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La figura del mediador y su rol en los conflictos armados

Análisis

Ana García De Paredes Dupuy
Ana García De Paredes Dupuy
Relaciones Internacionales en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). Sus principales intereses son el funcionamiento de las Organizaciones Internacionales y su influencia a nivel global, así como la aplicación del Derecho Humanitario y el análisis geopolítico en el contexto de conflictos armados.

El cambio del orden mundial como resultado de la Guerra Fría incrementó la necesidad de lograr la resolución de conflictos a través de procesos pacíficos. De esta forma, la mediación se ha convertido en una de las grandes herramientas para la prevención de estas confrontaciones en el presente. En este artículo analizamos el papel del mediador y su importancia en los conflictos armados.

Hoy en día, no son raras las negociaciones de diplomacia preventiva que ocurren a través de la mediación por parte de organizaciones regionales o no gubernamentales, gobiernos considerados imparciales en el escenario en cuestión y otros actores nacionales e internacionales. En este sentido, los mediadores son los artífices del desenlace de guerras o conflictos políticos graves, pero su figura resulta muchas veces desconocida por el público.

Estos discretos actores de la escena internacional practican la realpolitik a puerta cerrada, teniendo que lidiar con problemas enquistados durante décadas y los líderes del momento, de cuya voluntad depende el final de un enfrentamiento, tanto a nivel local como internacional.

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¿Cuál es el papel del mediador en los conflictos armados?

La labor de un mediador en un conflicto armado es una de las más necesarias pero a su vez de las más difíciles, ya que la tasa de fracaso es muy alta. Su misión principal es ayudar a las partes enfrentadas a llegar a un acuerdo que les satisfaga suficientemente.

Aunque su papel haya obtenido mayor relevancia en las últimas décadas, este oficio no es nuevo. Siempre han existido conflictos que han requerido de la participación de un intermediario, un “hombre bueno” o de un sistema de gestión que, con frecuencia, ha utilizado las artes más tradicionales de la comunidad para mitigar el impacto del conflicto y ha ayudado a encontrar una solución para las partes involucradas en la causa.

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Estos mediadores suelen ser personas designadas dentro del contexto de las Naciones Unidas, ya sea por el Secretario General, u otras veces por el Consejo de Seguridad. Estos disponen de un presupuesto para sus actividades y un cierto margen de maniobra, dentro de unos parámetros generales marcados.

Otras veces, sin embargo, se tratan de personajes célebres, ex presidentes de Gobierno o exministros, o incluso personas procedentes de ámbitos no políticos, como las artes, aunque estos son menos frecuentes. En definitiva, la mediación constituye un proceso en el que intervienen múltiples actores, cada uno con un rol específico y complementario.

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El mediador suele ser el facilitador final de estas negociaciones, convirtiéndose así en el cargo más visible. Sin embargo, su labor no sería posible sin la intervención de otros actores, como es el explorador, que mira las intenciones y disposiciones reales de las partes; el preparador, que habilita a alguna de las partes para que esté en condiciones de sentarse en una mesa de negociación; o el convocante, que invita solemnemente a las partes a sentarse para negociar.

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Más tarde también intervienen otros personajes, como el incentivador (con propuestas económicas o políticas), el unificador (que agrupa a las disidencias que puedan surgir) o el verificador (que se cerciora de que se cumple lo pactado). Todos ellos juegan un rol diferente, y la mediación nace del conjunto de actividades de todos ellos.

La mediación se basa en el consentimiento de las partes en conflicto, de otra manera no podría ocurrir. Está basada en la imparcialidad y ambas partes deben ser dueñas del proceso, es decir, debe tratarse de una negociación nacional.

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Dentro de este proceso, el mediador debe tratar de hacer el proceso incluyente para que todos, mujeres y hombres afectados por el proceso, participen en él, asimismo respetando el derecho internacional y los diversos marcos de trabajo normativos, sobre todo los que tienen que ver con derechos humanos. En definitiva, el objetivo de los mediadores debe ser siempre alcanzar una paz justa, incluyente y sostenible.

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El mediador como herramienta de paz de las Naciones Unidas

Los expertos del Departamento de Asuntos Políticos y Construcción de la Paz, integrante de la Secretaría General de la ONU, señalan que la mediación supone una evolución constante. “Es un reflejo del mundo en el que se aplica y responde al mismo”.

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A nivel internacional, organismos como las Naciones Unidas han jugado y continúan desempeñando un papel fundamental en la promoción de esta figura como mecanismo para atender y resolver cualquier tipo de conflicto que se presente dentro y entre los países. Para lograr su objetivo de promoción de la paz, las Naciones Unidas se han apoyado desde sus inicios en mecanismos de mediación y prevención de conflictos, empleados en numerosas ocasiones a lo largo de la historia y que son más importantes que nunca en el complejo mundo actual.

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De hecho, el artículo 33 de su Carta fundadora establece:

“Las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u otros medios pacíficos de su elección.”

En este contexto, el papel del Secretario General como actor importante en el establecimiento de la paz ha evolucionado gracias a una amplia práctica que incluye los buenos oficios, la mediación, la facilitación, los procesos de diálogo e incluso el arbitraje. Puede actuar personalmente o designar a un representante o enviado especial para llevar a cabo buenos oficios o mediar en su nombre.

Muchos de estos representantes están involucrados en conversaciones de paz o diplomacia de crisis mientras supervisan las misiones políticas o de mantenimiento de la paz de la ONU sobre el terreno, que también pueden contar con mandatos para ayudar a los países y regiones a resolver conflictos y tensiones de forma pacífica.

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Para las Naciones Unidas, la mediación supone una de las inversiones más inteligentes y rentables que se pueden realizar en la actualidad. Como representantes de esta Organización, los pacificadores deben romper el hielo, así como mantener un perfil y ego bajos. Son ajenos al conflicto y necesitan la invitación y la confianza de todas las partes para allanar el camino hacia la paz.

El IEEE describe que “los facilitadores son a menudo organizaciones internacionales, bloques de estados (como una coalición de naciones), estados individuales, ONG, individuos de alto liderazgo moral o ‘estados amigos'”.

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Es innegable cómo cada vez surgen nuevos conflictos, convirtiendo al diálogo está en la herramienta más buscada para resolver numerosas controversias políticas. Sin embargo, no todos los conflictos son susceptibles de resolverse a través de la mediación. Ejemplos de ello son los conflictos recientes entre Rusia y Ucrania, el prolongado conflicto palestino-israelí, o la guerra civil que asola Siria, entre otros. La falta de voluntariedad de las partes implicadas ha impedido, hasta el momento, que se puedan alcanzar soluciones negociadas.

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Y es que, para conseguir un entendimiento en el fondo, la prueba está en sortear con éxito el dilema del prisionero, lo que se conoce como un juego de suma no nula. Esto quiere decir que los jugadores obtendrán ambos el mayor beneficio si no tratan de vencer al oponente y cooperan, o el mayor perjuicio si actúan de forma egoísta por separado.

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