.

Recuperar ambición: hacia una estrategia común para la vecindad sur

Europa necesita una política integral para el Magreb. Esto implica varias claves:

  • Recuperar liderazgo político desde la Comisión, articulando los intereses nacionales en torno a objetivos compartidos.
  • Condicionar la cooperación financiera al respeto mínimo de derechos y resultados concretos.
  • Reforzar el poder blando europeo: diálogo con la sociedad civil, redes de universidades, ONGs y actores locales.
  • Avanzar en una gobernanza migratoria común: visados laborales, retorno circular, cotización a sistemas de pensiones, canales legales.
  • Apostar por el desarrollo estructural: no solo infraestructuras, sino empresas locales, derechos, cohesión territorial.

La Conferencia de Roma puede ser un punto de partida. Pero solo funcionará si se acompaña de compromiso político, coherencia narrativa y capacidad de acción. El Magreb no debe ser solo un espacio de contención, sino un socio real en la gobernanza del Mediterráneo.

Reforzar los vínculos intersocietales también es clave. Las redes de universidades, los programas de intercambio académico y la cooperación descentralizada han sido históricamente instrumentos eficaces para generar confianza y crear tejido social compartido. Su debilitamiento, fruto de la falta de voluntad política, ha erosionado el poder blando europeo y ha dejado el terreno libre a actores con narrativas más agresivas o pragmáticas.

Porque si Europa no ocupa ese espacio, otros lo harán. Y lo harán en su contra.


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Un tribunal de Francia dictamina que los gazatíes son elegibles para asilo

Un fallo histórico del Tribunal Nacional de Asilo reconoce que existe persecución a civiles en Gaza y abre la posibilidad a aplicar la Convención de Ginebra para solicitantes de la región.

El Tribunal Nacional de Asilo (CNDA) de Francia concedió el 11 de julio el estatuto de refugiado a una mujer palestina y a su hijo. Con ello, abrió la posibilidad de que los habitantes de Gaza sean reconocidos formalmente como solicitantes de asilo en el país europeo.

La sala estimó que ambos enfrentarían un «temor fundado de persecución personal» ligado a su nacionalidad si regresaban. Para dictar la sentencia, el tribunal se basó en la Convención de Ginebra de 1951 y rompió con la práctica habitual de otorgar únicamente la protección subsidiaria de hasta cuatro años.

Gran número de víctimas civiles

Además, para justificar la decisión, la corte explicó el control israelí sobre la Franja y el efecto de las operaciones militares. «Los métodos de guerra empleados por las fuerzas israelíes en la Franja de Gaza han provocado un gran número de víctimas civiles, junto con la destrucción generalizada de infraestructuras civiles críticas, incluidas las redes de agua y electricidad, hospitales y escuelas», declaró.

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También detalló las consecuencias humanitarias. «Estas operaciones han provocado el desplazamiento forzado de gran parte de la población y la obstrucción de la ayuda humanitaria, creando una grave inseguridad alimentaria para toda la población de Gaza», añadió, antes de concluir que, «desde la ruptura del acuerdo de alto el fuego el 19 de enero de 2025, la naturaleza repetida y grave de estos actos los califica como ‘persecución’ según la Directiva Europea de Asilo del 13 de diciembre de 2011».

Asegura que hay persecución

Asimismo, la CNDA revocó la negativa previa de la Oficina Francesa para la Protección de los Refugiados y los Apátridas (Ofpra), que un año antes, pese a reconocer un «conflicto excepcionalmente intenso», había descartado la persecución.

La ONG Amnistía Internacional de Francia ha calificado el fallo de «histórico para los derechos de los palestinos» y celebró que «esta decisión abre la puerta a un reconocimiento más amplio del estatus de refugiado para los habitantes de Gaza que huyen de la persecución israelí». Además, expresó igualmente que el tribunal consideró que las acciones militares israelíes «no se trataba de actos de autodefensa, sino de ataques sistemáticos dirigidos contra civiles, que destruyen y matan a civiles».

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Reino Unido evacúa a miles de afganos en una operación secreta tras una filtración de datos

Londres admite una filtración de datos de 20.000 afganos solicitantes de asilo tras la llegada talibán y evacúa ya a 4.500. Defensa calcula un coste total de 850 millones de libras.

El Gobierno británico evacuó en secreto a unos 4.500 afganos que pidieron abandonar el país tras la llegada de los talibanes y cuyas identidades quedaron expuestas tras una filtración masiva. Ante la Cámara de los Comunes, el ministro de Defensa, John Healey, ofreció una «sincera disculpa» porque el fichero contenía «los nombres y datos de contacto de los solicitantes, así como las identidades de sus familiares». A día de hoy unos 900 colaboradores directos y unos 3.600 parientes ya han llegado o viajan rumbo al Reino Unido.

El problema nació en febrero de 2022, cuando un funcionario anónimo envió por error la lista de casi 20.000 solicitantes del programa de reubicación. Sin embargo, Londres no supo del fallo hasta agosto de 2023, al detectarse parte de esos datos en Facebook. En abril de 2024, el Ejecutivo activó un plan de respuesta para todos los afectados, pero blindó la información con una orden judicial. Ahora, el Tribunal Superior acaba de levantar ese silencio y ha salido a la luz.

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El nuevo gabinete del primer ministro británico, Keir Starmer, reconoció abiertamente el caso y mantuvo la operación de rescate. Según Defensa, otras 600 personas y sus familias saldrán del país antes de que finalice el dispositivo, con la meta puesta en un total de 6.900 evacuados.

La iniciativa ya ha costado 400 millones de libras (461,5 millones de euros) a Reino Unido, y el departamento calcula que la factura subirá a 850 millones (980,8 millones de euros). Las partidas contemplan traslados, alojamiento temporal y gastos legales derivados de la filtración.

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