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¿Qué está pasando en Túnez?

Análisis

Selena Vázquez Rodríguez
Selena Vázquez Rodríguez
Analista Internacional en prácticas en LISA News. Estudiante de 4° de carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos. Le apasionan los asuntos sociales y la seguridad internacional. También los medios de comunicación por su vocación y responsabilidad de informar de manera objetiva a toda la población.

En los últimos años, la crisis económica y política está azotando a Túnez, la cuna de la revolución y de la Primavera Árabe en la región. Su actual presidente, Kais Said, ocupa los titulares de la polémica por su despotismo político y la concentración del poder, a la espalda de las manifestaciones populares y el descontento de la sociedad tunecina.

Kais Said es un político tunecino que asumió la presidencia de Túnez en octubre de 2019. Actualmente, es el 7º presidente del país, siendo alguno de sus predecesores Mohamed Ennaceur o Béji Caïd Essebsi. Con el 72,53% de los votos de la población, Saied se convirtió en presidente de la república sin pertenecer a ningún partido político y conquistó a una juventud convulsa y a la izquierda.

Aun así, su victoria también esbozó uno de los menores porcentajes de participación de la historia de Túnez: un 45%. Por otro lado, Said también presenta una gran ideología ultraconservadora: defiende la pena de muerte, rechaza la legalización de la homosexualidad y el cambio de la ley para que las mujeres hereden igual que los hombres, políticas que han enamorado al sector islamista.

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La trayectoria de Kais Said en Túnez

La trayectoria política del actual presidente Said tiene parte de sus raíces en la Revolución tunecina (2010-2011) – también conocida como la Revolución del Jazmín – cuando una gran parte de la sociedad civil salió a manifestarse pacíficamente contra el gobierno autoritario de Zine El Abidine Ben Ali, entonces presidente del gobierno. Estas manifestaciones dieron fruto al derrocamiento del régimen de Ben Ali y en octubre de 2011 se convocaron elecciones para una Asamblea Constituyente. Esta asamblea redactó la que es ahora la actual constitución democrática que entró en vigor el 26 de enero de 2014, presentando a Túnez como la primera democracia secular del mundo árabe.

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A partir de la revolución, Said empezó a tomar un papel más determinante en la política. El presidente estaba convencido de que la transición democrática que el país estaba presenciando no era la adecuada y que la constitución solo hacía provocaba que los partidos políticos nacionales fuesen más relevantes que los aspirantes individuales. En 2013, Said, junto a un grupo de jóvenes escépticos sobre la formación de partidos políticos, crearon el movimiento Mouassissoun o “fundadores”, para impulsar un cambio radical en la vida política. El movimiento de este grupo fue proliferando hasta calar en la sociedad civil, predicando las ideas de Said en varias ciudades del país y aprovechando redes sociales como Facebook.

El 13 de octubre de 2019, Kais Said lideraba los sondeos en las segundas elecciones presidenciales desde la caída del régimen de Ben Ali y salió electo presidente del gobierno. Said aseguró que su elección suponía una nueva forma de revolución para “crear un nuevo Túnez”.

La estela política de Kais Said en Túnez

Desde el principio de su mandato, Said ha demostrado un rígido conservadurismo en sus políticas y sobre ello, ha tenido varias disputas con el Parlamento sobre la separación de poder a nivel ejecutivo. Durante la campaña, Said tenía claros los objetivos de su presidencia: devolver el poder al pueblo con la “democracia directa”, abolir los partidos políticos y suprimir el Parlamento

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Finalmente, en 2021, Kais Said anunció la suspensión del Parlamento y la retirada de la inmunidad parlamentaria de todos los diputados. Recordemos que, durante 2019 y 2020, Said tuvo que hacer frente a la pandemia Covid-19 que trajo a Túnez una profunda crisis sanitaria con un total de 1,15 millones de infectados y casi 30.000 muertos a causa del virus. Como consecuencia, a lo largo de 2021 miles de civiles salieron a las calles para pedir la dimisión del Gobierno y la disolución del Parlamento por la inefectividad de su gestión ante la pandemia y el deterioro de la calidad de vida de los tunecinos.

Ocho meses más tarde, en marzo de 2022 y en pleno auge de protestas, Said disolvió definitivamente el Parlamento e invocó el estado de excepción. En esta situación, el 25 de julio de 2022, el presidente convocó un referéndum para aprobar el proyecto de una nueva Constitución, creada por el mismo. El texto legislativo fue aprobado por el 94,6% de los votantes.

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Aun así, este resultado presenta la mayor abstención de todos los procesos de transición democrática que ha tenido Túnez: solo participó el 30,5% de la población. La nueva Constitución delegó más poder en la figura de Said y, por lo tanto, debilitó la separación de poderes. La oposición tildó el proceso de referéndum como ilegal y partidos de extrema izquierda se posicionaron en contra de la nueva constitución.

¿Qué está pasando en Túnez?

En Túnez viven alrededor de 57.455 inmigrantes, un 0,49% de la población, según datos de Naciones Unidas. A principios de 2023, Kais Said abogó por terminar con la inmigración ilegal proveniente del África Subsahariana. El presidente de Túnez acompaño esta decisión argumentando que la inmigración ilegal provocaba una alteración demográfica de Túnez, sin ninguna relación con las naciones árabes e islámicas.

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Desde que el presidente hizo estas declaraciones, las autoridades tunecinas han arrestado a aquellos inmigrantes de África Subsahariana que no tienen documentación. La actuación policial y las detenciones han precipitado las violaciones y delitos de odio contra la población subsahariana, provocando incluso la búsqueda de refugio en la sede de la Organización Internacional para las Migraciones de Naciones Unidas en el país.

Por ejemplo, el 25 de febrero en la ciudad de Sfax, cuatro migrantes subsaharianos fueron atacados con cuchillos y otros cuatro estudiantes marfileños fueron agredidos saliendo de la residencia universitaria. Estos ataques indiscriminados están siendo partícipes del gran escepticismo a nivel regional. Tanto la Unión Africana como la Comisión Africana de Derechos Humanos cuestionan el discurso xenófobo contra la comunidad subsahariana en Túnez.

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Además, el Foro Tunecino para los Derechos Económicos y Sociales, ha registrado más de 300 arrestos de migrantes subsaharianos en las últimas semanas. También se está recurriendo a la repatriación. El 5 de marzo, alrededor de 135 malienses volvieron a su país de origen tras pedir la repatriación voluntaria debido a los acontecimientos en el país. Ese mismo día también se registró la repatriación de 150 marfileños, en contra de su voluntad, a Costa de Marfil.

Estos sucesos no solo han hecho saltar las alarmas regionales sino también las internacionales. El pasado lunes 6 de marzo, Naciones Unidas condenó las declaraciones racistas del presidente Kais Said contra la población subsahariana en Túnez. Además, el portavoz de la Secretaría General, Stéphane Dujarric, anunció que la organización internacional está muy preocupada con la avalancha de arrestos y repatriaciones en el país.

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Otras organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional han manifestado su desacuerdo con las políticas tunecinas. El jueves 9 de marzo, la organización pidió que las autoridades dejasen de utilizar su arsenal no solo en contra de los inmigrantes subsaharianos, sino también contra los activistas de derechos humanos en el país.

Además, el pasado 10 de marzo el presidente anunció la disolución de los consejos municipales para evitar el proceso de descentralización y concentrar más poder en la figura del presidente. Esta decisión ha traído aún más críticas desde la oposición —en la que se encuentra el partido musulmán conservador Ennahda— que asegura que esta medida es una táctica para distraer a la sociedad civil de las tensiones en las calles del país.

¿Qué podemos esperar del futuro de Túnez?

El aumento de la centralización de poder de Kais es cada vez más notoria en todo el país, con menos rango de actuación con la progresiva disolución de todos los organismos de descentralización de poder. La situación económica y humanitaria de Túnez es crítica, con la alta inflación, la exorbitada tasa de desempleo y el desabastecimiento de productos básicos. Bajo esa premisa, Said pretende reformar la democracia del país para hacer frente a ambas crisis. La realidad es que un tercio de la población tunecina vive sumida en la pobreza.

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A pesar de la popularidad que ha tenido el referéndum para la creación de una nueva constitución, el presidente se enfrenta a una de las mayores abstenciones de la historia política democrática del país, lo que hace entrever el descontento de la población. En las últimas elecciones legislativas para elegir un nuevo Parlamento, solamente el 11% del electorado acudió a las urnas. Ante estos números, Kais tampoco busca soluciones ni alianzas con la oposición para resolver el problema político en Túnez.

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La población tunecina está cada vez más distanciada del proyecto de Kais. La inestabilidad económica, el racismo contra la población subsahariana y el descontento de organismos internacionales como Naciones Unidas o Amnistía Internacional por la violación de derechos humanos y su discriminación hacen temblar el gobierno de Kaïs Saied. La creciente impopularidad del presidente se extiende cada vez más rápido y esto podría tener consecuencias en su futuro político y deponer su régimen.

Editado por:

Soraya Aybar Laafou. Editora y analista especializada en África en LISA News. Politóloga y periodista interesada en los derechos humanos, la geopolítica y los procesos migratorios. Me apasionan las Relaciones Internacionales y observo con especial interés al continente africano. Soy directora de África Mundi, el primer medio de análisis sobre África en castellano.

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