Armenia y Azerbaiyán han firmado un acuerdo de alto el fuego durante la madrugada del jueves 15 de septiembre, con el objetivo de poner fin a las hostilidades de las que ambos se acusan mutuamente desde hace dos días. En este artículo te explicamos por qué este aumento de tensión es «diferente» a anteriores y cómo, según los analistas internaciones, el momento elegido por Bakú no es casualidad.
El secretario del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para Armenia, Armen Grigoryan, ha asegurado en la televisión pública del país que se ha llegado a un acuerdo para que ambos bandos depongan las armas y cesen los ataques que llevan provocándose desde el 13 de septiembre.
«Gracias a la participación de la comunidad internacional, acordamos un alto el fuego con Azerbaiyán a partir de las 20:00 horas del 14 de septiembre», dijo en una entrevista con la Televisión Pública de Armenia.
Los medios de comunicación azerbaiyanos, por su parte, han guardado silencio tras las declaraciones de Grigoryan, sin confirmarlas ni desmentirlas, ya que, horas antes, Azerbaiyán ofreció a Armenia un alto al fuego humanitario que al parecer no fue aceptado.
Todo comenzó el martes 13 de septiembre, cuando el Ministerio de Defensa de Armenia confirmó que poco después de la medianoche, las tropas azerbaiyanas abrieron fuego intenso con sistemas de artillería, ametralladoras pesadas y armas de fuego en los asentamientos de Goris, Sotk y Jemruk.
Mientras tanto, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, culpó de la escalada actual al liderazgo político militar de Armenia y dijo que las fuerzas armadas de su país estaban tomando medidas de represalia. «El único Estado agresor y ocupante en la región es la República de Armenia. Todavía continúa la presencia de personal y equipo de las Fuerzas Armadas armenias en la zona económica de Karabaj en Azerbaiyán», declaró el Ministerio de Azerbaiyán en un comunicado.
Por ello, el Consejo de Seguridad de la ONU ha celebrado ese mismo miércoles una reunión a puerta cerrada para tratar la conflictiva situación en la frontera entre Azerbaiyán y Armenia. Particularmente, se buscaba la asistencia de Rusia activando las disposiciones del Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua, así como de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), además de sus propias responsabilidades derivadas del Consejo de Seguridad de la ONU.
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Durante la reunión, Rusia subrayó a los miembros sus propios esfuerzos y el trabajo de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) para poner fin al conflicto, según ha dicho el representante permanente de Rusia ante la ONU, Vasily Nebenzya, en declaraciones a la agencia TASS.
Los participantes en las consultas cerradas del Consejo de Seguridad de la ONU se pronunciaron unánimemente a favor de un alto el fuego temprano entre Armenia y Azerbaiyán, y la solución de la situación por medios políticos y diplomáticos. «Todos hablaron unánimemente a favor de un alto el fuego temprano y la solución de la situación por medios políticos y diplomáticos» declaró Nebenzya.
Estos últimos ataques han puesto en peligro los acuerdos a los que se llegaron en 2020 para evitar una guerra abierta por Nagorno Karabaj, tras las últimas hostilidades que tuvieron lugar entre ambos Estados a finales de ese año. La gran diferencia respecto a otros aumentos de tensión es que Bakú habría atacado territorio armenio y no solo la disputada región de Nagorno Karabaj.
El Gobierno armenio busca el apoyo militar de Rusia, lo que podría abrir un nuevo frente para Rusia en un momento más que delicado para Putin, sobre todo tras la contraofensiva ucraniana de estas últimas semanas. Según los analistas internacionales, podría no ser causal el momento elegido por Azerbaiyán para retomar el conflicto con su vecino, que tendrá muy difícil contar con tropas rusas.
En cuanto a la internacionalización del conflicto, Azerbaiyán cuenta con el apoyo principal de Turquía e Israel; por su parte, Armenia tiene grandes aliados internacionales, entre ellos, Rusia, Irán y diásporas en Argentina, Francia y EEUU.
Sin embargo, Rusia se encuentra débil. Está perdiendo territorios que había conquistado en la guerra que libra en Ucrania y su ejército está sufriendo las consecuencias de las sanciones internacionales, por lo que se encuentra resentido y sin duda poco preparado para apoyar a Armenia en su disputa.
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Esto es algo que, tanto Azerbaiyán, como otros Estados regionales con disputas pendientes con el Kremlin, saben y podrían estar precisamente aprovechándose de esta situación para explotar las vulnerabilidades rusas.
De hecho, Georgia, otro Estado caucásico en enfrentado con Rusia, parece que tampoco quiere perder la oportunidad del momento. Tbilisi está valorando celebrar un referéndum para declarar la guerra a la Federación Rusa. Con esto, Georgia estaría pretendiendo recuperar el control de los estados sin reconocimiento de Osetia del Sur y de la República de Abjasia -aliados de Rusia-.
Así lo afirmó el presidente del partido Georgian Dream, George Kobakhidze. Según él, el pueblo decidirá por sí mismo si quiere abrir un «segundo frente» contra la Federación Rusa.
En Asia Central, el Kremlin también sigue con atención la situación en la frontera entre Kirguistán y Tayikistán, donde este miércoles hubo un aumento de hostilidades de las que los países también se acusan mutuamente. Esta situación pone a Moscú en una situación complicada como mediador tradicional en la región. Armenia, Azerbaiyán, Kirguistán y Tayikistán forman parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, similar a la OTAN, pero liderada por Rusia.
Nagorno Karabaj, conflicto enquistado
El conflicto enquistado por Nagorno Karabaj, existente desde 1988, permanecía en «stand by» desde el invierno de 2020. Entonces, tras cerca de dos meses de enfrentamientos, los dos países llegaron a un acuerdo de alto el fuego con la mediación de Rusia, que estableció miles de tropas en Ereván para reforzar su protección militar y geopolítica sobre Armenia, algo que en el contexto actual le resultaría mucho más difícil al Kremlin.
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Nagorno Karabaj es un enclave que se sitúa en el territorio de la República de Azerbaiyán. El conflicto tuvo con Armenia su origen en las distribuciones poblaciones llevadas a cabo por el Imperio Zarista y por la extinta URSS. Desde entonces, la población de Nagorno Karabaj, mayoritariamente de etnia armenia, expresó el deseo de formar parte de la República de Armenia, pero de facto esta región continuaba perteneciendo a Azerbaiyán, lo que derivó en guerra abierta hasta 1994.
En 2020, Armenia y Azerbaiyán se enfrentaron de nuevo por el control de Nagorno Karabaj. El conflicto duró mes y medio y dejó miles de víctimas, concretamente, terminó con 6.500 muertos y un alto el fuego alcanzado con la mediación de Rusia. Como cada vez que se han producido estos enfrentamientos, ambas partes se culpan mutuamente del reinicio de las hostilidades.
Ahora, en 2022, el propio gobierno armenio contactó con Putin personalmente para informarle de la situación, ya que Moscú es una de las potencias principales de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, a la que pertenece Armenia.
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Rusia impulsa y comanda la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, una alianza militar intergubernamental que agrupa bajo su paraguas a Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán -Georgia y Azerbaiyán abandonaron la organización en 1999 por sus disputas con Rusia-.
Guardando relación con el Artículo 5 de la OTAN, las bases de la OTSC establecen que un ataque contra un país miembro será percibido y respondido como un ataque contra todos los participantes de la organización. De no circunscribirse los ataques azeríes al Nagorno-Karabaj (oficialmente bajo soberanía de Azerbaiyán), los bombardeos podrían considerarse un ataque directo a la integridad territorial de Armenia, lo que estaría obligando a Rusia a intervenir en medio de la guerra en Ucrania.
Sin embargo, hasta ahora la OTSC se ha caracterizado por no intervenir en los conflictos regionales. De hecho, la segunda guerra del Alto Karabaj (2020) entre Armenia y Azerbaiyán supuso otro desafío para la OTSC, dejando patente su inoperabilidad cuando no apoyó a las fuerzas armenias.
¿Hasta dónde llega el impacto de este conflicto?
Por otra parte, la Unión Europea, que no se había posicionado explícitamente sobre este conflicto y pese a los reproches históricos de la UE al sistema político azerbaiyano, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, firmó el pasado mes de julio un compromiso con el presidente Ilham Aliyev para aumentar los envíos de gas desde Azerbaiyán a la Unión Europea de 8.100 a 20.000 millones de metros cúbicos anuales, en un intento más de eliminar la dependencia de Rusia. También, este verano, Azerbaiyán fue calificado por la Comisión Europea como un socio “fiable”.
Azerbaiyán, Georgia, la Unión Europea… no son los únicos que ganan con el debilitamiento del poder ruso. En Asia Central, Pekín también ha aprovechado para afianzar su hegemonía.
El presidente chino, Xi Jingping, en su primer viaje fuera de sus fronteras desde 2020, está viajando por Asia Central y ya ha advertido de que respaldará a Kazajstán en ‘salvaguardar la independencia nacional’ del país. Declaraciones que llegan en un momento en que la región exsoviética de Asia Central está asustada por la invasión rusa de Ucrania.
«No importa cómo cambie la situación internacional, continuaremos apoyando resueltamente a Kazajistán en la protección de su independencia, soberanía e integridad territorial», dijo Xi, según un comunicado del gobierno kazajo.
Pekín «apoya firmemente las medidas de reforma que ha tomado el presidente (Tokayev) para mantener la estabilidad y el desarrollo nacional, y se opone firmemente a cualquier fuerza que interfiera en los asuntos internos de Kazajstán», continuó Xi.
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La región exsoviética de Asia Central, que Rusia considera dentro de su esfera de influencia, es clave para la Nueva Ruta de la Seda, proyecto de suma importancia en su estrategía internacional.
De cualquier modo, ambos presidentes se reunirán estos días en la ciudad de Samarcanda (Uzbekistán), ya que será allí donde tendrá lugar la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). En esta cumbre también se espera al presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, y al turco Recep Tayyip Erdogan, quienes se verán también las caras con Putin.
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A pesar de que el contexto internacional en estos momentos pinta desfavorable para el futuro de Rusia en general y para el del líder del Kremlin en particular, no todo está perdido para Putin. Si bien un fracaso en Ucrania podría reducir severamente su influencia, el presidente ruso ha sobrevivido a muchas crisis y los movimientos en la región del Caúcaso no necesariamente supondrían golpes determinantes.