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Guía para entender la inestabilidad de la República Democrática del Congo

Análisis

Alejandro Fernández Fresquet
Alejandro Fernández Fresquet
Alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítica de LISA Institute. Graduado en Historia con estudios en Economía. Sus áreas de interés se centran en África Subsahariana, la economía internacional, los retos de la energía, los recursos estratégicos y el papel de la diplomacia en un mundo de disputa geopolítica.

La inestabilidad de la República Democrática del Congo presenta múltiples aristas, pero, ¿cuáles son los motivos que cronifican el conflicto?, ¿cuáles son sus elementos condicionantes?, ¿qué relación existe entre los recursos naturales del país y los grupos armados? Responde en este análisis el alumno del Máster Profesional de Analista Internacional y Geopolítico de LISA Institute, Alejandro Fernández Fresquet.

Actualmente, el cambio climático se presenta como uno de los principales retos que afrontan los Estados, sobre todo los africanos. Con el transcurso de los años, sus efectos continuados se han intensificado, alterando los hábitats y los modos de vida de miles de millones de personas. Esta crisis climática también tiene su traducción geopolítica, ya que el auge de las energías renovables requiere una gran cantidad de ciertos minerales estratégicos, por los que las potencias mundiales están dispuestas a competir.

En este aspecto, la República Democrática del Congo (RDC) ejemplifica bien la coyuntura geopolítica internacional, cuyas cadenas de valor globales dependen del subsuelo. La parte oriental del país presenta las mayores reservas exploradas de cobalto y coltán del mundo. Junto con otros minerales estratégicos, ambos se presentan imprescindibles para el desarrollo de las nuevas tecnologías limpias.

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Pero ¿cuáles son los motivos que cronifican el conflicto en el país? ¿Es RDC un Estado fallido, o uno de tantos escenarios de la geopolítica actual? Un acercamiento histórico nos permite obtener algunas respuestas. Desde el siglo V a. C., las migraciones de los pueblos bantúes dejaron paso a las sucesivas entidades políticas africanas que se desarrollaron hasta los primeros contactos con los europeos. Posteriormente, la esclavitud europea desfragmentó el entramado social y político congoleño. A partir del siglo XIX, la época colonial practicó los primeros ensayos de la quiebra interétnica. 

Tras la independencia en 1960, la dictadura de Mobutu Sese Seko ahondó en el subdesarrollo económico y la corrupción. Años después, el final del régimen autoritario vino sucedido por las dos Guerras del Congo (1996-2003). Tras un período de transición democrática, en 2019, tuvo lugar el primer traspaso de poder presidencial. El actual presidente, Félix Tshisekedi, todavía se enfrenta a numerosos retos: fomentar el desarrollo económico, erradicar la corrupción política y apaciguar las inestables regiones orientales, con el resurgimiento de grupos armados.

Entonces, se nos plantea la siguiente cuestión ¿cuáles son las causas necesarias y suficientes que explican el conflicto? ¿Cuáles son sus elementos condicionantes? ¿Cuál es la relación entre los minerales y los grupos armados? Para ello, es necesario adoptar un punto de vista aséptico, sin caer en sesgos eurocéntricos ni explicaciones simplistas.

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Acceso a la tierra y disputas entre comunidades en la República Democrática del Congo

En el marco del análisis local del conflicto, las diferentes comunidades étnicas pugnan por las mejores tierras para practicar la minería artesanal. Históricamente, el acceso a la propiedad de la tierra ha supuesto el mayor foco de conflictos locales. Ampliado durante el régimen colonial, el acceso a la tierra se vio limitado bajo la dictadura de Mobutu. Como consecuencia, se establecieron milicias armadas para dirimir sus diferencias. Especialmente, en la provincia de Ituri, destaca la rivalidad entre las comunidades lendu y hema mediante las milicias Cooperación por el Desarrollo Económico del Congo (CODECO) y Zaïre.

Ambos grupos se financian a través de tasas ilegales, el pillaje de aldeas y el control de ciertos yacimientos. Todo a través de la violencia. Otros grupos que se despliegan en Ituri se caracterizan por combatir milicias extranjeras, como las Fuerzas de Resistencia Patriótica de Ituri (FRPI). También, los hay quienes protegen los intereses comunitarios como la Fuerza Patriótica e Integracionista del Congo (FPIC).

Asimismo, persisten confrontaciones relacionadas con la demarcación de las tierras y con los sistemas de arbitraje y de compensación. A este respecto, resaltan las disputas, entre las cooperativas COMEAHLU y COMEALU en Kivu del Sur sobre la mina de coltán de Ruziba. Muchos de estos conflictos se resuelven bajo la agencia de actores mediadores con el fin de lidiar con las comunidades.

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Además, otras comunidades se muestran refractarias a abandonar sus tierras debido a que las consideran su lugar ancestral: un vínculo con la comunidad y la identidad étnica forjado a través de generaciones. En este sentido, en la región del Kivu del Norte, destaca la alta fragmentación y refundación de los grupos armados, a raíz del grupo Defensa Nduma del Congo Renovado (NDC-R). A lo largo del tiempo, sus diversas facciones se han visto envueltas en guerras proxy contra otros actores armados.

En la misma provincia, es remarcable la disputa entre la Cooperativa de Extractores Artesanales Mineros de Masisi (COOPERAMA, de etnia hutu) y la minera Sociedad Minera de Bisunzu (SMB). Entre ambos actores, la problemática responde a cuestiones asociadas a la propiedad de la tierra, el escaso desarrollo económico de la región y la etnicidad del conflicto entre hutus tutsis.

Tanto en Ituri como en Kivu del Norte o del Sur, destacan los grupos Mai Mai, antiguas milicias guerreras que combatieron durante la Segunda Guerra del Congo (1998-2003). Conforman un grupo heterogéneo, sin ninguna afiliación particular que se enmarcan en las dinámicas mencionadas. De entre ellos, los más relevantes son los Mai Mai Mazembe (Ituri), Mai Mai Yakutumba y Mai Mai Malaika, ambos en Kivu del Sur.

Las tensiones interétnicas conforman otro foco de inestabilidad en la región. Los líderes locales manipulan el descontento de las comunidades, al verse limitado su acceso a la propiedad de la tierra, a las estructuras burocráticas provinciales y al instrumentalizar los sentimientos identitarios.

De esta manera, las élites de las comunidades organizan grupos armados que escalan el conflicto. Por ejemplo, los Hema Patriotas Congoleños (UPC) se hallan en disputa contra los Lendu, del Frente de los Nacionalistas Integracionistas (FNI). Asimismo, debido a estas dinámicas internas, muchas veces las milicias se reorganizan y cambian de nombre, como las diversas refundaciones de la milicia CODECO.

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Reformas fallidas y debilidad institucional en la República Democrática del Congo

En el ámbito estatal, procederemos al análisis de los diferentes actores y medidas estatales. Con el fin de hacer frente a los conflictos locales mencionados, el gobierno ha presentado sucesivos programas de Desarme, Desmovilización y Reemplazo (DDR) con la finalidad de estabilizar la región oriental del país.

El núcleo central de tales medidas considera que los miembros de las facciones armadas son las mismas personas que se dedican a la minería. Por tanto, son actividades económicas complementarias. Por lo tanto, los DDR están concebidos para desalentar la violencia. Sin embargo, históricamente, su efectividad ha quedado en entredicho, pues las diferentes milicias suelen reaparecer tras un breve período de inactividad.

En este marco, en 2021, Tshisekedi lanzó el Programa de Desarme, Desmovilización, Reemplazo Comunitario y Estabilización (P-DDRCS). Este nuevo programa pretende abordar la cuestión desde el desarrollo económico. Sin embargo, muchos expertos ya han apuntado su fracaso, pues no ofrece los incentivos necesarios para la desmovilización. Además, parece que las conversaciones de paz (el Proceso de Nairobi, 2022) ya han podido tener algún efecto pacificador.

Por otro lado, desde principios de los 2000 se han abordado numerosas reformas en el sector de la minería artesanal. Las propuestas han apuntado a una mayor socialización de los recursos del subsuelo en pro de la reducción de la desigualdad. Sin embargo, estas medidas han beneficiado más a las élites locales. A través del control de las cooperativas, han sido capaces de lograr un mayor acceso a los recursos minerales, debilitando a los mineros artesanales pequeños.

También debemos considerar que 2023 es un año electoral. La población local está hastiada de la ley marcial (Ituri y Kivu del Norte, desde 2021) y de la injerencia externa. Además, la reaparición del grupo M23 y las acusaciones a Ruanda han agravado la situación, en Goma, capital de Kivu del Norte. Por tanto, Tshisekedi busca ganar capital político de cara a las elecciones presidenciales. A este respecto, el presidente ha intentado desmarcarse de la Guardia Republicana y ha pedido la salida de toda intervención extranjera, incluida la misión de la ONU de la MINUSCO.

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Con todo, la desafección de la población local por la política es patente. Tanto las instituciones estatales como las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC) contribuyen a la inestabilidad. Por un lado, la política congoleña se caracteriza por el clientelismo, la cleptocracia, la corrupción y una falta de neutralidad a la hora de dirimir los conflictos.

Así pues, los funcionarios estatales establecen un sistema depredador, mediante la imposición de tasas ilegales. Asimismo, se apropian de los fondos de las reformas estructurales gubernamentales y de las donaciones internacionales, lo que debilita, gravemente, la credibilidad de las instituciones.

Por otro lado, las FARDC contribuyen a este sistema tributario ilegal. Sobre la base de los minerales establecen impuestos ilegales y llevan a cabo actividades de crimen organizado y de extorsión. También, ofrecen servicios como cuerpo de seguridad privada, con la finalidad de ofrecer protección a los mineros, frente a los peligros que el propio cuerpo militar promueve.

En tal sentido, es destacable el hartazgo de la población, especialmente en las provincias de Ituri y Kivu del Norte. El establecimiento de la ley marcial y el nombramiento de un gobernador militar no parecen haber mejorado la situación de los ciudadanos. En cambio, ha asentado la presencia y las actividades ilegales de las FARDC y ha contribuido a la reaparición del grupo armado M23.

Toda esta inestabilidad también ha afectado a las empresas extractoras. En sus matrices de riesgos, las mineras deben hacer frente a la fuerte influencia de los líderes locales, la coerción de los funcionarios, la inseguridad asociada al acceso a la tierra y la corrupción política y de las FARDC. Asimismo, los intereses locales utilizan un discurso anticolonial, que cala en las zonas mineras más marginalizadas, aumentando las tensiones.

El papel de la República Democrática del Congo en la región de los Grandes Lagos

A nivel regional, debemos tener en consideración principalmente las cadenas de suministro de los minerales, junto con la rivalidad geopolítica entre Uganda y Ruanda. En numerosas ocasiones, los minerales toman los circuitos regionales de contrabando, a través de las fronteras de Uganda, Ruanda, Burundi, Tanzania e, incluso, de Kenia. En este sentido, el contrabando de oro supone de una de las mayores fuentes de financiación ilegal.

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Así pues, los diferentes actores establecen toda una suerte de sistema tributario ilícito que tasa la circulación y exportación de los minerales, desde las fuentes de producción hasta los mercados finales. Por ello, los mineros y productos se ven desincentivados a declarar toda su producción oficial.

En este sentido, la Conferencia de la Región de los Grandes Lagos (ICGLR) ha constatado la amenaza del contrabando ilegal de minerales. Los países participantes han acordado la creación de la Iniciativa Regional contra la Explotación Ilegal de los Recursos Naturales (RINR). De esta manera, las potencias de la región pretenden cortar de raíz los mecanismos de financiación ilegal, a través del contrabando de minerales.

Por otro lado, Uganda y Ruanda pugnan por los recursos naturales de la República Democrática del Congo: amén de los minerales, productos agrícolas, bienes de consumo y otros productos manufacturados. La RDC constituye uno de los grandes socios comerciales para Uganda, quien aboga por la estabilidad regional para poder realizar actividades extractivas de crudo en el Lago Alberta.

Es por ello por lo que Uganda y la RDC lanzaron una operación conjunta contra las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), una filial del ISIS. Este grupo opera en las provincias de Ituri y Kivu del Norte. En Kivu del Sur, la RDC y Burundi hicieron frente a la milicia hutu Imbonerakure y a las Fuerzas Nacionales de Liberación (FLN), formados por hutus enfrentados al gobierno burundés.

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Al mismo tiempo, en el marco de las confrontaciones entre hutus y tutsis, Tshisekedi y Paul Kagame, el presidente de Ruanda mantienen acusaciones cruzadas. Ambos presidentes respaldan a la Fuerzas Democráticas por la Liberación de Ruanda (FDLR, hutus ruandeses) y a la milicia M23 (tutsis congoleños). Todo ello, hace elevar las tensiones, en la provincia de Kivu del norte.

En definitiva, se puede observar cómo los distintos actores se interrelacionan entre sí al tiempo que sus ámbitos de acción trascienden los diferentes niveles de análisis considerados. Así, los Estados regionales llevan a cabo guerras proxy, a través de milicias que pugnan por los recursos naturales y sus cadenas de distribución contra los actores locales y estatales.

La hegemonía de China sobre los minerales de la República Democrática del Congo

Entre 2015 y 2016, el gigante asiático comenzó a asentarse en la región durante la coyuntura de la caída de los precios de las materias primas, especialmente, el cobalto. Como consecuencia, las empresas mineras occidentales abandonaron gran parte de sus inversiones. Actualmente, China controla la mayor parte de la extracción y refinado del cobalto.

Esta política se enmarca en las medidas de garantía del suministro de minerales estratégicos que la fuerte demanda interna china requiere. A fin de poder expandir la clase media y de impulsar la demanda interna, el sector industrial y tecnológico requiere de una ingente y constante cantidad de recursos minerales estratégicos para la transición ecológica.

Debido a esta urgente necesidad y a los estándares democráticos chinos, diferentes de los occidentales, las mineras chinas han recibido numerosas críticas. Aducen casos de explotación infantil, corrupción y fomento de las tensiones locales. Aunque, también, han sido víctimas de los ataques de las milicias locales. Todo ello, en el marco de los factores comentados, anteriormente.

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Conclusiones y prospectiva de la República Democrática del Congo

La inestabilidad de la República Democrática del Congo presenta múltiples aristas. Las tensiones locales, los actores estatales, la rivalidad geopolítica regional y la coyuntura de crisis climática toman los recursos minerales como el hilo conductor del conflicto. Así pues, los diversos actores presentados interactúan entre sí. Además, sus radios de acción se superponen en las diferentes capas de análisis establecidas.

Por tanto, la extracción de minerales constituye una condición necesaria, pero no suficiente del conflicto. Esta articula toda la trama de las tensiones en la RDC oriental, pero necesita de los ostros factores explicativos. Como hemos podido observar, la inestabilidad en las regiones de Kivu del Norte, del Sur, Ituri y Katanga responde a una conflictividad que se ha cronificado, desde las Guerras del Congo.

De esta manera, estimar un escenario futuro se antoja harto complicado. A corto plazo, las elecciones de diciembre de 2023 actuarán como catalizador de las tensiones. Es previsible esperar revueltas, heridos, represión policial y muertes. Tampoco se espera una mejora de la credibilidad en las instituciones públicas. El clientelismo y la corrupción seguirán ahondando en las cuestiones étnicas.

También, la salida de la MINUSCO y de las demás potencias extranjeras aportará una falsa sensación de seguridad, pues dejará un vacío que llenarán otros grupos armados. Como consecuencia, la actividad de las milicias se intensificará. El nuevo proyecto petrolífero, entre Uganda y Tanzania, avivará las tensiones en Ituri. Las provincias orientales del sur seguirán más marcadas por la rivalidad geopolítica con Ruanda, instrumentalizando la rivalidad étnica entre hutus y tutsis.

En definitiva, se han presentado toda una serie de condicionantes necesarios y suficientes. Los diferentes actores dialogan entre sí, ejerciendo sus radios de influencia en ámbitos superpuestos. Todo ello, en un marco global de urgencia climática y rivalidad geopolítica por las ases iniciales de las cadenas de valor globales, dominadas por China.

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