El analista especializado en China y Profesor del Curso de Experto en China y del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Diego Uriel, expone en este artículo las claves tras el XX Congreso del Partido Comunista chino y que dejan entrever cuál puede ser el futuro económico de China.
Una de las imágenes más polémicas del XX Congreso del Partido Comunista chino, que tuvo lugar a mediados de octubre, fue la salida a la fuerza del expresidente chino, Hu Jingtao. Esta escena define a la perfección la situación actual en la que se encuentra el país: tensión e incertidumbre.
La versión oficial, según la agencia de noticias del gobierno, Xinhua, achaca la repentina salida del expresidente Hu a «problemas de salud». Sin embargo, algunos analistas internacionales tienen sus propias versiones de lo ocurrido: se destaca, en especial, el gesto que propinó el expresidente al marcharse hacia el «segundo» de Xi, Li Keqiang.
También se especula respecto al momento de los hechos, justo después de conocerse los miembros del nuevo Politburó. Más allá de la polémica, el valor que el pueblo chino otorga a las instituciones es superlativo y el Congreso del Partido Comunista chino es uno de sus máximos exponentes.
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El discurso inaugural del presidente chino, Xi Jinping, durante el XX Congreso del Partido Comunista chino estuvo cargado de sobriedad y mensajes de cautela. Nada que ver con el discurso del anterior Congreso hace ya cinco años. Ese 2017, el líder chino se encontraba en el zenit de su mandato y con grandes proyectos para la China del siglo XXI.
Con motivo de la situación internacional actual es necesario mirar a China con todavía más perspectiva, tanto a corto como a largo plazo. Gracias a la competente y meritocrática administración del Partido Comunista chino -y a la «energía» del pueblo chino- el país evoluciona y adapta el rumbo de sus políticas a un ritmo y velocidad frenético.
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Iniciativas tan revolucionarias como ambiciosas como la Nueva Ruta de la Seda se ajustan y ejecutan siguiendo la coyuntura del momento. Sin embargo, tras casi tres años de pandemia y de una progresiva escalada de las tensiones geopolíticas internacionales, el país está dando un giro muy diferente. Un giro hacia una posición más estática y centrada en la Seguridad Nacional, en lugar de expandir todavía más su influencia por el mundo.
Durante el discurso de inauguración de este último Congreso el presidente y reelegido Secretario General, Xi Jinping, mencionó varias docenas de veces la palabra «Seguridad» (anquan, en chino, pronunciado similar a an-chuan). La palabra «Seguridad», en chino, se escribe con dos caracteres: el primero significa, literalmente, «Paz» y el segundo «completo». Es decir, Paz Completa para China.
Como era de esperar, la cuestión de Taiwán -o Taipei chino, como se le conoce dentro de las fronteras de China continental- surgió también con un marcado énfasis. La principal novedad es que se normalizaron en el Congreso del Partido alusiones al «uso de la fuerza» aunque sin rechazar la idea original de la «reunificación pacífica».
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Sin embargo, hay otras lecturas clave de este último Congreso muy relevantes para comprender la actual situación geopolítica de China. Una de las principales claves es la de que el propio líder chino reconoció que la sanidad del país no contaba con la capacidad para gestionar la pandemia actual de la misma manera que sus homólogos occidentales. Esto implica que China no está cerca de convivir con el Covid-19 y que su economía podría resentirse aún más de lo que ya se está resintiendo en el contexto de la estrategia «Covid Cero».
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En cuanto a la política económica china lo primero que hay que tener en cuenta y revisar son los datos de este último trimestre del año 2022. Para ello no es suficiente con evaluar las estadísticas oficiales disponibles, sino que es necesario contar con Inteligencia de campo; es decir, con presencia en el mercado chino.
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La presencia es uno de los pilares fundamentales de los negocios en China aunque no sea estando «físicamente presente». Gracias a esta presencia, a los testimonios de las empresas, a la observación del ambiente de negocios… al fin y al cabo, a la información de primera mano, se puede comprender rápidamente la realidad de la economía y como manejarse y anticipar posibles resultados.
De esta Inteligencia se desprende que la economía no está atravesando precisamente su mejor momento de los últimos cuarenta años. El clima de negocios tiende hacia el pesimismo y muchos de los sectores desconocen aún si podrán aguantar las draconianas medidas impuestas por el gobierno central para evitar la propagación del virus que parece ya superado en Occidente.
Además, hay otro aspecto que también parece preocupar al gobierno chino: las cadenas de valor globales. La Seguridad Nacional se aplica en todos los ámbitos y, especialmente, para garantizar el suministro de materias primas, alimentos y productos ya fabricados. El gobierno chino pone el énfasis en la autosuficiencia, la planificación y el control de la producción de bienes estratégicos. Como por ejemplo, los semiconductores fabricados en Taiwán.
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También en disminuir el riesgo de stocks de oferta internacional por tensiones geopolíticas. La intención está clara: convertir a China en una potencia de producción manufacturera de alto valor añadido.
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En definitiva, los nombramientos del nuevo Politburó parecen marcar el ritmo del nuevo mandato, con incorporaciones como la de Li Qiang, el Secretario de Partido en Shanghai responsable de las cuarentenas masivas por Covid-19, o la destitución de uno de los principales figuras con potencial de presidente en un futuro, Hu Chunhua.
En cualquier caso, Paz Completa o no, este tercer mandato del Presidente Xi rompe la tradición de dos mandatos de cinco años por presidente (anulado en 2018) y será evaluado muy detenidamente según sus resultados, especialmente por sus potenciales competidores dentro del país.