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«Alta traición», una novela para entender por qué la política jamás debe influir en los servicios de Inteligencia

Análisis

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Contenido creado por el Equipo de Redacción de LISA News con el apoyo del equipo docente de LISA Institute.

Entrevistamos a Jaime Rocha, ex agente del servicio de Inteligencia español, para hablar de su tercera novela «Alta Traición» y sobre Cultura de Inteligencia. 

Jaime Rocha (Larache, 1942) escribió «Alta Traición» cerrando la trilogía —tras «Operación El Dorado Canyon» y «El Muro»— y completando una época de su vida como agente del Servicio de Inteligencia español. Esta novela está escrita como homenaje a quien fuera el artífice de su modernización, el general y ex director del CESID (el entonces CNI), Emilio Alonso Manglano. Es la crónica de los hechos que supusieron el cese del director de CESID, del ministro de Defensa y del vicepresidente del Gobierno y una muestra de cómo la política jamás debe incidir en el funcionamiento de un servicio de Inteligencia.

Con «Alta traición» el ex-agente del CNI, Jaime Rocha, cierra la trilogía que comenzó en 2020 con el best seller «Operación El Dorado Canyon» (Medalla de Oro a la mejor novela histórica en los International Latino Book Awards de Estados Unidos) y a la que siguió «El Muro», publicada en 2021 y destacada por personalidades como Carlos Herrera y por medios como Publishers Weekly o La Razón. Basada igualmente en la experiencia del autor como agente secreto, «Alta traición» continúa con la ágil narración en primera persona para contarnos su intervención directa desmontando el primer intento de destituir al director Manglano, del CNI, en los 80 y el segundo y exitoso intento de los traidores en 1995. Unas misiones que incluyen desconocidas y peligrosas operaciones contra la organización terrorista ETA, la captación de un piloto de caza libio, la persecución de un agente del KGB por las calles de Cádiz o las negociaciones con el Frente Polisario. Una obra apasionante, adrenalínica y llena de ritmo que prueba que la realidad siempre supera a la ficción, incluso en nuestras propias calles. 

Si quieres saber más sobre Jaime Rocha visita su página web 

En tu libro «Alta Traición» cierras la trilogía de tu época como agente del servicio de Inteligencia español y está escrita como homenaje a quien fuera el artífice de su modernización, el general Emilio Alonso Manglano. ¿Por qué reivindicar la figura de Manglano?

Manglano fue traicionado. La primera vez pude pararlo, pero la segunda ya no estaba en el lugar desde el que podía hacer algo y le juzgaron y condenaron a él y a Juan Alberto Perote, el exjefe de Operaciones del CESID. Hubo un segundo juicio donde le absolvieron; pero esto le costó el puesto también al ministro de Defensa, Julián García Vargas, y al vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra. Todo aquello fue un montaje para cargarse a Manglano. 

Después de todo lo que pasó, y que cuento en mi libro, hablé con su hijo y sus hermanas en Valencia y les dije que si podía hacer algo por reivindicar su figura y su obra, lo haría. Esa deuda se convirtió en este libro. Sin embargo, no creo que quede saldada porque se merece muchos más reconocimientos. Ya sabes que cuando la gente triunfa tiene muchos amigos, pero cuando fracasa…

Todo fue un montaje para cargarse a Manglano

Conocer su figura es, como dices, imprescindible para entender la historia del servicio de Inteligencia español. ¿Cuáles fueron los principales logros de Manglano?

Yo entré en el Servicio en el 79, antes que él que entró en el 81 a raíz del golpe de Tejero. Entre sus logros está que creó una estructura, una organización en el Servicio y fue a partir de ahí cuando se empezaron a marcar claramente las relaciones entre el servicio de Inteligencia y el Gobierno. Marcó un antes y un después. Antes, el servicio de Inteligencia investigaba lo que pedían los jefes del Servicio. Es con Manglano cuando pasa a ser el Gobierno quien decide qué es lo que hay que investigar y cuáles son los intereses informativos. Esa vía de comunicación con el Gobierno es exclusiva, no hay más.

¿Hasta dónde puede llegar el Gobierno?

Hasta ahí es donde tiene que llevar la política, en marcar los objetivos de los servicios de Inteligencia. No puede dar un paso más, ni meterse en cuestiones internas, ni influir, ni colocar personas afines a ellos. El servicio de Inteligencia está al servicio del país a través del gobierno legalmente constituido. 

El servicio de Inteligencia está al servicio del país a través del gobierno legalmente constituido

¿Cómo han evolucionado los servicios de Inteligencia españoles desde que te incorporaste? 

La evolución ha sido sobre todo tecnológica. Cuando yo estaba en activo no había ni teléfonos móviles. Teníamos máquinas de fotos más o menos pequeñas con las que podíamos fotografiar documentación o grabadoras de bolsillo. Cuando estaba en Praga, Libia, Marruecos o en cualquier país no podía comunicarme con el Servicio y estaba aislado. La tecnología ha avanzado muchísimo el trabajo de los servicios de Inteligencia. Sin embargo, no todo es positivo cuando estos avances provocan que se prescinda de la adquisición HUMINT.

El avance de la tecnología no siempre es positivo si provoca que se prescinda de la adquisición HUMINT

¿Por qué es tan importante HUMINT?

Voy a explicarlo a través de un ejemplo. Una vez charlando con una ex agente de la CIA que había estado destinada en Moscú, detenida por la KGB, que la habían tenido 15 días metida en Lubianka… le pregunté por el fallo de Inteligencia estadounidense en los atentados del 11S. Los terroristas se formaron y se hicieron pilotos en Estados Unidos y le pregunté cómo podía no haberse detectado. Su respuesta fue que los servicios de Inteligencia lo cifraban todo en la tecnología y no tenían agentes de campo infiltrados. Si los hubieran tenido, me dijo, seguramente se hubieran detectado.

Si miramos a las armas de destrucción masiva de Iraq ocurre lo mismo. Por los medios satélites difícilmente vas a confirmar si hay armas, si estas están bajo tierra. Tienes que tener agentes en el terreno que sean capaces de llegar hasta el lugar para comprobar lo que está ocurriendo o tener a alguien dentro, un colaborador, que te informe.

En una entrevista dice que su primer libro tenía un 60 de autenticidad y un 40 de ficción, que el segundo era un 80-20 y que el tercero un 90-10. Siguiendo esta línea, un cuarto debería ser del 100%, ¿no? Como el John Le Carré español, ¿podemos esperar un libro del estilo de «Volar en Círculos»? 

(Risas). Ahora mismo tengo en la cabeza una cuarta novela sobre la Operación Sokoa. En esta también tendrá que haber ficción porque hay muchas cosas que no se pueden contar, pero yo me apuntaría a un 80-20.

Si quieres leer la entrevista completa a Jaime Rocha sobre Cultura de Inteligencia puedes hacerlo aquí.

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